El cura que fue condecorado en Ecuador por darle de comer a los pobres

El padre Wilson Malavé ofrece alimentación diaria a más de 80 personas en la parroquia San Agustín de Guayaquil, acción que lo llevó a ser distinguido con la presea al Mérito de Héroes Urbanos

¡Qué imagen tan distinta! Hace unos años, el padre Wilson había llamado la atención de los medios de comunicación por aparecer mezclado entre los torcedores del equipo de fútbol ecuatoriano Barcelona de Guayaquil (Ecuador).

¿Qué hace un cura con un bombo en medio de una barra brava? Es la gran pregunta que surgía en aquel entonces.

Pero aquella, la de llevar esperanza a los hinchas más fanáticos del fútbol, no era su única faceta. Así fue reconocido recientemente a través su trabajo para con los más vulnerables en Guayaquil.

Un “héroe urbano”

Lejos del ruido de una cancha del fútbol, en la parroquia San Agustín, el padre Wilson ofrece alimentación diaria a 80 personas en situación de calle. Se trata de una iniciativa, tal menos más silenciosa que la otra, pero que ya tiene casi 10 años. Según recuerda una nota de la propia Arquidiócesis de Guayaquil, actualmente brinda alimentación a cerca de 550 personas de lunes a viernes.

El gesto y acción para con los más vulnerables ha llevado a recibir de parte de la Municipalidad de Guayaquil la presa al Mérito de Héroes Urbanos. La condecoración sucedió el pasado 25 de julio con motivo del aniversario de la fundación de la ciudad en base a su “destacado aporte en favor de la sociedad”.

Recibir a Cristo a través de una tarrina

 “El premio es tributo a un esfuerzo de todos los hermanos que apoyan en la obra del voluntariado ‘Señor de la Buena Esperanza’ que ha unido a todos los grupos de oración y a los benefactores en estos tiempos tan difíciles que estamos pasando donde hay mucha migración, familias disfuncionales, aumento del consumo de drogas o alcohol”, dijo Malavé al hacer referencia al premio.

Entre las personas beneficiadas –prosigue la Arquidiócesis de Guayaquil- hay ancianos, migrantes, madres solteras, vendedores ambulantes, indigentes, entre otros. Todos esos se congregan en la parroquia para recibir una tarrina con comida, pero también donación de ropa o hasta un sitio para bañarse.  

“La gente recibe a Cristo a través de una tarrina que está llena de amor, no es la comida sino el amor de quien dona lo poco o mucho que pueda tener para su prójimo”, concluyó este “héroe urbano” que sigue haciendo mucho ruido en Guayaquil sin necesidad ahora de bombos y platillos.

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