Jorginho comenzó su carrera futbolística en Italia … ¡en un monasterio!

El centrocampista de la selección italiana, de origen brasileño, llegó a Verona con muchos sacrificios y fue huésped de los frailes, antes de "abrirse paso" en los campos de fútbol y convertirse en Campeón de Europa con Italia

Jorginho tenía un sueño en el cajón: convertirse en un futbolista famoso, y para hacerlo realidad comenzó su carrera en Italia… en un monasterio. ¡Así es!

Se lo cuenta a La Gazzetta dello Sport (8 de julio) Riccardo Prisciantelli, ex ejecutivo del Verona Calcio, club donde el jugador italobrasileño inició su carrera.

«Era 2007, me llama un empresario veronés que trabaja en Sudamérica. Me ofrece jugadores jóvenes, le digo que mi club no tiene presupuesto y si quiere los puede traer a Italia». Riccardo Prisciantelli ha grabado esos momentos en nuestra mente. En Verona fue director deportivo hasta 2010.

Jorginho, nacido y criado en la ciudad brasileña de Imbituba aunque de ascendencia italiana, llega a Verona para la prueba con los otros pequeños brasileños. Su manejo del balón impresiona a todos: «Iba camino al terreno de juego, el masajista me llamó porque había visto al joven regatear. Estaba extasiado».

El chaval convence, pero el club Gialloblù está en la parte baja de la Serie C, listo para cambiar de dueño.

«Lo confié a un monasterio»

Registrar nuevos jugadores es complicado, los problemas con el pasaporte hacen el resto: «Lo llevamos a entrenamientos y partidos en Berretti (los juveniles, ed.). Pasó mucho tiempo antes de que pudiéramos incorporarle. Era casi un infiltrado, no podía vivir en un internado con sus compañeros. Lo encomendé a una comunidad de sacerdotes para que le diera una cama y una comida caliente».

Photo by Michael Regan / POOL / AFP

Jorginho tenía solo 15 años y el sueño, que es convertirse en un futbolista famoso, pasó por un período de sacrificio en el monasterio. Pasó los días entre la formación y el apoyo de los frailes, ya que su familia, que era pobre, no podía moverse de Brasil.

«A los monjes – dice Prisciantelli – les hice donativos. Le daba al chico 20 o 50 euros cuando podía. Lo mismo hizo Rafael, el portero brasileño del primer equipo. Era la única forma que tenía de permitirle estudiar, aprender el idioma y jugar».

«Llamé a mi madre llorando»

Jorginho guarda buenos recuerdos de su experiencia en el monasterio, como explica en una entrevista al Corriere dello Sport (9 de julio). «Éramos seis en una habitación pequeña. Pero la gente nos trató de manera extraordinaria, nos cuidaban y la comida era increíble».

El problema era económico, sin embargo, ya que los 20 euros semanales con los que le pagaban, eran una miseria. «Llamé a mi madre llorando, diciendo que quería irme a casa y dejar el fútbol – revela Jorgihno – Mis padres siempre me habían dicho que la vida futbolística es dura y que habría gente horrible en la que no podía confiar, pero en ese momento yo le dije a mi madre que ya no quería vivir así».

Ella se niega: «Me impidió darme por vencido y volver a casa – dice Jorginho – Me dijo: ‘Has pasado por tanto, has vivido comiendo la misma comida durante días, sin agua caliente y ahora, por el dinero, ¿quieres rendirte? ¿Estás entrenando con el primer equipo y quieres salir? No te dejaré. La historia prueba que tenía razón».

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