Hay conciencia de que podría ser el evento más importante del pontificado de Francisco
Tal vez, desde el Concilio Vaticano II, sea este proceso sinodal –como dijo un cardenal, que no es un evento sino un proceso- lo más trascendental que la Iglesia haya vivido después del Vaticano II.
Por supuesto, habrá que esperar el desarrollo de un par de años y evaluar la manera cómo la comunidad eclesial lo vive y lo decanta, para calibrar su verdadero impacto sobre la vida de la Iglesia. Pero es un hecho de gran envergadura y quizá no todos estén visualizando su verdadera significación.
Aleteia conversó con dos personajes claves en el desarrollo del asunto en Venezuela. También con un laico venezolano, el teólogo Rafel Luciani quien, «prestado» a Roma, desempeña un importante papel dentro del proceso sinodal.
El obispo de La Guaira y segundo vicepresidente de laConferencia Episcopal Venezolana (CEV), Raúl Biord Castillo, nos precisó importantes puntos a tener en cuenta sobre el Sínodo. Igualmente, el padre José Antonio Da Concienciao, quien ejerce de párroco en una populosa zona cercana a Caracas y funge como referente del sínodo para Venezuela. Ambos aportaron interesantes ideas para comprender el evento y la utilidad de participar activamente, como laicos, en su dinámica.
El papa Francisco, apenas elegido, convocó un sínodo. Allí se tratan temas de importancia para la vida de la Iglesia. En los primeros siglos de la Iglesia esto era frecuente como escenario para tratar los temas comunes y marcar el camino de la Iglesia.
Cuando el Papa, en el 2015 –con menos de dos años de haber sido elegido, lo invitan para celebrar los 50 años de la institución del sínodo, dijo una frase muy importante:
“El camino que Dios espera en la Iglesia para el tercer milenio es la Sinodalidad”.
La Iglesia intenta evaluarse a la luz de tiempos complejos
Biord, uno de los teólogos más reconocidos del episcopado venezolano, explica:
“Sinodalidad significa caminar juntos, lo que es una nota constitutiva de la Iglesia pues Iglesia en griego significa Asamblea, o sea, estar juntos. Pero no estáticamente sino haciendo juntos un camino. Es por ello que, habiendo realizado recientemente tantos sínodos donde la Iglesia piensa sobre sí misma y se evalúa, estamos, de hecho, viviendo una actualización sobre el Concilio Vaticano II»
«La Iglesia se está evaluando a sí misma. Es la autocomprensión de la Iglesia sobre el mundo contemporáneo, cómo estamos viviendo los problemas sinodales, si estamos o no escuchando a esta época de la humanidad. Y escuchar no es oírnos a nosotros mismos o a quienes piensan igual, sino ser capaces de escuchar a todos”, continúa.
La Iglesia se analiza, se escucha en toda su apasionante variedad de carismas, de pareceres, de realidades diferentes y de maneras de vivir este tiempo y se pregunta cómo está cumpliendo, cómo está respondiendo a los desafíos de un momento tan complejo. Surge esta oportunidad de revisar todos esos procesos en un mundo que parece no escucharse en lo absoluto. En el seno mismo de la Iglesia no escuchamos. Como dice el papa Francisco, vivimos entre chismes y críticas. Un buen ejercicio, particularmente, para un país como Venezuela donde la disposición a escucharnos es inexistente en tiempos de irritación y desesperanza.
La perniciosa autorreferencialidad, una forma de egoísmo
“Recordemos –sugiere el obispo- al papa Francico todavía de cardenal, en las reuniones previas al Consistorio, cuando decía que uno de los graves problemas de la Iglesia es la autorreferencialidad. Muchas personas e instituciones se han convertido en autorreferenciales, se miran en el espejo a sí mismos pero no son capaces de escuchar a los demás e interpelarse para ver qué problemas tienen. En el fondo es una expresión de egoísmo y la solución es ampliar los espacios de participación”.
La Iglesia tiene claro –y el Papa se refiere a ello con frecuencia- que se mueve entre ser un pueblo, el pueblo de Dios y, no siendo democracia, tampoco es monarquía. Ya lo dijo el propio pontífice hace días. Durante la ceremonia de entrega de la medalla honorífica de San Pio IX a dos veteranos periodistas que informan sobre el Vaticano, dijo textualmente:
«La Iglesia no es una organización política que tenga en su interior la derecha y la izquierda como sucede en los parlamentos. Tampoco es una gran empresa multinacional con jefes manager que estudian cómo vender mejor su producto» (…) Cada vez que cae en esta tentación mundana, la Iglesia sin darse cuenta cree tener luz propia, y se le olvida que en realidad es mysterium lunae”.
“A todos los niveles –enfatiza Mons Biord- un párroco necesita distintos consejos de pastoral, de asuntos económicos, para poder escuchar a la comunidad y tomar decisiones sobre el camino a seguir. Igual un obispo en su diócesis. Hay que buscar la participación, no sólo de los sacerdotes, sino también de los diáconos, las religiosas, los laicos todos. Es la única manera de discernir bien. Es por ello que este sínodo, siendo de obispos, amplía la base, pero no sólo en la escucha sino también en la participación real. En ese espíritu trabaja la Conferencia Eclesial de América Latina y el Caribe”.
Una excelente experiencia venezolana
El Concilio Plenario de Venezuela representa una excelente iniciativa, llevada adelante hace algunos años, que se adelantó a este esfuerzo sinodal de escucha y participación. Fue dirigido por un pastor de mente privilegiada, Mons Ramón Ovidio Pérez Morales.
“Nosotros – rememora Mons Biord- hicimos un Concilio Plenario, somos una de las pocas Iglesias que ha realizado un Concilio que duró 10 años. Fue un proceso, pues los procesos históricos requieren tiempo. Quienes hoy organizan este Sínodo, en particular estuve conversando con el Cardenal Grech, están muy interesados en saber de nuestra experiencia, de cómo lo hicimos. Fueron 10 años, todos los obispos, reunidos con 300 personas entre laicos y religiosos, pensando a la Iglesia en Venezuela e intentando delinear un proyecto unitario, el cual se logró”.
Esos logros están contenidos en casi una veintena de documentos. No es exagerado decir que tal vez por ese tipo de participación mancomunada que desde siempre ha ensayado la Iglesia en Venezuela hoy esté tan preparada, humana y organizacionalmente como institución, para dar respuesta a los asuntos que le competen y acompañar de manera tan solidaria y eficaz al pueblo venezolano en su peor momento político y social.
Da Concienciao, referente del sínodo en Venezuela da cuenta de cómo van las cosas. Apoyándose en el vademécum, un especie de manual de instrucción acerca de cómo organizar la participación, nos adelanta:
“Prácticamente todas las diócesis en Venezuela ha cumplido con la fase celebrativa inaugural, declarando comenzado el sínodo en nuestra fase diocesana. Ya cada diócesis tiene su referente local y están constituyendo los equipos para preparar los distintos instrumentos en función de dialogar sinceramente y escuchar pacientemente”.
En Venezuela se busca con afán el protagonismo de los jóvenes. Ellos manejan las nuevas tecnologías para que contribuyan a generar plataformas que faciliten la tarea con imaginación y sencillez.
Es tiempo de Sínodo
Rafael Luciani, coordinador de estudios teológicos del Boston College y actualmente asignado como miembro de la Comisión Teológica del Sínodo en Roma, nos comentó sobre sus expectativas:
“Se trata de una nueva convocatoria que hace el papa Francisco para que la Iglesia se revise y discierna sobre la situación en que actualmente se encuentra”.
Y no es para menos. El Papa ha venido señalando sin tapujos los problemas que para la Iglesia representan los vicios, enfrentamientos, la falta de compromiso y coherencia en el comportamiento de sus miembros, sean laicos o religiosos. Hay deterioro, desvíos e inconsecuencia. Hay desgaste y cansancio.
Es tiempo de pensar y repensar. Es tiempo de reunirse y sincerar las cosas. También es tiempo de Sínodo y eso lo ha visto claro el Santo Padre.
Continúa Luciani:
“La idea es generar un proceso de renovación. En este caso –precisa- no es un sínodo como los anteriores donde se trataba un tema, bien sea la familia, los jóvenes o el reciente para la Amazonía. Estamos ante un evento que quiere discernir sobre lo que la Iglesia misma es y su misión en el mundo y por eso se habla de Sinodalidad. Hablar de sínodo significa hablar de Iglesia, como ya lo han dicho los Padres de la Iglesia”.
Construir consensos
Y es cierto. El primer milenio ha sido muy enriquecedor para la vida de la Iglesia, con obispos como San Cipriano que siempre solía decir que él tomaba el consejo del presbiterio pero luego debía construir el consenso con el pueblo para poder tomar una decisión. La Sinodalidad tiene que ver con ese modo de proceder.
“Una Iglesia –describe Luciani- que debe articular consensos para poder avanzar en la vida eclesial. Por ello, la convocatoria a este sínodo es realizada por el papa Francisco en medio de un contexto de época y de Iglesia en que el modelo actual de la institución está en crisis”.
Ya lo hemos visto en los últimos años. Crisis de abusos, de clericalistas, de escucha, de faltas a la caridad fraterna y hasta de hechos de corrupción a los que los papas han hecho frente. Sobre todo Francisco en su pontificado. Por lo mismo polémico, pero es una coyuntura difícil que requiere de consultas a toda la Iglesia para enfrentar, mirando a los tiempos por venir, toda esta serie de rasgos que han venido socavando la credibilidad eclesial.
“Hoy en día –dice- a la luz de la sinodalidad, quieren revisarse y poner en marcha un programa de renovación de las estructuras eclesiales. Es por ello que todo este proceso, a lo largo de dos años, incorporará a las diócesis, es decir, a las Iglesias locales y todos nosotros debemos también participar, involucrarnos a través de la consulta”.
Una manera nueva de proceder en la Iglesia
Aclara que, cuando no tengamos posibilidad de hacerlo a través de nuestras diócesis o comunidades, igualmente se puede hacer –como lo dice el documento preparatorio y el vademecum- directamente a través de la Secretaría del Sínodo. Toda esa información se puede descargar de la página web del sínodo de los obispos.
Estamos en un momento muy importante puesto que marca un antes y un después en el que la Iglesia quiere discernirse planteándose nuevos desafíos.
“La Sinodalidad –agrega Luciani- es una manera de entender que la Iglesia es, toda ella, pueblo de Dios, lo que supone que laicos y religiosos tanto como autoridades, sacerdotes, todos estamos en igualdad de condiciones a la luz del bautismo. Estamos en relaciones horizontales que son las que construyen comunidad. Insisto, se trata de una manera nueva de proceder en la Iglesia que, poco a poco, irá cambiando a las parroquias, a los seminarios y a todas las instituciones que hacen vida eclesial. Por eso es tan importante que participemos en estos dos años en que nuestra Iglesia se abre al proceso de discernimiento sobre sí misma”.
Recordemos que el papa Pablo VI, durante la segunda sesión del concilio Vaticano II, invitó a todos los obispos del mundo a buscar una forma más completa de ser Iglesia. Hoy, el papa Francisco, con esta convocatoria a la sinodalidad, nos está brindando la oportunidad de recoger el Concilio Vaticano II. También buscar, desde la condición actual de la Iglesia, esa forma más completa de ser Iglesia y de entender y asumir la misión de la Iglesia en este mundo. Un llamado al que todos estamos invitados”.
Ya la primera fase comenzó con los trabajos preparatorios y se extenderá hasta abril en esta etapa diocesana. La idea es clara: caminar y reflexionar juntos.
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