De esta manera el sacerdote, experto en Teología, se sumó a las preocupaciones que más de 240 alumnos y exalumnos han expresado en una carta enviada el 25 de julio al presidente del Instituto, Mons. Pierangelo Sequeri; y al Gran Canciller, el Arzobispo Vincenzo Paglia.
Asimismo, respaldó los cuestionamientos que un importante miembro del Instituto consultado por ACI Prensa, hace sobre la mayor injerencia que ahora tiene Mons. Paglia para nombrar nuevos profesores y la eliminación de importantes cátedras sobre Moral.
Esto último, indicó el P. Granados, “para liberarse de un profesor de fama reconocida, sin juicio ni derecho a defensa”, en referencia a Mons. Livio Melina; y de un docente destacado por su la línea favorable a Humanae vitae y a Veritatis splendor, como es el P. José Noriega.
En ese sentido, en una extensa entrevista concedida al Grupo ACI, el P. Granados aclaró que los nuevos estatutos no fueron fruto de un trabajo común “con el resto de los consejos del Instituto”.
“Como vicepresidente de la sede de Roma durante este tiempo de transición, quiero negar cualquier responsabilidad con respecto a los nuevos estatutos, que conocí el mismo día de su publicación. Veo, no solo en los estatutos, sino sobre todo en los cambios de profesorado (y especialmente en los despidos) un peligro para mantener la herencia de San Juan Pablo II”, expresó.
El vicepresidente del Instituto señaló que con el motu proprio Summa familiae cura de 2017, el Papa Francisco expresó su deseo de “acoger el Instituto, ampliarlo, promoverlo, como nos dijo desde el principio Mons. Sequeri”. “Pero en el último momento ha aparecido algo que no tenía que ver con el trabajo común realizado, por sorpresa y en pleno verano (...). Nos ha dejado estupefactos”, expresó.
El P. Granados indicó que si se comparan los estatutos antiguos y los nuevos se ve claro que se disminuye la presencia del consejo de profesores, pues “los profesores estables tienen ahora solo dos representantes”, cuando antes participaban todos. Esto, indicó, “disminuye la aportación colegial de los profesores estables para aprobar las tesis doctorales o el plan de estudios”.
Además, ahora el nombramiento de nuevos profesores queda “bajo el influjo directo del Gran Canciller” y “es casi imposible” oponerse a un candidato que este promueva.
“Antes se requería que el consejo, donde estaban todos los profesores estables, diese su consenso al candidato, lo que se hacía después de un examen de las publicaciones del candidato por tres profesores externos al Instituto. El Gran Canciller se limitaba a aprobar la persona que le presentase el Presidente tras obtener el consenso del consejo”, recordó.
Reducción de la Teología Moral
Otra de las consecuencias que traen los nuevos estatutos es “la reducción drástica de la Teología Moral”, pues aunque en su comunicado del 29 de julio el Instituto dice que esta “encuentra una colocación nueva y se señala que hay dos cátedras de moral”, del amor y del matrimonio, y de la ética de la vida; no se dice “que, según los antiguos estatutos, había ya dos cátedras que cubrían estas materias”.
“Tampoco se dice que en el plan de estudios la moral del matrimonio (equivalente a la moral especial) tiene ahora solo 3 créditos, la mitad que la mayoría de las demás cátedras. La moral, por tanto, se ha reducido a la mitad y no solo eso: se han echado a los profesores que la enseñaban: Melina, Noriega y, para la bioética, Maria Luisa di Pietro”, señaló en la entrevista al Grupo ACI.
El P. Granados se refirió especialmente a la supresión de la cátedra de moral fundamental que ocupaba Mons. Melina, una cátedra de 38 años que también enseñó el Cardenal Carlo Caffarra y “que es esencial para la labor del Instituto, si tenemos en cuenta que Wojtyla era moralista y que se la confió al primer presidente del Instituto”.
“Si no se conocen los fundamentos de la moral, si estos no se colocan bien, la moral matrimonial queda en el aire. Según uno se sitúe ante Veritatis splendor, así se situará ante las cuestiones de moral especial, como la moralidad de la contracepción o de los actos sexuales fuera del matrimonio”, y ante “la grandeza de la vocación a la que Dios llama el hombre”, expresó.
¿Por qué se elimina?
El vicepresidente del Instituto advirtió que la razón que se da en el comunicado del 29 de julio “es inconsistente”. Se dice "que es una asignatura de primer ciclo de teología”, pero hay al menos otras dos cátedras, antropología teológica y teología fundamental, “que están en el mismo caso, y que no parecen crear problemas”.
“¿Y por qué este argumento no ha sido objeción en los 38 años de vida de la cátedra? La razón que se da solo puede explicarse, pues, como una cortina de humo. ¿La razón verdadera y triste? ¿No será que Melina, como titular de la cátedra, ha permanecido fiel a Humanae vitae y a Veritatis splendor, y se elimina la cátedra para poder eliminar a Melina?”, cuestionó.
En ese sentido denunció que “no es que Melina no esté, porque no hay cátedra; sino que no hay cátedra para que Melina no esté. Se ha eliminado la moral fundamental para liberarse de un profesor de fama reconocida, sin juicio ni derecho a defensa”.
En el caso del profesor P. Noriega, el vicepresidente cuestionó que se dé como razón una supuesta incompatibilidad entre los cargos de docente y de Superior General de la Congregación de los Discípulos de los Corazones de Jesús y María, a la que pertenece.
“Ahora bien el CIC 152 prohíbe solo que se asuman dos cargos incompatibles, y lo mismo recoge Veritatis gaudium 29. ¿Son incompatibles en este caso, cuando la comunidad religiosa del P. Noriega cuenta solo con 24 miembros de pleno derecho? La respuesta requiere un juicio prudencial. Y las dos personas a las que correspondía hacerlo, es decir, los dos presidentes anteriores del Instituto, Melina y Sequeri, no han juzgado incompatibles los dos cargos, pues han permitido al profesor Noriega enseñar durante 12 años, siendo pública y notoria su condición de superior”.
Además, indicó que el hecho de que no eran cargos incompatibles se demuestra porque ambos presidentes le confiaron al P. Noriega ser también “director editorial, que se sumaba a sus funciones de profesor”.
“Por último, el profesor Noriega termina su cargo como Superior General dentro de cinco meses, algo que Mons. Paglia y Mons. Sequeri ya conocen. Si el problema es la incompatibilidad, y se aprecia su labor, ¿por qué no le conceden ahora algo previsto en el reglamento de la curia, una excedencia por seis meses, y así se elimina el problema?”, cuestionó.
“Si no se hace así, ¿qué otra explicación queda, sino que se trata de una excusa para poder liberar la cátedra de moral del amor y del matrimonio y desembarazarse del encargado de publicaciones. ¿Es acaso por la línea favorable a Humanae vitae y a Veritatis splendor que ha seguido?”, preguntó.
El P. Granados advirtió que son dos casos “gravísimos en una institución académica”. “¿Acaso había problemas doctrinales en la enseñanza de estos profesores? Como podrán testimoniar los estudiantes y mostraría un análisis de sus escritos, han sido siempre exquisitos en su respeto al Magisterio, incluido por supuesto el del Papa Francisco”.
“Explicar el magisterio del Papa en continuidad con los Papas anteriores no es solo algo esencial a toda hermenéutica católica, sino algo que promueve el mismo Papa. Y en todo caso, si uno pensara, a pesar de todo, que había en sus enseñanzas problemas doctrinales, ¿por qué no se les juzga y se les da posibilidad de defenderse?”, cuestionó.
Asimismo, señaló que “si este atropello se permite, queda amenazada la libertad de cátedra de todos los profesores”, pues “se nos podría expulsar, no porque neguemos la doctrina de la fe, lo cual sería justo, sino por seguir líneas teológicas que no gustan a las autoridades de la universidad”.
Sin embargo, el P. Granados alertó que no solo han sido eliminados Mons. Melina y el P. Noriega, sino que también se han “quitado los cursos a casi todos los profesores polacos” y que eran expertos en San Juan Pablo II.
“¿Qué cursos se ofrecerán ahora para profundizar en la herencia de San Juan Pablo II? Y, además, al no pedir a la profesora Maria Luisa di Pietro sus varios cursos, desaparece la principal representante de la aportación del Cardenal (Elio) Sgreccia”, muy apreciado por el santo polaco “y gran pionero de la bioética”, expresó el vicepresidente, que alertó sobre los “rumores de que vendrá a enseñar el profesor Maurizio Chiodi, quien se abre a la licitud de la contracepción y acepta como ‘bien posible’ en algunas situaciones los actos homosexuales”.
“Con los poderes que ahora tiene el Gran Canciller, y las intenciones que revela al prescindir de Melina y Noriega, será cuestión de tiempo el reemplazo del cuerpo docente con otro ajeno a la visión de San Juan Pablo II”, para quien siempre estuvo en el centro la fidelidad de la Iglesia a Cristo, señaló.
“Los profesores están también muy dolidos por la expulsión de nuestros colegas”, expresó el sacerdote, que añadió que la carta enviada a Mons. Paglia y a Mons. Sequeri el 25 de julio explica por sí sola e incluye las razones del miedo de los alumnos y exalumnos “a que no se conserve la identidad que San Juan Pablo II quiso dar al Instituto por él fundado y encomendado a la protección de la Virgen de Fátima”.
En ese sentido, pidió a Mons. Paglia y a Mons. Sequeri “desandar los pasos equivocados” porque “la identidad del Instituto está gravemente amenazada”.
San Juan Pablo II, recordó, fundó el Instituto como comunidad académica que pudiese investigar la verdad del amor “a partir del plan de Dios para el matrimonio y la familia”. “La luz para nuestra noche no viene primeramente de un análisis de los problemas del hombre, sino de algo más originario: el don que Dios ha dado al hombre y a la Iglesia en cada matrimonio y en cada familia”, afirmó.
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