“Ayer, en Katowice (Polonia), fue beatificado el sacerdote Juan Francisco Macha, asesinado por odio a la fe en 1942, en el marco de la persecución del régimen nazi a la Iglesia”, dijo el papa Francisco tras el rezo dominical del Ángelus en la Plaza de San Pedro este 21 de noviembre de 2021.
“En la oscuridad de su encarcelamiento, encontró en Dios la fuerza y la mansedumbre para afrontar esa prueba. Que su martirio sea una fructífera semilla de esperanza y paz. ¡Aplaudamos al nuevo beato!”, añadió el Papa al recordar la vida del sacerdote diocesano, mártir.
Juan Francisco Macha (Jan Franciszek Macha) nació el 18 de enero de 1914 en Chorzów (Polonia). Ingresó en el seminario y fue ordenado sacerdote para la diócesis de Katowice el 25 de junio de 1939.
Comenzó su servicio pastoral en la parroquia de San José de Ruda Śląska, coincidiendo con la invasión de Polonia por los alemanes. Desde los primeros días de la guerra, sufrió mucho la aversión cristiana de los nazis, la destrucción de la cultura polaca y la persecución de los antiguos insurgentes de Silesia y sus familias.
Un sacerdote que sufría por el pueblo
Según su hagiografía oficial, padre Juan Francisco Macha durante las Navidades de 1939, mientras visitaba a las familias, se dio cuenta directamente de las graves condiciones materiales en las que vivían muchas familias, cuyos padres, maridos o hijos habían sido detenidos, fusilados o encarcelados en campos de concentración. Entonces empezó a organizar la ayuda material y espiritual para las familias desfavorecidas. En secreto, bendecía las bodas en polaco, enseñaba el catecismo y reconfortaba con la Palabra de Dios.
Era un hombre de profunda oración y un sacerdote celoso. La policía de Zabrze, tras citarlo dos veces para interrogarlo, lo detuvo el 5 de septiembre de 1941 en la estación de tren de Katowice y, junto con otras personas, lo envió a prisión preventiva a Mysłowice. En este contexto soportó burlas y torturas, negándose a cooperar con sus perseguidores. Animó a sus compañeros de prisión y rezó mucho, pidiendo a Dios que perdonara a sus verdugos.
Fue liberado el 14 de febrero de 1942. En junio siguiente, fue trasladado a la prisión de Katowice para ser juzgado. El 17 de julio de 1942 fue condenado a muerte.
El padre Macha, el 3 de diciembre de 1942, a la edad de 28 años, fue guillotinado en Katowice (Polonia).
La persecución de la Iglesia por el régimen nazi
La historia del sacerdote Macha se desarrolló en un contexto de persecución de la Iglesia por el régimen nazi. El perseguidor lo mató porque era un sacerdote «incómodo» por su trabajo para el pueblo polaco. La motivación política por la que fue detenido, juzgado y asesinado, es decir, la acusación de alta traición, era sólo un pretexto para eliminarlo.
A Juan Francisco Macha no le importaron los riesgos que corría. La nación polaca, en su agitada historia de partición y ocupación extranjera, siempre ha considerado la religión católica como su elemento unificador y característico de su identidad. Al seguir apoyando a la población, aceptó conscientemente el riesgo de ser asesinado. Durante su encarcelamiento se comportó de forma ejemplar. Poco antes de su ejecución, se preparó para morir, manteniendo una actitud serena, sin ningún resentimiento hacia sus perseguidores.
El Papa ha recordado hoy la figura de padre Juan Francisco Macha ante los jóvenes de la diócesis de Roma que estaban presentes en el Ángelus tras participar minutos antes en la Misa que se realizó con motivo de la celebración diocesana de la XXXVI Jornada Mundial de la Juventud, con el tema: «¡Levántate! Te hago testigo de lo que has visto» (cf. Hch 26,16).
Este 20 de noviembre, en Katowice, Polonia, se realizó la ceremonia de beatificación de padre Macha. El Cardenal Marcelo Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, dijo en su homilía que, el nuevo Beato “fue asesinado por un sistema nazi lleno de odio hacia los que siembran el bien, para mostrar a los hombres de hoy que el dominio terrenal pasa, mientras que el Reino de Cristo perdura”.
Publicar un comentario