En el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre escuchó la presentación del itinerario sinodal de la Iglesia en Italia de la mano del Cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.
A continuación, dirigió su discurso a quienes participan en este “taller” sinodal, lo que definió como “una hermosa experiencia de escucha del Espíritu y de confrontación de las diversas voces de las comunidades cristianas”.
“Es una experiencia espiritual única de conversión y renovación que puede hacer a vuestras comunidades eclesiales más misioneras y mejor preparadas para la evangelización en el mundo de hoy”, subrayó el Santo Padre.
Tras haberse dedicado “a la escucha” de las diócesis y ante el comienzo de la nueva etapa del Camino Sinodal, conocida como “fase sapiencial”, el Papa compartió con los obispos y responsables diocesanos 3 “tareas”.
1. Seguir caminandoEl Papa Francisco les invitó a no detenerse después de haber recogido “los primeros frutos con respecto a las preguntas y cuestiones que han surgido”.
De este modo, destacó la importancia de buscar la humildad, abnegación y bienaventuranza en sus comunidades, y les pidió “caminar en la historia en compañía del Resucitado”. Además los previno de no ser una comunidad que busca “salvaguardarse a sí misma y sus propios intereses, sino servir al Evangelio con un estilo de gratuidad y cuidado”.
“Una Iglesia lastrada por las estructuras, la burocracia y el formalismo tendrá dificultades para caminar en la historia, al compás del Espíritu, al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo”, advirtió.
2. Hacer Iglesia juntosEl Papa Francisco subrayó asimismo la urgencia de “hacer Iglesia juntos” ante la “tentación de separar a unos pocos ‘actores cualificados’ que llevan a cabo la acción pastoral”.
Para el Santo Padre, “esta conciencia debe hacer crecer cada vez más un estilo de corresponsabilidad eclesial: cada bautizado está llamado a participar activamente en la vida y en la misión de la Iglesia, a partir de la especificidad de la propia vocación, en relación con los demás y con los otros carismas, dados por el Espíritu para el bien de todos”.
En ese sentido, afirmó que “necesitamos comunidades cristianas en las que se amplíe el espacio, donde todos puedan sentirse en casa, donde las estructuras y los medios pastorales favorezcan no la creación de pequeños grupos, sino la alegría de ser y sentirse corresponsables”.
Por ello, instó a pedir al Espíritu Santo “que nos haga comprender y experimentar cómo ser ordenados ministros y cómo ejercer el ministerio en este tiempo y en esta Iglesia”.
3. Ser una Iglesia abiertaEn tercer lugar, les pidió ser “una Iglesia abierta” y aseguró que “redescubrir la propia corresponsabilidad en la Iglesia no significa aplicar lógicas mundanas de distribución del poder, sino cultivar el deseo de reconocer al otro en la riqueza de sus carismas y de su singularidad”.
Más tarde, señaló que “se puede encontrar un lugar para aquellos que todavía luchan por ver reconocida su presencia en la Iglesia, aquellos cuyas voces son tapadas cuando no silenciadas o ignoradas, aquellos que se sienten inadecuados, tal vez porque tienen trayectorias vitales difíciles o complejas”.
Para lograrlo, el Papa Francisco subrayó que “la Iglesia debe dejar traslucir el corazón de Dios: un corazón abierto a todos y para todos”.
“Debemos preguntarnos cuánto espacio hacemos y cuánto escuchamos realmente en nuestras comunidades las voces de los jóvenes, de las mujeres, de los pobres, de los decepcionados, de los que han sido heridos en la vida”.
Para el Santo Padre, “mientras su presencia siga siendo una nota esporádica en el conjunto de la vida eclesial, la Iglesia no será sinodal, será una Iglesia de unos pocos”.
Insistió en que el Sínodo “nos llama a ser una Iglesia que camina con alegría, humildad y creatividad en este tiempo nuestro, consciente de que todos somos vulnerables y nos necesitamos”.
Además, les animó a “caminar buscando generar vida, multiplicar la alegría, no apagar los fuegos que el Espíritu enciende en los corazones”.
También pidió ser una Iglesia “inquieta”, e insistió en que “estamos llamados a asumir las inquietudes de la historia y a dejarnos interpelar por ellas, a llevarlas ante Dios, a sumergirlas en la Pascua de Cristo”.
Por último, destacó la influencia del Espíritu Santo en este recorrido: “Es Él quien protagoniza el proceso sinodal: es Él quien abre a la escucha a las personas y a las comunidades; es Él quien hace que el diálogo sea auténtico y fructífero; es Él quien ilumina el discernimiento; es Él quien guía las opciones y las decisiones. Es Él, sobre todo, quien crea armonía, comunión en la Iglesia”.
Publicar un comentario