El párroco de la iglesia católica St. Theresa en Trumbull, P. Brian Gannon, sintió una gran tristeza cuando en marzo de 2020 se enteró que el gobierno había declarado cuarentena por la pandemia.
Sin embargo, el sacerdote decidió actuar, y a los diez días estaba sobrevolando la Diócesis de Bridgeport con la Sagrada Eucaristía y rezando el Rosario.
Esta iniciativa recordó a las tres mil familias de la diócesis de que Dios no las abandonaría. Además animó a buscar otras ideas para afrontar las dificultades que traería la pandemia.
La parroquia se adaptó a las necesidades y puso a disposición de los fieles un número de teléfono donde ofrecían apoyo espiritual. Además, el sacerdote brindaba palabras de esperanza y aliento durante las Misas que transmitían en vivo.
“Les dije: ‘Sin importar cuáles sean nuestras tragedias terrenales, la pandemia ha mostrado que siempre tenemos al Señor de nuestro lado’”, señaló a National Catholic Register. “Es como estar en el Arca de Noé: te golpea la tormenta, pero estarás a salvo”, agregó.
A pesar de las restricciones en el tiempo de Cuaresma y Semana Santa, el sacerdote llevó a Jesús a los barrios locales en una camioneta. Los fieles que sabían de la procesión recibieron de rodillas frente a sus casas a Jesús Eucaristía.
El P. Gannon indicó que como los fieles no podían visitar al Señor, Jesús saldría a su encuentro.
Muchas parroquias en el país siguieron el ejemplo de la iglesia de St. Theresa, como la parroquia de St. Walter en Roselle en la Diócesis de Joliet, que convocó a un equipo para mantener la comunicación con las más de cuatro mil familias que forman la comunidad.
Además, la parroquia lanzó un fondo de crisis para los más necesitados y comenzó a transmitir en vivo reflexiones biblicas diarias.
El P. Mario Quejadas indicó a Register que la idea fue “hacer discípulos a través de las redes sociales”.
También en la iglesia St. Anne en Gilbert, Arizona, la tecnología ayudó a mantener el nexo con los fieles, con Misas transmitidas en vivo. El párroco, P. Sergio Fita, llevó durante el inicio de la pandemia la Eucaristía a cada familia de la comunidad.
“Cuando llegábamos, la gente se conmovía hasta las lágrimas”, recordó el director de la administración parroquial, diácono Andrew Gilliland, que acompañó al sacerdote a llevar la Eucaristía.
Gilliland indicó que muchos fieles oraban e hicieron “altares en sus casas, decorados con pequeñas velas”. “Me cautivó el hecho de que se quedaron de rodillas hasta que el automóvil ya no se podía ver”, agregó.
En Boonton, New Jersey, el párroco de la iglesia Our Lady of Mount Carmel, P. Daniel O'Mullane, celebró Misas al aire libre en el estacionamiento alquilado de un supermercado local.
El P. O'Mullane dijo al Register que durante el pico de la pandemia pasó 15 horas a la semana escuchando confesiones en un cobertizo que el equipo parroquial compró y ensambló.
“La necesidad de confesarse no desaparece durante una pandemia”, sino que aumenta, señaló.
Scot Landry, quien ha trabajado en puestos ejecutivos para organizaciones católicas durante los últimos 15 años, señaló a Register que “la vida de las personas ha cambiado y eso crea una gran oportunidad para ser el ‘hospital de campaña’ que el Papa Francisco nos ha llamado a ser”.
En noviembre, Landry formó un equipo de voluntarios para lanzar la Cumbre de Excelencia Parroquial y los primeros “Premios a la Excelencia Parroquial”, donde participaron 400 parroquias de 35 estados.
Landry señaló que las parroquias más efectivas han utilizado este tiempo de pandemia para actualizarla base de datos de los correos electrónicos y números de teléfono de los fieles, con el objetivo de facilitar “una excelente comunicación” en la comunidad.
También han invertido para mejorar las transmisiones de las Misas y la adoración Eucarística, “para que la gente pueda ‘visitar’ a Jesús virtualmente en el tabernáculo”.
Landry instó a los pastores a involucrar a los “fieles en sesiones de lluvia de ideas donde se planteen las preguntas: ¿cómo puede la gente enterarse de lo que estamos haciendo? ¿Cómo podemos asegurarnos de que tengan una cálida experiencia de comunidad? ¿Cómo podemos ayudar a las personas a aprender más sobre la fe y nuestras prácticas durante este tiempo?”.
El P. Gannon señaló que este ha sido un período de “autoexamen” y “purificación”, que ha llevado a una relación más profunda con el Señor.
Sin embargo, el sacerdote dijo que es consciente que otros se han alejado de la Iglesia y es ahora el momento de afrontar este nuevo desafío.
“Estamos en una encrucijada”, dijo. “Algunos se han acostumbrado a la Misa transmitida en vivo. Sin embargo, el encuentro personal es la clave de nuestra fe y necesitan regresar”, agregó.
“Tenemos que ir tras la oveja perdida”, expresó.
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