En su mensaje dirigido a los presentes, el Papa aseguró que “la política es encuentro, reflexión, acción y ante todo un arte del encuentro”.
A continuación, el Papa Francisco afirmó que, como cristianos, no podemos contentarnos “con un diálogo superficial y formal, como esas negociaciones a menudo hostiles entre partidos políticos”.
“Estamos llamados a vivir el encuentro político como un encuentro fraterno, especialmente con aquellos que están menos de acuerdo con nosotros; y esto significa ver en aquel con quien dialogamos a un verdadero hermano, a un hijo amado de Dios”.
Para lograr esto, el Papa aseguró que es necesario “un cambio de mirada hacia el otro, un respeto acogedor e incondicional hacia su persona”.
“Si no se produce este cambio de mentalidad, -advirtió el Papa-, la política corre el riesgo de convertirse en una confrontación, a menudo violenta, para hacer triunfar las propias ideas, en una búsqueda de intereses particulares en lugar del bien común, en contra del principio de que la unidad prevalece sobre el conflicto”.
Para el Santo Padre, la política desde una visión cristiana “es también reflexión y la formulación de un proyecto común”, donde se busca el bien común y no solamente existe “una confrontación de intereses contrapuestos”.
“Todo ello es posible teniendo como brújula el Evangelio, que aporta al mundo una visión profundamente positiva del hombre amado por Dios”, dijo a continuación.
El Papa Francisco también explicó que “la política es acción” y que como cristianos “tenemos que comparar siempre nuestras ideas con la profundidad de la realidad, si no queremos construir sobre arena que tarde o temprano acaba derrumbándose. No olvidemos que la realidad es más importante que la idea, no se puede hacer política con la ideología”.
Por último, el Papa habló de la importancia del “asombro”, aquello que “hace sentir que estoy en Jesús, con Jesús. El asombro de ver la grandeza del Señor, la grandeza de su Persona, la grandeza de su programa, de sentir la grandeza de las Bienaventuranzas como programa de vida. Y luego el recuerdo, la esperanza, el asombro. El pasado, el futuro y el presente: no hay futuro sin el presente, y no hay esperanza sin asombro”, concluyó.
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