Sucedió en la región de Piura, en la «Semana Laudato Sí», y está vinculado a una iniciativa que genera un fuerte rechazo a nivel local
El proyecto minero (cobre) Río Blanco en la localidad peruana de Piura –controlado por empresas de capitales asiáticos- ha sido objeto de una fuerte movilización pacífica en la provincia de Ayabaca en la que cientos de campesinos expresaron su rechazo.
Pero los manifestantes locales no estuvieron solos, sino que contaron con el respaldo de los obispos de las diócesis de Chulucanas y Chachapoyas, y del Vicariato Apostólico de Jaén, quienes emitieron un pronunciamiento este 22 de mayo en el que «exigen que se respete la decisión de los pueblos que luchan por su dignidad y derechos».
En efecto, así lo reproduce la propia web de la Iglesia de Perú, y hace referencia al inminente inicio del proyecto minero que ha sido rechazado en consultas anteriores por más del 90% de los habitantes locales.
Agricultura sí; minería no
Monseñor Cristóbal Mejía y monseñor Humberto Tapia, obispos de Chulucanas y Chachapoyas, respectivamente; y monseñor Alfredo Vizcarra, obispo de Jaén, fueron los representantes de la Iglesia que acompañaron a las personas que marcharon contra el proyecto minero junto a diversas organizaciones sociales.
«Sin oro se puede vivir, sin agua se muere, es una decisión reflejada en la marca. Ayabaca ha decidido optar por la agricultura y no por la minería. Queremos cuidar los bosques, el agua, el ecosistema, la vida. Esta es una decisión que viene del 2007. Como obispos somos testigos de las opciones que ha hecho el pueblo, y acompañamos esta decisión», expresó Vizcarra durante la marcha, prosigue la Iglesia de Perú.
Conferencia Episcopal Peruana
Un pronunciamiento con tres puntos
Al terminar la movilización, los obispos hicieron pública una declaración con tres puntos en el que dejan de manifiesto la preocupación por la «imposición de un modelo extractivista minero» que deriva en la reducción de la «productividad agrícola, ganadera y de turismo sostenible».
«El gobierno peruano se equivoca al apoyar el proyecto de una empresa minera que ha sido responsable de catástrofes naturales en varios países del mundo, incluido su país de origen, China, donde incluso su vicepresidente fue llevado a prisión debido al mayor desastre ambiental producido en dicho país», recordaron en el segundo punto de la declaración.
Los obispos peruanos que respaldaron la movilización también indicaron que «el proyecto minero nunca obtuvo autorización de 2/3 de la asamblea comunal y tampoco se ha aplicado la consulta previa».
«Exigimos reconocer los resultados de las consultas populares realizadas el 16 de septiembre de 2007, donde el 95% de los votantes en promedio, se pronunciaron por la no realización de actividades mineras en sus territorios. Pareciera que la búsqueda de ocultos intereses es más importante que el respeto a las leyes, a la Constitución y a la economía del país», agregaron los obispos.
«Semana Laudato Sí» y Señor Cautivo de Ayabaca
La reciente manifestación en Ayabaca, que contó con la presencia de la Iglesia de Perú, coincide curiosamente con la celebración de la «Semana Laudato Sí» a nivel internacional y que está cargada de reflexiones con respecto a la famosa encíclica sobre la «casa común» escrita por el papa Francisco en 2015 y que está por cumplir su octavo aniversario.
De alguna manera todo lo que tiene que ver con la minería extractiva y posibles efectos sobre el medioambiente también está contemplado en el mensaje del Papa, algo que va más allá de lo ecológico y que posa su mirada –como siempre- sobre los más vulnerables.
Es ahí donde también cobran protagonismo otras redes eclesiales como Iglesias y minería, espacio ecuménico que reúne a personas de diversa índole en procura de ofrecer respuesta a los desafíos presentados por los impactos socio-ambientales provocados por las acciones mineras.
«El Papa nos ha pedido que debemos estar unidos, somos una familia humana y debemos buscar un desarrollo sostenible e integral, tenemos que pensar en las generaciones futuras», apuntó Tapia, tal cual subraya la Iglesia de Perú.
Por último, en el final de la declaratoria, los obispos invocaron al Señor Cautivo de Ayabaca, a quien definieron como «Señor de la Vida presente con su espíritu en los páramos, bosques, lagunas, y todos los seres de la creación» para que proteja «a los pueblos que luchan por su dignidad y derechos».
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