“Déjenme decirles algo. Me desconciertan, y mucho, siempre, los ‘palabreros’, con su mucho hablar y nada de acciones”, afirmó el Papa Francisco, que regresó a presidir el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano tras ser dado de alta del Políclinco Gemelli.
En su predicación explicó la importancia de proclamar la cercanía del Reino de los Cielos. “Jesús llama por nombre y envía a los doce Apóstoles. Al enviarles, les pide que anuncien una sola cosa: 'Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca' (Mt 10,7)”.
Describió que la proximidad de Dios no sólo nos brinda consuelo en momentos difíciles, sino que también “nos impulsa a confiar en Él y a ser testigos de su amor”.
“Es más, a menudo en los momentos en los que eres más débil puedes sentir más fuerte su presencia. ¡Él conoce el camino, Él está contigo, Él es tu Padre, Él es mi Padre, Él es nuestro Padre!”, sostuvo.
Ser como niños que toman la mano del Padre
El Santo Padre destacó la importancia de adoptar una actitud de niños, confiando en la protección del “Padre celestial” y abriéndonos al amor.
“Nos quedamos en esta imagen, porque anunciar a Dios cercano es invitar a pensar como un niño, que camina de la mano del padre: todo le parece diferente. El mundo, grande y misterioso, se vuelve familiar y seguro, porque el niño sabe que está protegido”.
El niño, sostuvo, “no tiene miedo y aprende a abrirse: encuentra otras personas, encuentra nuevos amigos, aprende con alegría cosas que no sabía y después vuelve a casa y cuenta a todos lo que ha visto, mientras crece en él el deseo de hacerse mayor y hacer las cosas que ha visto hacer al padre”.
“Es por esto—agregó— que Jesús parte de aquí, porque la cercanía de Dios es el primer anuncio: estando cerca de Dios vencemos el miedo, nos abrimos al amor, crecemos en el bien y sentimos la necesidad y la alegría de anunciar.”
Recalcó que “si queremos ser buenos apóstoles, debemos ser como los niños: sentarnos “en las rodillas de Dios”. Exhortó a “mirar el mundo con confianza y amor, para testimoniar que Dios es Padre”.
Menos palabras y más gestos de amor
Asimismo, instó a los creyentes a transmitir la cercanía de Dios a través de gestos de amor.
Recordó que, en el Evangelio, “Jesús aconseja no decir muchas palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor: ‘Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis: dadlo gratis’ (Mt 10,8). Este es el corazón del anuncio: el testimonio gratuito, el servicio”.
Luego invitó a los fieles: “hagámonos algunas preguntas: nosotros, que creemos en el Dios cercano, ¿confiamos en Él? ¿Sabemos mirar adelante con confianza, como un niño que sabe que es llevado en brazos del padre? ¿Sabemos sentarnos en las rodillas del Padre con la oración, con la escucha de la Palabra, acercándonos a los Sacramentos?”.
“Y, finalmente cerca de Él, ¿sabemos infundir valentía a los otros, hacernos cercanos a quien sufre y está solo, a quién está lejos y también a quien nos es hostil? Esta es una fe concreta y es lo que cuenta”, agregó.
El Santo Padre concluyó su mensaje alentando a todos a confiar en Dios, a orar y a acercarse a los Sacramentos para infundir coraje a los demás y brindar apoyo a los que sufren.
Encomendó esta tarea a la Virgen María, pidiendo su ayuda para sentirnos amados y transmitir cercanía y confianza unos a otros.
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