En su discurso, el Santo Padre advirtió que “nuestro tiempo está marcado por un individualismo y una indiferencia que generan soledad”, una situación que hace que “se desechen tantas vidas”.
Más tarde, el Papa Francisco aseguró que “la respuesta cristiana no está en la observación resignada del presente ni en el lamento nostálgico del pasado, sino en la caridad que, animada por la confianza en la Providencia, sabe amar su tiempo y, con humildad, da testimonio del Evangelio”.
Tomando como ejemplo a San Camilo de Lelis, fundador de la Orden, el Papa animó a los presentes “a mirar la realidad del sufrimiento, la enfermedad y la muerte con los ojos de Jesús”, algo que “requiere una dócil apertura al Espíritu Santo, que es el alma de todo dinamismo apostólico”.
A continuación, el Papa Francisco destacó dos dimensiones esenciales de la vida cristiana; “el deseo de un testimonio extrovertido y concreto hacia los demás y la necesidad de entenderse a sí mismo según los cánones de la pequeñez evangélica”.
“Por eso, os invito a extraer siempre de nuevo la sabiduría de las Bienaventuranzas, para llevar, con mansedumbre y sencillez, la buena nueva a los pobres y a los últimos de hoy”, dijo el Papa Francisco.
Además, aseguró que "el bien que se da a una hermana o a un hermano que sufre es un don que se da al mismo Jesús", y que aquello "que se vive y se ofrece cada día con alegría, aunque sea invisible a los ojos del mundo, no se pierde nunca, sino que, como una semilla caída en la tierra, germina y da fruto”.
También animó a los presentes a no descuidar “el recuerdo del primer amor con el que Jesús conquistó su corazón”, refiriéndose a la llamada de Jesús a la vocación para “renovar siempre su elección de vida consagrada desde las raíces”.
“Os animo a colaborar con el Espíritu Santo en la búsqueda de todos los modos de vivir su carisma de misericordia, valorando también de las formas más oportunas la colaboración con los laicos, en particular con los agentes sanitarios. Cultivar entre vosotros y con todos la espiritualidad de la comunión os ayudará a discernir mejor lo que el Señor quiere de vosotros”, defendió el Papa Francisco.
Por último, el Pontífice agradeció a los Padres Camilianos su servicio a la Iglesia y subrayó que “si queremos ofrecer a la gente un buen ‘hospital de campaña’, donde los heridos puedan encontrarse y sentir la cercanía y la ternura de Cristo, no podemos prescindir del carisma de San Camilo de Lelis”.
“Les corresponde dar sus manos, sus pies, su mente y su corazón a este don de Dios, para que siga suscitando las obras de Dios en nuestro tiempo”, dijo por último el Papa Francisco.
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