La última prueba que tuvo que superar “El Gordo” para meterse en la final no ha sido para nada sencilla y lo hizo con el desafío de tener que presentar un pulpo grillado. Sin embargo, el camino no estuvo exento de tropezones, desde algunos inicios un poco más bruscos con platos grandilocuentes, a su estilo, como hamburguesas, hasta los más delicados postres y presentaciones.
Sin embargo, el propio Juan Andrés reconoció que si bien sus conocimientos de cocina eran muy básicos -a través de campamentos, ollas populares y retiros-, el aprendizaje que ha tenido le servirá para seguir alimentando al prójimo con amor, pero también con estilo gourmet.
“Sería un sueño para mi levantar esa copa”, dijo Juan Andrés.
El día que sintió el abrazo de su madre
Más allá de todos los conocimientos que “El Gordo” ha adquirido, y su visible evolución en la cocina, en cada episodio también se hacía latente un espíritu de excelencia que iba acompañado con una buena respuesta hacia sus compañeros, todas personalidades de los más diversos rubros artísticos y profesionales del país.
En cuanto al humor y buen clima, una de las imágenes más famosas, en la previa de cada competencia, era verlos corear a todos el famoso “¡Hasta el cielo no paramos!”.
Pero uno de los momentos más emotivos se dio cuando los competidores recibieron la visita de un familiar. En el caso de Juan Andrés, quien se hizo presente para acompañarlo fue su madre, la persona que lo alentó y motivó.
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