Las fiestas del 2020 seguramente las recordaremos toda la vida, ¿sabes ya lo que les vas a pedir a los Reyes Magos?
No sé bien cómo colocar mi pesebre este año. Guardando las distancias que la sanidad me impone, buscando que todo esté en orden para que no haya contagios. Los pastores, los reyes, José y María con mascarillas.
Evitaré los abrazos y las distancias cortas. Buscaré que mi pesebre no esté contaminado para que Jesús venga al mundo y no se contagie con enfermedades. Seré muy precavido y prudente para evitar males mayores.
Miro la Navidad que se aproxima a marchas forzadas, o yo hacia ella, lentamente, paso a paso. Un tiempo distinto de espera, de búsqueda, de sueños de niño, de miradas y sonrisas, de recuerdos guardados en lo más hondo del alma.
Un tiempo de luces y cantos que despiertan ecos, melodías nunca olvidadas, simplemente dormidas, muy dentro de mi pasado.
Un camino de esperanza que pasa por el miedo
Avanzo cauteloso por este camino de Adviento, sin prisas, tomándole la medida a lo que vivo. Es todo tan distinto… Hay más miedo, más rabia, más dolor, más injusticia, más inseguridad.
Porque son injustas la muerte y la pérdida, y duele esa enfermedad que altera todos mis planes. Una Navidad distinta y un Adviento extraño de esperas imposibles.
Mi corazón sueña con cumbres más altas que nunca he visto. Deseo llegar más lejos, más hondo, más dentro.
El Adviento saca de mí recuerdos de mi historia aún cercana. De hojas caídas del otoño, de luces en las calles y en las plazas, de olor a musgo y a abeto, de regalos y escaparates llenos de luces y reclamos.
Un camino de esperanza en medio de miedos fundados e infundados. De planes rotos y otros recompuestos.
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Quiero acariciar al buey y a la mula, sin guardar distancias. Y besar al Niño, abandonarme en un abrazo de cielo.
No sé, puede que no me dejen. Hay que cuidar las distancias, ¿me estaré volviendo insensible? No quiero que en este Adviento que comienza se muera mi misericordia. Esa mirada mía hacia el que sufre, sacándome de mis muros.
Me habla el Adviento de aproximarme, de salir, de ir al encuentro. Y es eso lo que me tienen prohibido.
Una Navidad para recordar
Puede que esta sea una Navidad distinta, un Adviento diferente con diferentes posadas. Un tiempo extraño y único que quedará grabado en mi alma para siempre.
Porque lo que estoy viviendo en estos meses es una experiencia honda que nunca olvidará mi corazón tan acostumbrado a pasar página.
No olvido. Me pongo en camino con el corazón, con el alma, con mi voz. No le tengo miedo a las nubes que amenazan en medio de la noche llena de estrellas.
La carta a los Reyes más esperanzadora
Tengo claro los regalos que les pediré a los Reyes Magos, cuando se acerque la hora.
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