El arrepentimiento de quienes se cambiaron de “género” merece escucharse, afirma expaciente

, 01 Jul. 21 (ACI Prensa).- La expaciente Grace Lidinsky-Smith lamentó que los activistas oculten las historias de personas como ella que se arrepienten de haberse sometido a la “transición de género”, y resaltó la importancia de conocer estos testimonios para que las personas no caigan en estas terapias.

Lidinsky-Smith señaló en un ensayo publicado el 25 de junio en Newsweek que no es la única persona que se arrepiente de las terapias hormonales y cirugías incorrectamente prescritas por proveedores médicos que operan bajo un cuestionable estándar de atención.  

“Puede que los activistas no quieran admitirlo, pero no estoy sola en mi arrepentimiento”, señaló.

Lidinsky-Smith subrayó que su búsqueda la llevó a descubrir otros “detransicionistas” con historias similares y resaltó que algunas personas detuvieron rápidamente el procedimiento de transición de género, mientras que “otras tomaron hormonas durante años y se sometieron a múltiples cirugías antes de decidir que el camino no era el adecuado para ellas”.

Por ello, subrayó la necesidad de hacer visible y preocuparse “por las personas que han sido heridas por el tratamiento médico transgénero, que se administra cada vez más a pacientes en la adolescencia”.

Lidinsky-Smith también habló sobre su vida en una entrevista para 60 Minutes de CBS News en mayo de 2021, un episodio que resultó controvertido incluso antes de transmitirse, ya que los activistas transgénero pedían que se censurara o cancelara.

“Fui a ’60 Minutes’ porque quería que la gente entienda que la medicina trans no siempre se administra de manera responsable y segura”, señaló en su ensayo. “Sabía que mi transición me había lastimado gravemente y no era la única”, agregó.

Ella señaló que a los 20 años se había convertido en una persona “depresiva y con disforia de género después de años de obsesión por cuestiones de identidad”.

“Finalmente, pensé que había encontrado mi camino: la transformación total con la transición médica, para vivir como un hombre”, resaltó. “Comencé mi transformación con inyecciones de hormonas. Cuatro meses después, me extirparon los senos en el procedimiento quirúrgico conocido como ‘cirugía superior’”, agregó.

Lidinsky-Smith indicó que un año después “estaba acurrucada en mi cama, agarrándome las cicatrices de la doble mastectomía y llorando de pesar” y señaló que está segura que fueron otros factores los que motivaron su decisión de buscar una transición de género.

“Tuve el entorno más propicio para la transición: fácil acceso a hormonas, una comunidad reafirmante y cobertura de seguro”, dijo. “Lo que no tenía era un terapeuta que pudiera ayudarme a escudriñar los problemas subyacentes que tenía antes de tomar decisiones médicas serias”, lamentó.

Indicó que, en cambio, fue diagnosticada con “disforia de género y mi médico me dio luz verde para comenzar la transición en la primera visita”.

Según Lidinsky-Smith, los “detransicionistas” ven varias causas fundamentales que, en retrospectiva, contribuyeron a su decisión de “hacer la transición” de género, como problemas de salud mental no tratados, una crisis importante, trauma de abuso sexual, autismo no diagnosticado o una lucha por aceptar la orientación sexual.

“Para muchos, el arrepentimiento y el dolor fueron intensos, como lo fue para mí”, continuó. “En muchos sentidos, no hay ‘vuelta atrás’. Muchos de nosotros nos preguntamos: ‘¿Por qué mi terapeuta no me ayudó a resolver mis problemas subyacentes de antemano?’”, remarcó.

Lidinsky-Smith es presidenta de Gender Care Consumer Advocacy Network, una organización que lucha contra la prohibición legal de la “atención trans” y que busca mejorar las prácticas y la responsabilidad de los proveedores médicos.

Asimismo, aboga por una atención médica competente, incluido el derecho a un tratamiento reparador de cirugías u hormonas que hayan causado un “trauma físico o emocional” y por el acceso a información precisa y profesionales en temas legales.

Lidinsky-Smith respalda los estándares de WPATH, la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero, a los que califica como “generalmente aceptados”, pero lamentó que no exista ningún requisito para que se sigan estos estándares.

“En mi propia odisea médica, no recibí la mayor parte de la exploración terapéutica recomendada por los estándares de atención de WPATH”, dijo. “Me dejaron a mi propio autodiagnóstico”, lamentó.

Sin embargo, el profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, Paul McHugh, indicó que “sin evidencia científica firme”, la comunidad médica no debe seguir los estándares de WPATH.

La propia asociación pro-transgénero señala que “no se han realizado ensayos clínicos controlados de ningún régimen de hormonas feminizantes/masculinizantes como para evaluar la seguridad o eficacia en la transición física”, señaló.

McHugh resaltó que el hecho que algunos pacientes sometidos a la reasignación de sexo deseen retroceder y volver a su identidad biológica sugiere que esta reasignación “conlleva un riesgo psicológico y físico considerable”.

El profesor lamentó que incluso en entornos de apoyo, muchos de los que se someten a dicha cirugía “siguen traumatizados, a menudo hasta el punto de suicidarse” y pidió que no se aliente el uso del protocolo de WPATH.

“No solo no aborda los problemas de raíz que causan el malestar clínico, sino que también hace que sea más probable que los pacientes sigan adelante con la terapia hormonal y la alteración física de su cuerpo”, señaló.

McHugh indicó que la terapia hormonal no mejoró la prevalencia de intentos de suicidio entre los pacientes y subrayó que más bien “aumentó el riesgo de enfermedad cardiovascular, eventos cerebrovasculares y tromboembólicos, osteoporosis y cáncer”.

“Se observaron pruebas de un aumento en la mortalidad, las tasas de suicidio o la muerte por el uso de drogas ilícitas”, agregó.

El profesor dijo que también hay una falta de “apoyo científico para la cirugía de reasignación de sexo” y señaló que el Centro Médico Johns Hopkins suspendió la intervención quirúrgica después de un estudio de 1979 sobre la eficacia de este tipo de tratamiento.

Otros estudios han mostrado consecuencias negativas de la intervención quirúrgica, incluido un aumento significativo de intentos de suicidio.

McHugh agregó que, en el caso de niños y adolescentes, los niños alentados a vivir como el sexo opuesto tienen problemas graves para volver a asumir su propio sexo, debido a cómo las acciones repetitivas afectan el cerebro, y remarcó que los bloqueadores de la pubertad tienen riesgos para la salud que incluyen deterioro del crecimiento óseo, interferencia con el desarrollo del cerebro y deterioro de la fertilidad.

Lidinsky-Smith citó un nuevo escrutinio del campo médico provocado por el caso de Kiera Bell, una mujer que indicó que el personal de atención médica alentó erróneamente su transición de género.

En respuesta, un tribunal superior del Reino Unido dictaminó en 2020 que los pacientes menores de 16 años podrían carecer de la capacidad para dar su consentimiento a los bloqueadores de la pubertad.

Lidinsky-Smith preguntó: “¿Por qué la resistencia a escuchar historias difíciles e incluso negativas sobre la atención médica transgénero?”.

“Cuando los activistas esconden historias como la mía debajo de la alfombra y tratan de silenciar las historias de negligencia médica, solo protegen a los médicos, no a los pacientes”, señaló. Si no buscamos decir la verdad “más personas, especialmente jóvenes, se les venderá atención trans de talla única que puede causarles cicatrices y arrepentimientos de por vida”, lamentó.

Traducido y adaptado por Harumi Suzuki. Publicado originalmente en CNA.

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