Para nadie es un secreto que el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, se ha convertido en la figura internacional más reconocida como víctima de la persecución religiosa y política que lleva a cabo –desde abril de 2018—el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Acusado de traición a la patria, poner en peligro la soberanía de Nicaragua y propagación de noticias falsas, entre otros delitos, el obispo Álvarez rehusó ir al exilio y a cambio, desde la cárcel «La Modelo» y con 26 años de condena, su figura ha crecido hasta convertirse en el ícono de una campaña internacional que demandará libertad de presos políticos
La campaña, cuyo nombre es «Fin de la detención arbitraria» quiere promover un tratado internacional que prohíba la detención arbitraria de personas involucradas en actividades políticas”, refirió el dirigente Félix Maradiaga de esta, el excandidato a la presidencia de Nicaragua en las pasadas elecciones.
Un rostro de libertad
El rostro del obispo encarcelado por la inquina de la pareja presidencial nicaragüense (Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo) será el rostro representativo de una campaña internacional para demandar su libertad y la de todos los presos políticos que se encuentran en las cárceles de Nicaragua.
Lanzada recientemente en Ginebra (Suiza) durante el Oslo Freedom Forum, la campaña que encabeza Maradiaga pretende visibilizar el horror que está viviendo Nicaragua, con una dictadura que –como en Cuba y Venezuela—encarcela a todo aquel que piensa diferente a «como debe pensar».
JUDICIAL CENTRAL MANAGUA
Los recursos jurídicos que tiene a la mano el matrimonio Ortega-Murillo han determinado que personas, instituciones, políticos, eclesiásticos, organizaciones internacionales, universidades y colegios católicos participan en una acción conjunta para desestabilizar al país y venderlo a intereses extranjeros.
No más impunidad
El objetivo de la campaña pretende, además de poner fin a las detenciones arbitrarias por motivos políticos, proteger a «activistas de derechos humanos, disidentes y activistas políticos de regímenes autoritarios y dictaduras que utilizan la detención arbitraria como herramienta para silenciar las voces críticas», dijo Maradiaga.
Asimismo, la plataforma de la campaña promete “fomentar la colaboración global entre los defensores de derechos humanos, incluidos los expresos políticos y familiares de los actuales reos de conciencia”, dice la bienvenida al sitio web de la campaña dirigida por Félix Maradiaga.
Generar presión
Al exponer la misión de la campaña, Maradiaga (quien fue preso político en Nicaragua) subrayó que también se enfocará «en generar más presión en conjunto con otros organismos internacionales a las dictaduras de la región para lograr la libertad de los presos políticos de los regímenes como Nicaragua, Cuba y Venezuela».
La organización que encabeza Maradiaga instó a la sociedad civil a unir fuerzas y trabajar en conjunto para continuar abogando por un «nuevo tratado internacional que brinde protecciones legales más sólidas para quienes enfrentan detenciones arbitrarias».
Mientras tanto, monseñor Álvarez sigue pasando los días en «El Infiernillo», un temible lugar de reclusión al que Ortega envía a sus «adversarios», bajo el pretexto de que son «traidores a la Patria», cuando la mayor traición a una nación que ha luchado intensamente por su libertad es la de aquel que le niega la libertad a los suyos.
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