América Martínez: mi matrimonio con Alejandro Fernández por la Iglesia no lo anularía nunca

América se pone bajo la protección de Dios, la Virgen y del Papa Francisco, pues pide no ser juzgada ni condenada, antes pide oraciones por ella y por Alex Fernández

América Martínez nació en la Ciudad de México, y desde muy chica vive en la ciudad de Guadalajara, a muy corta edad se enamoró del potrillo Alejandro Fernández y Alejandro de ella se enamoró locamente, llegando a muy temprana edad a los altares de la iglesia católica.

Hoy América habla con paz, tranquilidad y sin resentimientos de esa relación que fue bendecida por Dios y asegura que por acuerdo de ambos jamás anularían su matrimonio, porque están conscientes que lo hicieron por amor y, el fruto de ese amor, son sus tres hijos maravillosos.

América también habla de su matrimonio con Alex no con amargura, si no como una oportunidad de amar a sus hijos plenamente para poderles transmitir la fe católica, sin sembrar rencores innecesarios.

Hoy aún América cuando ve a Alejandro no olvida darle la bendición como cuando todo su amor inicio… América se pone bajo la protección de Dios, la Virgen y del Papa Francisco, pues pide no ser juzgada ni condenada, antes pide oraciones por ella y por Alex Fernández.

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@meraguin

–Compártenos, ¿quién es América?

Tengo dos hermanas. Estudié la carrera de Arquitectura y me gusta mucho el arte. Toco la guitarra, mis hijos también tocan algún instrumento y mi mamá canta hermoso. En mi familia nos encanta la música. Soy una mujer muy tranquila, disfruto mucho estar en mi casa y mis hijos son mi vida.

–¿Te defines como una mujer tradicional?

Sí. Eso es lo que yo vi en mi casa con mi mamá. Siempre cuidé personalmente a mis hijos. Con Alex, el primero, no necesité enfermera para sus cuidados, pero sí con las gemelas porque fueron prematuras, pero siempre estaba ahí. Yo decía: “Pues a dónde voy que más valga, ¡qué mejor que dedicarme a mis hijos!”. En un tiempo, cuando me separé, puse un gimnasio y me fue muy bien, pero también vi que, por más que trataba de organizarme, las cosas del negocio me absorbían y perdía tiempo con mis hijos.

–¿Has cumplido tus sueños?

Sí. Uno de mis sueños siempre fue formar una familia unida y estar con mis hijos. Me apasionan cosas muy simples: compartir con mi familia, estar con mis papás, con mis hermanas; me gusta mucho viajar y, si los viajes son en familia, me gustan aún más. Como dice una amiga: “yo me divierto hasta con la cola del gato” porque si simplemente nos ponemos en el sillón a ver una película, me divierto y disfruto.

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–¿Has podido ejercer tu profesión cómo Ingeniera Arquitecta?

Sí. Cuando recién me separé, junto con un profesor, pusimos un despacho e hicimos algunos proyectos, pero después puse el gimnasio. Después hice proyectos solo para amigos y familia y con esos tengo alimentada la vena de arquitecta.

–¿Qué significa para ti Dios y la fe católica?

Para mí Dios es todo, al igual que la fe. Crecí en una familia religiosa, entonces, Dios y la Virgen son el pilar de mi vida, de la vida de mis hijos y siempre estoy agradecida porque he visto los milagros que han hecho en mí en todos los aspectos. Mi fe en Dios está y estará por siempre.

Tengo en mi casa un altar a la Virgen y mis hijos vienen y piden. También tengo mis cirios, los cuales enciendo cuando alguien tiene una necesidad.

–Hemos visto en redes sociales que presumes el matrimonio de tus padres y el hecho de que tus hijos hayan recibido los sacramentos.

Creo que uno tiene que ser congruente con los principios y debes dirigir a tu familia a esos mismos valores. Mis papás cumplieron 52 años de casados y mucha de nuestra fe viene de mi mamá, que es muy piadosa. Yo sé rezar el Rosario completo gracias a ella. A mis hijos también quise inculcarles la esperanza y la importancia de tener a Cristo en su corazón por medio de los sacramentos. Ahora, mi hija Camila ya se casó por la Iglesia y mi hijo Alex está por hacerlo.

–Háblanos de tus hijos.

Con Alejandro tuve tres hijos: Alex y las gemelas Camila y América. Camila y Alex decidieron dedicarse a la música y América prefiere la moda y el arte, es muy creativa. Me da mucho orgullo que mis tres hijos sean muy trabajadores, que hayan buscado hacer sus caminos en el aspecto personal y profesional. Camila me hizo abuela por primera vez y estamos encantados con Cayetana.

–¿Qué piensas del aborto? ¿Eres provida?

Creo que el aborto es ignorancia de la gente en todos los sentidos. Creo que las chavitas no tienen el conocimiento verdadero de lo que significa que te practiquen un aborto ni las consecuencias que puede traer. A veces las chavitas no saben qué hacer, no saben en dónde pedir ayuda y terminan recurriendo a un aborto.

–¿Has tenido momentos difíciles en tu vida?

He tenido muchos porque la vida no es color de rosa. He tenido momentos difíciles en los que me he acercado mucho a Dios y siempre me ha respondido. Cuando me separé, renegué de Dios. Me preguntaba por qué mi matrimonio se había perdido si yo me había casado para toda la vida; por qué lo estaba perdiendo si era una buena hija, una buena hermana, una buena novia, esposa, mamá. Me parecía algo injusto y decía: “Si Dios es tan justo y tan bueno, por qué me está mandando esto si no le he fallado”. Con el tiempo me di cuenta que Dios hizo todo por mi bien. Cuando voltee hacia atrás y vi que mi presente estaba mejor, me di cuenta que me aferraba a cosas y que Dios tenía otro plan para mí. Creo que Dios sí me dio una mejor opción en mi vida.

Fue Alejandro el amor de tu vida.

Claro, lo amaba. Empezamos a ser novios desde los 14 años, nos casamos cuando yo tenía 21 y el 22 y creí que sería para toda la vida. Cuando nos separamos fui a hablar con el padre Ángel Espinosa de los Monteros y le dije: “¿Qué hago? Porque mi vida no está bien”.

El padre me dijo: “Bueno, el matrimonio es para toda la vida, pero con una vida digna, no llena de sufrimiento. Dios no quiere eso para ti”. Me costó mucho trabajo. El padre también habló con Alejandro y al final de cuentas nos separamos.

Pero eso sí, mi matrimonio por la Iglesia no lo anularía nunca. Fue un acuerdo de ambos, porque estamos conscientes que lo hicimos por amor y, el fruto de ese amor, son nuestros tres hijos maravillosos.

¿Qué piensas de las palabras del Papa Francisco cuando se refiere a cómo debe acoger la Iglesia a los divorciados?

Yo admiro mucho al Papa Francisco porque creo que vino a darle a la Iglesia un punto más ubicado en la realidad. Cuando recién me separé, me encontré con personas que me decían que ya no podía comulgar, que no podía acercarme a la Iglesia como lo hacía antes y yo me preguntaba: ¿Por qué si yo no fallé?

Alguna vez, platicando con un sacerdote que era mi primo, me dijo que yo tenía todo el derecho de seguir acercándome a Dios y recibir la comunión pero, aun así, me seguía topando con diferentes situaciones. Hoy sé que Dios me acoge y me ama a pesar de las situaciones por las que haya pasado, mientras quiera estar ahí y mantener la fe.

–El Papa Francisco también ha dicho que si la pareja está divorciada no debe tomar a los hijos como rehenes ni hablar mal el uno del otro. ¿Qué piensas al respecto?

En realidad los hijos no tienen la culpa de las circunstancias. Si hacemos algo así, imagínate, estamos dañando nuestro propio hijo. Él no tendrá otro papá, no tendrá otra mamá, por eso ambos deben amarlos y tener una relación con ellos por igual a pesar de los defectos, sin juzgar la situación. Yo siempre rezo por el papá de mis hijos, pido por su salud y, cuando puedo, le doy la bendición.

¿Por qué sigues creyendo en el matrimonio?

Mis hijas en una etapa dijeron “no me quiero casar”, y les dije que el matrimonio es una institución valiosa que da estabilidad emocional. Les dije: “cásense y tengan a sus hijos dentro de un seno familiar y verán que van a estar muy contentos”. Y un día las niñas me dijeron que sí, que sí se querían casar.

–Eres feliz

Soy feliz porque no tengo resentimientos. El que tú estés libre de resentimientos y rencores en tu corazón, te hace encontrar la paz. Y no es de un día para otro, es algo que se debe trabajar poco a poco con ayuda de Dios. Tu vida es una sola, así que piensa cómo la quieres vivir y con qué calidad.

¿Cómo está tu relación con Dios?

Excelente. Ahora sé por qué Dios hace las cosas. Dios me ha dado bendición tras bendición. Él siempre ha estado presente; me siento plena y agradecida con Dios.

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