La de Cris es una historia de búsqueda de sueños y descubrimiento de una vocación
Crislane Costa Viana, Cris, tiene 30 años. Nació en Caturaí, en Goiás (Brasil) y comenzó a ayudar a sus padres en el campo desde muy joven. Y fue en el campo donde dio sus primeros pasos en la fe.
En carreta, recorría kilómetros y kilómetros para ir a catequesis y a las misas. Recibió la Primera Comunión y la Confirmación, pero, como ella misma dice, era «católica de nombre y sólo de bautismo».
Desde que era niña, soñaba en grande. Sueños que la llevaron a estudiar a la Facultad de Ciencias Aeronáuticas.
A pesar de las dificultades financieras, logró completar el curso que capacita a los pilotos para trabajar en la aviación civil.
Las mismas dificultades económicas impidieron a la recién egresada realizar las horas de vuelo obligatorias para trabajar en el área de aviación civil.
«Como no podía conseguir el dinero y mis padres no podían pagarlo, comencé a pensar que no era lo que Dios quería para mi vida y comencé a mirar otras posibilidades”, explica Crislane.
Cortesia / Crislane Costa Viana
Cortesía / Crislane Costa Viana
Del estudio al convento
Mientras aún estaba en la universidad, Crislane comenzó a tener un acompañamiento vocacional. Fue entonces cuando se interesó por la vida religiosa.
Un año después de graduarse, y con su licencia de piloto privado en la mano, decidió abandonar su carrera en la aviación e ingresar al convento de las Hermanas Franciscanas de la Divina Misericordia en Goiás.
Sus padres no aceptaban la decisión. «Le dije a mi mamá que no estaba segura si quería ser monja, pero que en ese momento estaba segura de que tenía que tratar de entender la inquietud que tenía dentro de mí», recuerda Crislane.
La joven permaneció en el convento durante tres años, hasta completar su noviciado canónico.
«Al final del tercer año, me di cuenta de que no pertenecía allí. Si quisiera, viviría allí hasta que muriera, pero no sería feliz. Así que decidí irme«, dice.
Y fue en el convento donde Crislane aprendió una lección que se lleva de por vida: «En el convento tuve la experiencia de la misericordia. Aprendí, en efecto, que Dios quiere a sus hijos cerca de Él. Somos pecadores y, a pesar de nuestros defectos, Dios nos ama», resume.
Cortesia / Crislane Costa Viana
Cortesía / Crislane Costa Viana
Rosarios para novias
Después de abandonar la carrera de aviación y dejar el convento, Cris se sintió perdida en el mundo. «Y ahora, ¿qué voy a hacer?», pensó.
Pero la Providencia le mostró el camino, y ella comenzó a hacer de todo un poco para sobrevivir: trabajó como vendedora, ayudó en un restaurante, fue promotora de una app y comenzó a vender rosarios para novias hechos a mano y personalizados.
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