La oración mantiene encendida la lámpara del corazón

Por esta razón el Santo Padre afirmó que hoy “es una buena oportunidad para preguntarnos:

“¿Qué es lo que pesa en mi espíritu? ¿Qué me hace sentarme en el sillón de la pereza? ¿Cuáles son las mediocridades que me paralizan, los vicios que me aplastan contra el suelo y me impiden levantar la cabeza? Y con respecto a las cargas que pesan sobre los hombros de los hermanos, ¿estoy atento o soy indiferente?”

Guardar el corazón de la acedia

Se trata de preguntas que “nos hacen bien” – prosiguió Francisco – porque “ayudan a guardar el corazón de la acedia, que es un gran enemigo de la vida espiritual”. En efecto, el Papa explicó que “la acedia es esa pereza que nos sume en la tristeza, que nos quita la alegría de vivir y las ganas de hacer”.  Es también “un espíritu maligno que ata al alma en el letargo, robándole la alegría”.»Es triste ver a cristianos tirados en el sillón, protegidos  en e lsueño del sillón», afirmó.

De hecho – recordó el Pontífice – en el Libro de los Proverbios se lee: «Guarda tu corazón, porque de él mana la vida».

“Guarda tu corazón: ¡eso significa estar atento! Y añadamos un ingrediente esencial: el secreto para ser vigilantes es la oración. Porque Jesús dice: ‘Estén atentos orando en todo momento’”

A lo que añadió que “es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón”, añadió el Papa, “especialmente cuando sintamos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas”.

“Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones”

Antes de rezar a la Madre de Dios – que esperó al Señor con un corazón vigilante – el Papa recordó que en Adviento deberíamos acostumbrarnos a decir, por ejemplo: «Ven, Señor Jesús.Este tiempo de preparación a la Navidad es bello, pensemos en el presebre, en la navidad y digamos de corazón: Ven Señor Jesús, ven. Ven Señor Jesús, es una oración que podemos decirla tres veces, todos juntos».  Repitamos esta oración a lo largo del día: ¡el ánimo permanecerá vigilante!”, y pidamos a la Virgen que nos acompañe en este camino.

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