La apertura a la vida es una cuestión en la que muchas parejas no logran ponerse de acuerdo. ¿Qué es lo que falla? Un diálogo en el consultorio de la dra. Orfa Astorga
– Estamos por contraer matrimonio y no logramos ponernos de acuerdo sobre el tema de los hijos, pues soy de la idea de postergar el primero, así como limitar su número, y tengo motivos razonables para ello – afirmó en el consultorio el exitoso joven mirando de reojo a su novia, que negaba con la cabeza.
– Bien… ya he escuchado eso antes, permítanme hablarles de la paternidad responsable en relación con el insondable valor de un hijo – contesté con la seguridad que da la verdad.
Un hijo no es una simple consecuencia de un acto biológico, sino que viene a la vida a través del sublime misterio de amor manifestado en una entrega plena y total entre sus padres. Es de esa mutua donación, es que nace a la vez, otro don, en el hijo.
Ciertamente, los padres hacen el aporte biológico, más hay algo de infinito que no pueden trasmitir, y que es en sí, la esencia del hijo, como un ser único, irrepetible, y con un alma inmortal creada por Dios.
El todo del hijo es el verdadero don.
El hijo es un don, no un derecho
Significa que los padres procrean, es decir dan la vida cooperando con Dios.
– Si, pero si Dios nos hizo inteligentes… ¿Qué tiene de malo limitar los hijos o elegir el momento en que deben nacer?
– Pasa que el hijo, al ser un don de Dios, no es un derecho sobre el cual decidir, como si se eligiese a la carta. Dicho de otra manera, un don, aun cuando venga de Dios, para que lo sea, debe de haber alguien que lo acepte, en este caso los padres.
Y, dirigiéndome directamente al joven, prosigo –, Es como si usted le diera un regalo a su novia poniéndolo sobre una mesa, y ella nunca lo recogiera, el regalo, o don, en sí, no existiría. Pero si recoge el regalo, y a su vez le corresponde con alguna forma de agradecimiento, lo que hace, es confirmar el mutuo amor.
– Eso me queda claro.
– Es así que, al aceptar al hijo, reciben su amor conyugal encarnado en cada una de las células de su cuerpo, en donde ya no son dos, sino uno solo… las facciones del hijo, los rasgos de su corporalidad su temperamento, y habrán confirmando ese amor.
La confirmación de ese amor, une más a los padres, que abren espacios a esa nueva vida en medio de planes, proyectos y pruebas de todo tipo, pues su amor se refuerza. Es por eso, que bien se dice que cada hijo trae una torta bajo el brazo.
Apertura a la vida
Es así, porque la procreación se extiende a su educación, como la misión principal de su vida. Para ello, los padres habrán de desarrollar las virtudes necesarias, pues nadie da lo que no tiene. Al desarrollarlas, crecen y logran avanzar hacia su plenitud como personas.
Finalmente… un hijo, es el preciosísimo don del matrimonio y contribuye al bien de los que se aman.
Un ejemplo muy gráfico lo puede ser un niño con retraso, que aparentemente no puede dar nada. Mas cuando se le acepta como un don, da muchísimo y tantas veces mucho más, que un hijo normal, porque es fuente de comunión y unión entre los padres y los hijos.
Mis consultantes se retiraron parar dialogar desde otra perspectiva, la novia llevaba una esperanzadora sonrisa.
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