“Sin negar la gravedad de muchos problemas y la injusticia de muchas situaciones, es imprescindible proclamar que el odio y la violencia nunca son el camino, como lo señaló San Juan Pablo II en Ayacucho en su primera visita a nuestro país el año 1985”, dijo el Prelado en la homilía de la Misa y Te Deum por el Bicentenario que presidió este martes 27 de julio en la Catedral de Piura.
Mons. Eguren aseguró además que “solo el amor y el esfuerzo personal constructivo, pueden llegar al fondo de los problemas. De ahí la importancia de rechazar hoy y siempre, toda forma de violencia que es siempre anticristiana, y a toda ideología que tenga al odio y a la lucha como motores de la historia y como falsos medios para alcanzar la justicia social”.
El Arzobispo dijo que “la actual situación que vivimos, ha desnudado una vez más, con dolorosa crudeza, la mayor debilidad que tenemos los peruanos: La desunión”.
“Hoy vemos con dolor un país dividido, enfrentado, polarizado y encrespado, y lo más peligroso, amenazado por una minoría totalitaria en su convivencia democrática y en sus libertades fundamentales”, lamentó.
Tras diversas acusaciones de fraude por parte de los dos partidos que participaron en la segunda vuelta electoral presidencial, el 19 de julio el presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Jorge Salas Arenas, proclamó como presidente electo del Perú a Pedro Castillo, del partido marxista-leninista Perú Libre.
Según el JNE, en las elecciones del 6 de junio, Castillo recibió el 50.126% de los votos, mientras que Keiko Fujimori del partido Fuerza Popular recibió el 49.874%. La diferencia entre ambos fue de solo 44.763 votos.
Desde el 6 de junio y durante varios fines de semana, partidarios de ambos bandos realizaron diversas manifestaciones en las calles de Lima y otras ciudades del país para exigir transparencia al JNE, lo que intensificó las tensiones.
El aún presidente del Perú, Francisco Sagasti, rechazó el pedido de Fuerza Popular de una auditoría internacional al proceso electoral; mientras que hace algunas semanas Luis Arce Córdova renunció a su puesto como magistrado del JNE para evitar “convalidar falsas deliberaciones constitucionales que son en realidad decisiones con clara parcialización política”.
En medio de un ambiente convulsionado e incierto, Castillo asume la presidencia del Perú este miércoles 28 de julio.
En su homilía, Mons. Eguren explicó que “la auténtica unidad, solo se alcanza en la verdad, jamás en la mentira. Con la mentira solo se va a la desunión, a la desconfianza, a la violencia, a los enfrentamientos, y a la pobreza moral y económica. Solo en la verdad se puede vivir y gobernar, nunca en falsedad y engaño”, por lo cual es “tan importante que los procesos electorales sean limpios y transparentes”.
El Prelado indicó además que “la unidad se alcanza, cuando la política se concibe como una forma emitente de caridad y de servicio, y a través de ella se promueve y defiende la dignidad de la persona humana, con todas sus exigencias, incluidas las trascendentes y eternas, y no como una forma de alcanzar el poder para servir a horizontes propios o ideológicos”.
El Arzobispo de Piura resaltó que la unidad se alcanza “cuando los gobernantes y los políticos son conscientes que socavar la fe en Dios, y no respetar el derecho humano a la libertad religiosa, a la larga, se vuelve contra el hombre mismo y contra la fraterna convivencia humana, y en el caso del Perú, se vuelve contra su identidad nacional, ya que nuestro país es un pueblo cristiano, identificado con Cristo y su Madre, la Virgen María”.
“Suplicamos a Jesucristo, Señor de la Historia, que bendiga, proteja, y en las actuales circunstancias, una, defienda y sane, a nuestra amada Patria, de la delicada coyuntura que vivimos, en donde la crítica situación sanitaria que aún nos afecta, se ha visto agravada con el mal moral de muchos, todo lo cual golpea con especial crueldad a los más pobres”, prosiguió Mons. Eguren.
“Recordamos hoy en nuestra oración, a los más de ciento noventa y cinco mil peruanos fallecidos durante la pandemia. Nunca más debe ocurrir entre nosotros un genocidio como el vivido, que ha superado a todas las muertes juntas de diez años de terrorismo y a las de la Guerra del Pacífico”, afirmó.
No al totalitarismoAl comentar que seguramente el libertador del Perú, el argentino don José de San Martín, “nos hablaría hoy de que rechacemos toda forma de totalitarismo”, el Prelado indicó que este es un “sistema ominoso donde un grupo político usurpa el papel de único guía, así como la libertad de las personas-ciudadanos, y el hombre y el pueblo se convierten en objeto, no obstante, todas las declaraciones y promesas verbales”.
“En un totalitarismo, un grupo político busca perpetuarse en el poder, así como vulnerar el derecho del pueblo a elegir a sus propios gobernantes mediante elecciones libres y justas”, explicó.
“Asimismo, el Estado deja de ser ‘la casa común’, donde todos pueden vivir según los principios de la igualdad fundamental, y se transforma en un Estado tirano que presume de poder disponer de la vida de las personas, en nombre de una utilidad pública, que no es otra cosa, en realidad, sino la búsqueda de interés y privilegios para una casta privilegiada”.
Aunque no lo mencionó, la referencia al totalitarismo responde a la preocupación de muchos por el proyecto político de Pedro Castillo y su partido Perú Libre.
El 17 de mayo, Willax TV propaló un audio del congresista de Perú Libre, Guillermo Bermejo, acusado de terrorismo, quien afirmó que “nosotros somos socialistas y nuestro camino a una nueva Constitución es un primer paso, y, si tomamos el poder, no lo vamos a dejar”.
“Con todo el respeto que se merecen ustedes y sus pelotudeces democráticas (sic), preferimos quedarnos para establecer un proceso revolucionario en el Perú”, agregó Bermejo.
Mons. Eguren dijo en su homilía que San Martín seguramente también “nos pediría hoy trabajar por un Perú liberado de la lacra de la corrupción, esa que debilita a la democracia y a sus instituciones, y que, si bien nos afecta a todos, lo hace especialmente con los más pobres y necesitados”.
“Queridos hermanos: En esta celebración del Bicentenario, y a pesar de todo lo que hemos vivido y estamos viviendo, no nos dejemos robar la esperanza ni la alegría que brota de nuestra fe en el Señor y que nos da la fuerza de vivir. No pensemos nunca que nuestros trabajos y esfuerzos aquí abajo son del todo inútiles”.
El Arzobispo resaltó que ahora, en este tiempo, ya no está San Martín sino que “estamos nosotros, quienes tenemos la altísima responsabilidad de construir un Perú justo y reconciliado donde se viva el espíritu de las Bienaventuranzas”.
“Que Dios, nuestro Padre, bendiga al Perú y bendiga a Piura. Que Él nos conceda la esperanza que no defrauda”, concluyó.
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