San Isidro empezaba cada jornada asistiendo a Misa muy temprano. Sin embargo, a veces, por ese motivo, se retrasaba un poco en llegar al campo a trabajar. Sin querer despertó la cólera de varios de sus compañeros, quienes lo acusaron con el patrón de holgazán.
El dueño de las tierras verificó que la acusación era cierta -el Santo sí solía retrasarse un poco- pero quedó impactado al ver que, mientras Isidro no llegaba, los bueyes con los que trabajaba movían el arado como si él los estuviera guiando. Así, corrió el rumor de que mientras Isidro estaba en Misa, un ángel cubría su puesto en el campo.
Cuando los musulmanes invadieron la ciudad, muchos católicos se vieron obligados a huir a zonas más apartadas. San isidro fue uno de ellos y por eso experimentó el sufrimiento de los migrantes y las necesidades por las que pasa quien tiene que trabajar en un lugar desconocido. Aún así, Isidro visitaba a pobres y enfermos, sin descuidar a su esposa e hijo, con los que se le veía pasear de vez en cuando por los campos. Se dice que un día, el niño cayó con una canasta a un pozo muy profundo. Los santos esposos corrieron a ayudarlo pero no encontraban la forma de rescatar al muchacho. Entonces, se arrodillaron a rezar con tanta fe que las aguas del pozo empezaron a subir y el pequeño apareció en la superficie dentro de la canasta, sano y salvo.
Al retornar a Madrid, San Isidro volvió a trabajar en una finca y, previsiblemente, dada su forma de ser, los otros peones lo acusaron de laborar menos que todos; la razón: andar rezando y quedarse mucho tiempo en el templo. Grande fue la lección que recibieron sus acusadores cuando se hizo el inventario: la parcela a cargo del Santo produjo el doble que las de los demás.
San Isidro murió el 30 de noviembre de 1172. Su fiesta se celebra cada 15 de mayo y la de su esposa, Santa María de la Cabeza, el 9 de septiembre. San Isidro es patrono de Madrid.
Más información en el especial de San Isidro Labrador.
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