Traemos aquí un caso llegado al consultorio: Parece que no casarse muestra que el amor es más "auténtico", pero...
Mi pareja y yo tenemos serios desencuentros debido a que ella parece olvidar lo que consideramos en un principio, como la mejor forma de relacionarnos – contaba en consultoría un joven inteligente recién graduado de la universidad.
– ¿A qué consideraciones te refieres? – le pregunte suponiendo la respuesta.
– Cuando decidimos vivir juntos sin contraer matrimonio, estábamos seguros de que así tendríamos menor compromiso o responsabilidades, y que, de tener conflictos, nos separaríamos sin menor problemas o tramites.
Entonces, no nos imaginábamos fundando una familia y envejeciendo juntos, más lo cierto es que hoy nos amamos, y cambiamos de parecer.
Ambos sabemos, que, bajo ciertas condiciones, podemos tener la figura jurídica de concubinato, más en lo personal, sigo pensando que nuestra relación es más autentica, por ser libre – argumentó muy convencido.
– Bueno, el matrimonio también se contrae libremente, y no le resta autenticidad el que se realice con formalidades, si a eso te refieres – le conteste con aplomo.
Pero dime… más allá de las premisas de que partieron ¿qué es lo que verdaderamente te preocupa?
– Pasa que ahora si deseamos fundar una familia, solo que mi pareja también desea contraer matrimonio, y me he negado. Más, hay algo que en lo personal no logro ver claro, y eso me causa inquietud.
– Esa inquietud habla de vínculo moral que existe entre ustedes, que da lugar a la obligación en conciencia, con respecto del deber ser. Se trata por ello, de rectificar la intención.
Es así que te propongo partir de una primera realidad: el matrimonio y la familia, son instituciones de derecho natural, y no una una mera construcción social o institucional de la legalidad vigente.
Compromiso es libertad
Significa que el matrimonio corresponde a la estructura más profunda del ser de la persona, por lo que la implica íntegramente desde lo espiritual, hasta los más psicosomático. Dicho de otra forma, el matrimonio sigue a toda la naturaleza de la persona.
Siendo así… ¿Qué es lo que haría de ustedes un matrimonio natural y no otra cosa? ¿Es decir, sin estar casados o estándolo por lo civil o religioso?
– ¿La intención de formar una familia?
– Exacto, esa intención cambiaria la esencia de su relación.
– y… ¿Cuál es su esencia?
– Es la unión en sus naturalezas de varón y mujer, desde su ser, para realizar la obra del matrimonio, en unos fines que le son propios, como la ayuda mutua y el engendrar y educar a los hijos.
Esto solo es posible a través de un consentimiento, que solo puede brotar de su libre voluntad, y que impacta de tal forma en su naturaleza personal, que crea una responsabilidad moral y jurídica, es decir, con las obligaciones y derechos propios de un matrimonio.
– Bien, sin embargo, hay una pieza que me falta encajar en lo que dice, y que acepto como cierto.
– Explícamelo.
– Si por naturaleza estamos constituidos para el matrimonio natural y fundar una familia … ¿Por qué no quedarnos libremente en concubinato?
– Primero respóndete a ti mismo, si, siendo libre respecto de tu pareja, te decidirías por serlo para ella, en un amor pleno y total.
– Si definitivamente.
– Bueno esa pieza que falta, encaja en el proyecto de un matrimonio, tanto natural como formal, si se entiende que la madurez de la libertad, es la responsabilidad; la madurez de la responsabilidad, es el compromiso; la madurez del compromiso es el amor, y la madurez del amor es la fidelidad.
– La verdad es que, en ese orden, lo concluyente es que, si a ella la hago feliz con el matrimonio formal, que nos afirma aún más en nuestra libertad y compromiso, no veo entonces porque no hacerlo.
Le prometo que lo vere seriamente con mi pareja, y habremos de tomar la mejor decisión
Cualquier empleo de la libertad, en la que la persona no se emplee enteramente, es poca libertad. Significa que invertir enteramente la libertad humana en lo inferior a ella, es el peor negocio posible.
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