Fiódor Dostoyevski y el Papa Francisco: ¿Quién tiene miedo a ser libre?

La represión

El escritor sufrió el frío de Siberia durante el periodo de trabajos forzados, sin un amor y sin libros. Las cucarachas le asediaban; querían probar su sopa de coliflor. Una luz en esa tiniebla fue la compasión que le tuvo la esposa de una desterrado que le regaló una Biblia. Como San Ignacio, allí encontró parte de su libertad interior. 

¿Cuál era su culpa? Fue un artista perseguido por el zarismo. Dostoievski perteneció a un círculo de intelectuales que leían los escritos prohibidos de los socialistas franceses. Además, desde los 30 años sufrió de convulsiones epilépticas y pensaba que iba a morir en cualquier momento. Por eso su afán de vida y de escribir rápido. 

En 1879-1880 aparece Los hermanos Karamasov. Se trata deuna obra que  -según el crítico Dietrich Schwanitz (2006) -refleja otro trauma de Dostoievski: el asesinato de su padre por su siervo. 

Por su lado, Bergoglio tuvo a su manera su propia tragedia y su destierro en Córdoba, Argentina, que duró dos años largos. No era la fría Siberia, sino una ciudad colonial al borde de las montañas. Allí confesaba y estaba cerca al pueblo, daba ejercicios espirituales. Sin embargo, era el invierno en su corazón, de “gran crisis interior”, como dijo a padre Antonio Spadaro. 

El futuro papa latinoamericano sufrió la oblación de una parte del pulmón izquierdo, pensó que era su final, cuando era muy joven, su madre no aceptaba del todo su decisión de ser sacerdote como el mismo reconoce, asimismo, ya siendo provincial tuvo que lidiar con la persecución de la dictadura militar, la censura y el totalitarismo. La literatura de Dostoievski fue linfa para Bergoglio tiempos oscuros. 

INQUISIDOR
Retrato del cardenal Don Fernando Niño de Guevara (c. 1596-1601) de El Greco («Metropolitan Museum of Art», New York).

El beso de Jesús al Gran Inquisidor

Justamente, Bergoglio en su destierro en Córdoba, probablemente, tuvo tiempo para analizar aún más La Leyenda del Gran Inquisidor y poner en contraste el intelectualismo que rompe el nexo con el espíritu y la realidad que sorprende cada día a la humanidad en forma incluso de providencia. 

El intelectual alemán, Schwanitz afirma que Iván, uno de los hermanos Karamasov, brillante intelectual, que desea la muerte de su padre, representa el racionalismo occidental, que está en contraste con la religiosidad de Alesa, el hijo menor. 

Repasemos brevemente La Leyenda del Gran Inquisidor, inventada por Iván, que es considerada una parábola que representa el ateísmo racionalista occidental: Jesucristo vuelve a este mundo y aparece en España del siglo XVI. 

El Gran Inquisidor ordena inmediatamente su detención y lo acusa de rechazar en nombre de la libertad los dones que el diablo ha hecho a los hombres: pan, riquezas, autoridad. 

Este rechazo sería – explica Schwanitz – la causa de todo sufrimiento de la humanidad. Ante Jesucristo, el Gran Inquisidor se presenta a sí mismo como el Anticristo: con su ayuda, el hombre podrá ser feliz en este mundo. Jesucristo calla, besa en la boca al Gran Inquisidor y se va. 

Dostoievski sobre las nuevas formas de esclavitud

Schwanitz sostiene que la leyenda anticipa la evolución ideológica en los siguientes cien años, tras el anuncio de la muerte de Dios por parte de Nietzsche y la realización del programa del Gran Inquisidor por parte de los dictadores del siglo pasado. 

Pero también de aquellos dictadores que se asoman en el siglo en curso con modos más ‘sofisticados’, e igualmente letales, sofocando la dignidad y la vida de los más débiles y frágiles. 

Dostoievski plantea a la humanidad el drama de un mundo sin Dios y la prehistoria de la posterior Unión Soviética en un clima ideológico que no logra apagar la fe del pueblo. 

A continuación, proponemos tres puntos de reflexión, abiertos recientemente por el Papa en referencia a la literatura de Dostoievski sobre la liberad y las nuevas formas de esclavitud. Francisco se inspira en Dostoievski para denunciar el “miedo” de las personas de frente a las “encrucijadas del camino”. 

1. Miedo a ser libres

“No hay ni ha habido jamás nada más intolerable para el hombre y para la sociedad que ser libres” (Los Hermanos Karamazov). 

El Papa cita El Gran Inquisidor. Francisco se inspira en Dostoievski para denunciar el “miedo” de las personas de frente a las “encrucijadas del camino”. Esto es afrontar el sufrimiento de la Iglesia ante la «tentación de retroceder». «Una ideología que coloniza las mentes», la llama. «En un mundo tan condicionado por las adicciones y la virtualidad, nos asusta ser libres”. 

«Nos asusta seguir adelante en las experiencias pastorales», dice, pensando en el trabajo realizado durante el sínodo sobre la familia «para hacer comprender que las parejas en segunda unión no están ya condenadas al infierno». «Tenemos miedo de acompañar a las personas con diversidad sexual. 

Tenemos miedo de la encrucijada de caminos de la que hablaba Pablo VI». Este – explica – es el mal de este momento. Buscar el camino en la rigidez y el clericalismo, que son dos perversiones” (Diálogo con los jesuitas de Eslovaquia, septiembre 2021).

Para el Papa, «ir hacia atrás no es el camino correcto», mientras que «avanzar en el discernimiento y la obediencia» sí lo es. Justo como lo hacen algunos personajes de Dostoievski que no aspiran a la perfección, sino a crecer mientras caminan en la vida. 

2. La esclavitud interior 

Francisco ha recordado el camino cristiano de las comunidades atropelladas por el totalitarismo ateo. Una libertad que llegó en varios países. Pero, el Papa advierte que existe, en efecto, “la tentación de volver a ser esclavos, no ciertamente de un régimen, sino de una esclavitud todavía peor, la interior”. (12.09.2021).

Entonces, el Papa interpela de nuevo a Dostoyevski: la Leyenda del Gran Inquisidor. “Jesús vuelve a la tierra y es encarcelado”. El Inquisidor “lo acusa precisamente de haber dado demasiada importancia a la libertad de los hombres”. 

Y pone en el contexto actual la obra del maestro ruso: “los hombres están dispuestos a intercambiar gustosamente su libertad por una esclavitud más cómoda, la de someterse a alguien que decida por ellos, con tal de tener pan y seguridades”. 

El Inquisidor, de hecho, reclama a “Jesús el no haber querido convertirse en César, para doblegar la conciencia de los hombres y establecer la paz con la fuerza” (12.09.2021).  En cambio, – estima el Papa- prefiriendo para el hombre la libertad, mientras la humanidad reclama “pan y poco más”.  Por ello, insta a no caer en la trampa de contentarnos con pan y poco más”.  

“Porque este riesgo sobreviene cuando la situación se normaliza, cuando nos estabilizamos y nos acostumbramos, aspirando a mantener una vida tranquila”. Entretanto, considera que vivir libres verdaderamente significa vivir con ardor por el anuncio y la profecía del testimonio. 

3. La belleza salvará el mundo

“La belleza salvará el mundo”, es una convicción que puede parecer un programa demasiado amplio y abstracto: sin embargo, para el Papa Francisco es una expresión muy concreta. De hecho, el Papa recomienda a los comunicadores y a las personas en general de relacionarse con la realidad y las personas, siempre buscando verdad, belleza y bondad. 

Por eso, insiste que si cada uno cumple una obra de misericordia en el mundo, se vivirá una nueva revolución, una revolución interior, donde el hombre sea verdaderamente libre en el amor y en la entrega a los demás. Así como lo hacen algunos personajes de Dostoyevski. 

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