Ante los fieles que le escuchaban desde la soleada Plaza de San Pedro, el Santo Padre continuó con su ciclo de catequesis sobre la evangelización y el celo apostólico y recordó la figura del primer mártir y primer sacerdote coreano, San Andrés Kim Tae gon.
Definió a este santo como “un gran ejemplo de pasión por la evangelización” y destacó que “la evangelización de Corea fue realizada por laicos que transmitieron la fe, no había sacerdotes”.
Los cristianos eran perseguidos en Corea, por lo que San Andrés Kim debía reunirse en secreto con los fieles. “Para Andrés Kim, la expresión que resumía toda la identidad del cristiano era ‘discípulo de Jesús’”, puntualizó el Papa Francisco.
De este modo, afirmó que “ser discípulo del Señor significa seguirle, seguir su camino, y esto implica dar la vida por el Evangelio. Por tanto, el cristiano es por naturaleza misionero y testigo, como Jesús lo fue del Padre”.
Precisó que esta pasión por evangelizar es “un don que procede del Espíritu Santo” y que, “cuando el Evangelio se vive en plenitud, la persona no se encierra en sí misma, sino que da testimonio de la fe, convirtiéndola así en fe contagiosa. Ahí nace la pasión por la evangelización”.
“Y aunque el contexto circundante no sea favorable, no cambia, al contrario, adquiere aún más valor. San Andrés Kim y otros creyentes coreanos han demostrado que el testimonio del Evangelio dado en tiempos de persecución puede dar mucho fruto para la fe”, afirmó el Papa.
En ese sentido, contó que, en una ocasión, este santo coreano se encontraba caminando por la nieve, “sin comer, durante tanto tiempo, que cayó al suelo exhausto, corriendo el riesgo de perder el conocimiento y congelarse allí. En ese momento, oyó de repente una voz: ‘¡Levántate, camina!’. Al oír esa voz, Andrés se despertó, viendo como una sombra a alguien que le guiaba”.
Para el Papa Francisco, “esta experiencia del gran testigo coreano nos hace darnos cuenta de un aspecto muy importante del celo apostólico: el valor de volver a levantarse cuando uno se cae”.
Por ello, el Santo Padre animó a los fieles y les aseguró que, por difícil que sea la situación, “no debemos rendirnos y no debemos renunciar a perseguir lo que es esencial en nuestra vida cristiana, es decir, la evangelización. Este es el camino”.
“Evangelizar la familia, los amigos, hablar de Jesús con el corazón lleno de alegría y fuerza. Preparémonos a recibir el Espíritu Santo y pidámosle la gracia de evangelizar, de llevar el mensaje de Jesús”, concluyó el Pontífice.
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