Consagración a María
El día después de su consagración sacerdotal, el padre Tiago fue a Cova da Iria para celebrar la Misa en la Capilla de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima y dedicar su sacerdocio a ella. En declaraciones a la Oficina de Prensa del santuario (publicadas en el sitio web del santuario), afirma:
“Fátima siempre ha sido un lugar especial para mí, desde que era niño, y en este momento importante de mi vida, quería venir a consagrar también mi ministerio sacerdotal en manos de María, porque sé que con ella puedo unirme a Jesús más fácilmente”.
La experiencia única de un sacerdote ciego
El sacerdote recién ordenado ya había visitado el santuario mientras aún podía ver. Naturalmente, la forma en que lo experimenta ahora es diferente.
“Los sonidos de la gente, de la campana y de los pájaros, me transportan a este lugar tranquilo, y el aroma característico de las velas [me lleva] a la devoción y la reflexión … Todo [se mueve] muy lenta y serenamente, lo que ayuda mucho para detenerme y concentrarme en Dios”, afirma.
En sus palabras, publicadas por el santuario de Fátima, el padre Tiago habla sobre las limitaciones que experimenta debido a su discapacidad y sobre cómo la pérdida de la vista puede darle una experiencia única en el ejercicio de su ministerio sacerdotal.
“No poder ver me permite no distraerme tanto con las cosas externas, aunque, internamente, tengo que hacer el mismo esfuerzo, a menudo difícil, para lograr la concentración y el silencio interior. Además, siento que mis otros sentidos se están volviendo más agudos, especialmente el oido, la capacidad de escuchar, que puede ser un regalo para poder ser un sacerdote que escucha mejor a las personas en sus situaciones dramáticas, en sus alegrías y en su fe”.
Heredar un legado de servicio
La celebración eucarística en Fátima fue concelebrada por el padre Tiago y otros dos sacerdotes recién ordenados, el padre Jorge Gonçalves y el padre Pedro Oliveira, así como el sacerdote “veterano” monseñor Joaquim Fernandes, que tiene 103 años y que estaba celebrando su 74 aniversario de ordenación sacerdotal ese día.
La presencia de viejas y nuevas generaciones de sacerdotes en el altar puso de relieve la continuidad del don del sacerdocio, transmitido desde que Cristo instituyó por primera vez el sacramento. Cuando terminó la misa, los miembros de la congregación saludaron a los celebrantes con calurosos aplausos.
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