¿Sabías que la hija del héroe revolucionario estadounidense Ethan Allen se volvió monja católica?

Caminando por la orilla de un río, vio un animal de aspecto monstruoso acercándose en su dirección.

Ella quedó paralizada de miedo, hasta que otra aparición inesperada, la de un hombre “vestido con una túnica marrón y llevando una vara en la mano”, la sacó de su parálisis inducida por el miedo tocándole cuidadosamente el brazo y diciéndole que “se marchara rápidamente”.

Tras seguir su consejo, volvió la vista atrás para mirar, pero ya no se veían ni al hombre ni a la bestia. 

Durante mucho tiempo después de este incidente, siempre que había una multitud considerable de personas, Allen rebuscaba en la zona con la esperanza de encontrar al hombre que la ayudó. Nunca tuvo éxito su esfuerzo.

Años después, se encontró con una pintura de la Sagrada Familia y, por fin, reconoció a su benefactor como san José.

Fanny se acerca al catolicismo

Siendo ya una joven mujer, Allen –que por entonces vivía en la localidad de Swanton, Vermont–, logró el apoyo de su familia para estudiar en Montreal.

Aludió que quería estudiar francés y, aunque esto era cierto, también había crecido en ella la curiosidad por el catolicismo, una religión que ya tenía una presencia asentada en Quebec.

Como ella misma admitió, en este punto de su vida era una “infiel” que “no había escuchado hablar más que maldades de la Iglesia católica”.

De hecho, antes de dirigirse a Montreal a estudiar en la Congregación de Notre Dame, su familia solicitó que recibiera el bautismo en la fe anglicana.

Como la joven no podía tomarse en serio la ceremonia, se le escapaba la risa y recibió una regañina del ministro.

Sin embargo, Fanny Allen empezó a tomarse la religión con mayor consideración en Montreal.

Allí, en 1807, se convirtió al catolicismo.

A pesar de la oposición, monja

Poco después de recibir su Primera Comunión, decidió convertirse en monja. Sus amigos y familiares estaban consternados ante su decisión.

La convencieron para que regresara a Vermont por un año, tiempo durante el cual la sometieron a una sucesión de elaboradas fiestas y atractivos pretendientes en un esfuerzo por disuadirla de su vida conventual.

No obstante, Allen, decidida, regresó a Montreal, donde empezó su noviciado el 29 de septiembre de 1808.

Y el 18 de mayo de 1811, se convirtió en monja en la orden de las Hermanas Hospitalarias de San José.

Una entrega que dejó huella

Como monja, Allen pasó mucho de su tiempo trabajando en la farmacia del Hôtel-Dieu (que se traduce como “Hotel de Dios”), el hospital más antiguo de Montreal. También sirvió como intérprete para los pacientes angloparlantes.

La misma Allen terminaría siendo paciente debido a la tuberculosis, una enfermedad que le arrebató la vida el 10 de septiembre de 1819 a los 34 años.

Sus restos fueron enterrados bajo el Hôtel-Dieu en Montreal.

Según el libro History of the Catholic Church in the New England States, sobre la historia del catolicismo en Nueva Inglaterra, “el ejemplo [de Allen], su piedad y sus oraciones contribuyeron a la conversión de muchas personas a la Iglesia católica”.

En 1894, cinco hermanas de su orden en Montreal establecieron un hospital en nombre de Allen en su Estado natal de Vermont.

Desde entonces, este hospital se ha convertido en parte del Centro médico de la Universidad de Vermont.

El pasado septiembre de 2021 marcó el 200 aniversario de la muerte de esta conversa, monja y alma inconformista.

Sin duda, fue necesario no solamente un encuentro santo, sino también una fuerte voluntad para hacer monja a una mujer cuyo “origen, educación y entorno estaban calculados para hacer de ella la mujer que menos probabilidad tenía en Estados Unidos de dar este paso”.

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