Adelaida es célebre por sus trabajos por asistir a los pobres, por construir iglesias, financiar misioneros, solventar la vida religiosa y por mandar edificar monasterios. En la parte final de su vida vivió como una monja -aunque nunca profesó como tal-, dedicada a la oración y la vida espiritual.
La emperatriz Adelaida tuvo grandes directores espirituales, entre ellos varios santos, como San Adalberto, San Mayolo y San Odilón. Eso fue posible gracias a su cercanía con los monjes del monasterio de Cluny, centro de la reforma espiritual del siglo X. San Odilón escribió alguna vez de ella: "La vida de esta reina es una maravilla de gracia y de bondad".
Adelaida nació entre los años 928 y 933 en el reino de Borgoña (ubicado en la Francia actual, pero que en ese entonces incluía territorios del norte de Italia). A los 15 años, por un arreglo político, contrajo matrimonio con Lotario, rey de Italia. Quedó viuda a los 19 años cuando su marido fue asesinado en medio de una conspiración por el poder.
Berengario II de Ivrea (Italia), interesado en consolidar su poder anexando el poder de Lotario, quiso casarla con su hijo, pero Adelaida se negó. Entonces, la envió a prisión y le retiró todos sus poderes. Ella afrontó las terribles circunstancias confiada en Dios, con paciencia y serenidad poco comunes, aprovechando su encierro para unirse a Cristo crucificado. Sus propios carceleros decían de ella: "Cuánto heroísmo tiene esta reina ¡No grita, no se desespera, no insulta. Solo reza y sonríe en medio de sus lágrimas!".
Adelaida pudo escapar de su presidio y fue rescatada por el rey alemán Oton I, de quien se enamoró y se unió en matrimonio en 951. Un año después, en la ciudad de Roma, Otón I sería coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y ella emperatriz, por el Papa Juan XII.
En el año 973, Santa Adelaida enviudó nuevamente. Llegarían otros días de dolor para ella, al convertirse en blanco de los maltratos de su propio hijastro, el emperador Otón II, quien aspiraba al poder, malamente influenciado por su esposa Teofana, princesa bizantina, contra su madrastra. Otón II moriría en la guerra tiempo después, y dejaría como sucesor a Otón III, demasiado joven en ese momento para asumir el trono imperial. Fue así que Teofana se arrogó la autoridad en calidad de regente y endureció el trato contra Adelaida.
Por su parte, la Santa pensaba con insistencia: "solo en la religión puedo encontrar consuelo para tantas pérdidas y desventuras". A pesar del sufrimiento, Adelaida respondió siempre a las afrentas con más bondad y mansedumbre.
Teofana moriría en 991, tras sufrir una enfermedad, y Adelaida tuvo que volver a la corte como regente, quedándose como tutora de su nieto, Otón III. Mientras este crecía, Adelaida usó el poder que ostentaba en beneficio de su propio pueblo, poniendo en primer lugar el fortalecimiento de las costumbres cristianas dentro del imperio, la asistencia a los pobres y la construcción y restauración de monasterios e iglesias.
De esta manera, Adelaida logró conquistar el cariño de sus súbditos, llegando a ser considerada como una madre bondadosa y justa. Gobernó con espíritu evangelizador, determinado por la consciencia de que el Evangelio no solo tenía que ser anunciado, sino que debía transformar auténticamente la vida de sus súbditos. Cuando su nieto Otón III ascendió al trono imperial, ella se retiró a vivir a un monasterio, donde pasó sus últimos días, dedicada a la oración y a la meditación.
Santa Adelaida murió el 16 de diciembre del año 999, a pocos días del cambio del milenio.
Sus patronazgos son múltiples. Entre estos destacan: patrona de las víctimas de abuso, novias, emperatrices, exiliados, prisioneros, segundas nupcias, viudas.
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Oración a Santa Adelaida Santa Adelaida en la Enciclopedia Católica
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