1. San Agustín
El gran Doctor de la Iglesia San Agustín (354-430) por muchos años se dedicó a escribir un Tratado sobre la Trinidad. De acuerdo a la web corazones.org, administrado por las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, él compuso una breve oración en la que le pide al Paráclito que lo ayude a vivir santamente.
“Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente. Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente. Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas. Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas. Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas”.
2. Santa María de Jesús Crucificado
La santa carmelita María de Jesús Crucificado (1846-1878), que nació en Abellin cerca de Nazaret (Tierra Santa), fue una gran devota del Espíritu Santo. Según las Carmelitas Descalzas en Haifa (Israel), “ella presentó una solicitud en relación al culto del Espíritu Santo a Su Santidad el Papa Pío IX” y redactó una oración en la que también menciona a la Virgen.
“Espíritu Santo, inspírame, Amor de Dios, consúmeme. A lo largo del verdadero camino, guíame. María, Madre mía, mírame. Con Jesús, bendíceme. De todo mal, de toda ilusión, de todo peligro, presérvame”.
3. San Josemaría Escrivá
El Opus Dei indica que el santo español escribió una oración al Espíritu Santo en abril de 1934. En el texto, San Josemaría (1902-1975) le pide a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad que ilumine su entendimiento, su corazón y su voluntad.
“¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo: inflama mi voluntad... He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después..., mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte. ¡Oh Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras…”.
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