“El clericalismo es un tremendo (y muy humano) terror a equivocarse”

Juan Salvador Pérez es el primer laico en dirigir la reputada publicación jesuita SIC. “No somos periodismo eclesial porque la Iglesia nos regule sino que somos periodismo eclesial porque somos Iglesia”, dicen en entrevista con Aleteia

La Revista SIC es una publicación del Centro Gumilla de la Compañía de Jesús que lleva 81 años de continua dedicación al análisis económico, social, político y cultural de la vida venezolana. Sus más de 810 números puntualmente editados han llegado a  sus lectores y amigos sirviendo de estímulo para la reflexión. Esto sobre el acontecer desde la perspectiva de los más excluidos. Publica 10 números cada año.

Durante décadas ha representado  una referencia en el periodismo de calidad por su continuidad ininterrumpida. También por sus valiosos trabajos de investigación, las firmas que han convocado. Y, sobre todo, la responsable visibilidad que le han dado a la problemática, no sólo venezolana sino latinoamericana, desde una perspectiva eclesial.

El personaje

Hoy, la responsabilidad de dirección recae sobre un joven casado y  padre de 3 hijos. Que además participa en el Apostolado Social de la Compañía de Jesús. También miembro de la Junta Directiva de la Organización Social Católica San Ignacio (OSCASI). Aquí, una institución que desde 1958 se ha dedicado a promover la superación humana en las comunidades populares.

Es Magister en Estudios Políticos (UNIMET) y abogado (UCAB) especializado en Negocios Internacionales. Su experiencia de trabajo abarca tanto al sector público como al privado. Desde hace pocos  meses es el Director de la REVISTA SIC. Conversó con Aleteia sobre el periodismo eclesial, la responsabilidad laical, el Papa Francisco y las urgencias de nuestros países.

 No es un cambio de timón, sino de timonel

-La revista SIC comenzó en 1938. Hasta hoy, sólo sacerdotes jesuitas -salvo el caso de la reconocida psicóloga Mercedes Pulido, quien fuera profesora universitaria y diplomática- han dirigido la publicación. A qué se debe este cambio de timón?

Han pasado 83 años desde su fundación, y eso en sí mismo es un gran logro. Como bien señalas  desde sus inicios fue una publicación creada y llevada por jesuitas. Pero sin duda el más importante logro de la Revista SIC ha sido saber leer los tiempos, y proponer ante esa lectura modelos de país. SIC nace en el ´38 y su lectura-propuesta de país cristaliza treinta años después incluso en la llegada a la presidencia de la República de un demócrata cristiano.

Conexión con el país 

Los siguientes treinta años – desde 1968 a 1998 – la lectura-propuesta de país que SIC hace nuevamente cristaliza en la llegada a Miraflores de un modelo político. Yo no estoy de ninguna manera sugiriendo ni pretendiendo que la Revista hace injerencia en la política venezolana.  Lo que sí creo es que el trabajo de análisis, lectura y comprensión ha estado siempre en conexión con el país, su gente y sus circunstancias.

Dentro de esa tradición de lectura de los tiempos, es donde sucede este cambio hoy en la revista, es decir, colocar a un laico, casado y con hijos, con formación profesional en el mundo corporativo, se trata sin duda alguna de una decisión coherente y ajustada al momento actual. Es una apertura y una oportunidad que en lo personal agradezco mucho, que trae grandes responsabilidades, pero ¡ojo! No es un cambio de timón, es un cambio de timonel… seguramente habrá que mejorar algunas velas, colocar piezas más modernas en la nave, tecnología que ayude, traer nuevas ideas, pero el timón y el destino siguen – y seguirán siendo – los mismos. Allí no hay cambio.

Periodismo eclesial 

-Cómo siente la evolución del  periodismo eclesial en relación al secular, en un contexto cada vez más signado por controles, censura e intereses en pugna? 

El periodismo eclesial, a diferencia de los demás tipos de periodismo, tiene una gran ventaja (que al mismo tiempo es su gran limitante): su mensaje está clarísimo, es voz de la Iglesia. Pero no quisiera que se mal entienda, ni a SIC ni al RCL ni a EWTN, ni a la Civilta Cattolica nos llaman del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano para indicarnos qué y cómo publicar, mucho menos para decirnos que no publicar. No nos bajan línea. Es decir no somos periodismo eclesial porque la Iglesia nos regule, controle y domine, sino que somos periodismo eclesial porque somos iglesia. Parafraseando a Kennedy no somos comunicadores católicos, somos católicos comunicando.

Nuestros límites 

Y esto me lleva a la segunda parte de la pregunta, por supuesto que son tiempos de controles, de censura, de intereses en pugna, pero al tener claro el mensaje no hay manera de edulcorarlo, de disfrazarlo, de matizarlo, porque de ser así ya no estaríamos transmitiendo el mensaje correcto.  El periodismo secular, quizás tenga más versatilidad al momento de comunicar, puede que sus formas y contenidos sean más adaptables a la opinión pública, es fácil (y a menudo es lo que buscan) que digan lo que el gran consumidor y las audiencias quieran escuchar, quieran consumir.

El negocio secular suele estribar en la venta de contenidos, y para ello están dispuestos a cambiar en forma y fondo. Para el periodismo eclesial, evidentemente hay límites… ¡¿podríamos imaginar que disparatado espectáculo sería, por más potenciales lectores que pudiesen sumarse a la lectura de SIC, incluir el horóscopo en las secciones de la Revista?!

La Iglesia nos otorga las referencias y contenidos y también al ser nosotros iglesia tenemos claros cuáles son nuestros límites, pero eso es espectacular y además muy útil para evitar incurrir en errores graves y mayores. Chesterton tenía toda la razón al aconsejar: “Nosotros realmente no queremos una religión que tenga razón cuando nosotros tenemos razón. Lo que nosotros queremos es una religión que tenga razón cuando nosotros estamos equivocados”.

El clericalismo es miedo

-La presencia de los laicos en las distintas responsabilidades eclesiales parece incrementarse, sobre todo con el pontificado del Papa Francisco quien la ha estimulado cuestionando fuertemente al clericalismo. ¿Cómo observa ese proceso en América Latina?

Más allá de las grandes discusiones conceptuales, más allá del revuelo y las reacciones que causan los términos y terminologías, considero que el clericalismo que tanto señala y critica S.S. Francisco, al final se podría definir como un tremendo (y muy humano) terror a equivocarse.

Esto sucede en toda estructura social de peso y tradición histórica, y por supuesto en la Iglesia también. Siempre resulta más cómodo mantenerse bajo la protección de los demás, de los superiores, de los que más conocen y saben. Siempre es más sencillo seguir pautas, pero no siempre es esa actitud la que corresponde. Me vienen las palabras que hace poco me decía un cardenal y buen amigo sobre los laicos y nuestra responsabilidad: hagan cosas, no pregunten todo, actúen, no tengan tanto miedo a equivocarse, confíen en sus criterios y hagan las cosas bien.

En cuanto a la Iglesia latinoamericana, pues creo que va muy bien. Los obispos latinoamericanos son hombres que se deben a su gente y que se sienten parte de su gente. Eso es un signo claro y común de la Iglesia en Latinoamérica.  Y así lo evidencian las encuestas y estudios de opinión, por ejemplo aquí en Venezuela la percepción que se tiene sobre la Iglesia Católica, es la institución que posee notablemente la mejor aceptación y aprobación entre todas las instituciones (considerando además que somos un país con profunda crisis institucional). Los obispos y los sacerdotes son verdaderamente una referencia pastoral, pero además son ejemplo concreto de vida. Dicen los españoles «Fray ejemplo» es el mejor predicador. Eso es muy cierto.

Latinoamérica y los tiempos de cambio

-Hace apenas horas, el obispo de Matagalpa (Nicaragua), pedía políticos que dejaran sus intereses particulares y ofrecieran «una propuesta de nación». ¿Considera usted que existe ese tipo de políticos en América Latina o estamos perdiendo la brújula en un año de procesos electorales que podrían augurar importantes cambios?

Claro que existen estos políticos en América Latina. Están allí, conocemos a varios, son hombres y mujeres dedicados a hacer política y hacerla bien, pero no podemos dejarles solos. El llamado que hace el obispo de Matagalpa a dejar los intereses particulares y ofrecer una propuesta de nación, no es sólo y exclusiva tarea de los políticos. Ellos no pueden hacer una nación solos, y más irresponsable sería aún pretender nosotros que sean solo ellos.

Por eso debemos estar allí para acompañarles, para asesorarles, para ayudarles y también para exigirles. Latinoamérica ciertamente vive tiempos de cambios, y nos corresponde a todos los latinoamericanos hacerlos posibles.

Más «casa común»

-Cómo podemos, los distintos factores eclesiales, sumar nuestros esfuerzos para que nuestros países se parezcan más a una «casa común», en lugar de ser escenarios de violencia y pobreza?

Tanto el papa Francisco en Laudato Si, como la Compañía de Jesús en las recientes Preferencias Apostólicas Universales, utilizan esa bonita expresión para definir no sólo la Tierra sino todo lo Creado. El papa en su encíclica hace una alabanza a la vida, eleva un canto a la Creación; pero al mismo tiempo nos hace a todos una invitación, una llamada a la acción, a proteger, cuidar, mantener, velar por toda la obra de Dios. Sin duda esto implica ocuparnos y centrarnos principalmente en los seres humanos, esforzarnos y dedicarnos a superar los sufrimientos, la desigualdad, el odio… Pero demanda ir más allá, porque es imposible mantenernos en este planeta arrasando con todo a nuestro paso.

La idea del cuido de la Casa Común requiere entonces de 3 actitudes: entender que la Creación es de todos y para todos, alabar con gratitud y conciencia este regalo, y actuar con responsabilidad y sensibilidad en el cuido de todo lo creado.

El futuro de la Revista SIC

-¿Qué cambios o proyectos tiene en mente para repotenciar una revista que, de suyo, siempre ha sido de vanguardia en los temas sociales y en lo concerniente a la política, economía, sociedad e iglesia en Venezuela?

Recuerdo la anécdota de aquel catedrático que siendo jurado de una tesis de grado, le comenta al joven graduando: Encuentro en su tesis elementos nuevos y elementos buenos. El problema es que los nuevos no son los buenos, y los buenos no son los nuevos. Es decir, debemos ser muy cuidadosos a la hora de querer – o pretender – generar cambios.

Evidentemente la Revista SIC requiere adaptación a los tiempos y eso implica un inminente proceso de digitalización, presencia en redes, atender y ofrecer sus contenidos en las plataformas disponibles. Este es un reto que anima mucho a todo el equipo de SIC, pues supone la posibilidad de llegar a más personas, a más lectores, a nuevas audiencias.

Públicos y retos

Creo que la revista tiene una especial misión en convertirse en un medio que atienda al público juvenil, ofreciendo a este grupo sus contenidos y entendiendo sus clamores, necesidades e inquietudes.

Pero al mismo tiempo SIC tiene el compromiso de mantener la calidad y la seriedad en sus publicaciones, la profundidad analítica en su enfoque y la visión audaz de hacer planteamientos para el país… creo que en esta fórmula radica la vanguardia de la revista.

Un último reto se nos presenta en la actual realidad venezolana, y no es menor. Se trata de mantener a todos esos venezolanos que dejaron el país, conectados con su tierra, su cultura, su idiosincrasia, y con la Venezuela que dejaron pero que sigue siempre siendo de ellos, su gente, sus problemas, su realidad. Hoy en día el valor y el aporte de los venezolanos en el exterior es fundamental como fuerza capaz de transmitir conocimientos y experiencias que permitan generar cambios. Allí hay una fuente magnífica de recursos e ideas.


VENEZUELA

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