San Pedro Crisólogo nació en Imola, Italia, alrededor del año 400, sin que se haya podido establecer con claridad la fecha exacta de su nacimiento. Estudió ciencias sagradas y fue formado por Cornelio, Obispo de Imola, quien le ayudó a comprender que la verdadera grandeza radica en el dominio de uno mismo y de las pasiones propias porque en ese esfuerzo somos capaces de acercarnos y alcanzar el espíritu de Cristo. También fue Cornelio quien lo ordenó diácono.
De acuerdo a una tradición muy antigua, a la muerte del Arzobispo de Rávena, el clero y el pueblo eligieron a su sucesor. Luego, pidieron al Obispo Cornelio que encabece la comitiva que habría de presentar el nombre del elegido al Papa San Sixto III en la ciudad de Roma, a la espera que este confirme al sucesor. Pedro -quien no era el candidato elegido- formaba parte de la comitiva del Obispo.
La noche previa al recibimiento de la comitiva, el Pontífice tuvo una visión en sueños de San Pedro Apóstol y San Apolinar, primer Obispo de Rávena, quienes le ordenaron que no confirmara a quien le fuese propuesto por la comitiva.
Siguiendo las instrucciones venidas del Cielo, el Santo Padre no aceptó a quien había sido elegido, y en su lugar propuso nada menos que a uno de los integrantes del grupo llegado de Rávena: Pedro, quien ya destacaba por su buen talante y elocuencia. El Papa, acto seguido, ordenó los arreglos pertinentes para su consagración. Una vez consagrado obispo, Pedro Crisólogo se trasladó de vuelta a Rávena, donde sería recibido con cierta frialdad.
Sin embargo, con el tiempo, los fieles encontraron en Pedro a un magnífico pastor. Su sencillez, cercanía y claridad para el discurso le valieron éxitos en la lucha contra las formas de paganismo presentes en su grey y corregir los abusos o desviaciones de la sana doctrina. San Pedro era de los que sabía escuchar con igual atención y caridad a humildes y poderosos; y siempre tenía una palabra precisa para todos. Nada de esto fue tarea fácil, todo lo contrario, pero su amor a la Eucaristía y su capacidad para alentar al pueblo a acercarse a Dios en la oración y los sacramentos -entre otras enseñanzas y buenos ejemplos, plasmados en sus sermones- hicieron que la gente empiece a llamarlo “Crisólogo” (“palabra de oro”). Pedro se había convertido en el “hombre de las palabras de oro”.
Al final de sus días, San Pedro Crisólogo retornó a Imola, donde murió el 31 de julio del año 451 (otras versiones señalan como fecha de su tránsito el 3 de diciembre del 450). Fue declarado Doctor de la Iglesia en 1729 por el Papa Benedicto XIII.
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