En un tuit, el Papa dirige su mirada a los pequeños, al sufrimiento causado por la guerra, a la infancia robada, al mal que reciben. Varias veces durante su pontificado, su voz se ha convertido en la voz de los más frágiles.
La cabeza inclinada del Papa es el signo de un dolor que pesa sobre el alma. Pero no es una señal de rendición ante la tragedia de los niños. Sus palabras, hoy en un tuit en la cuenta @Pontifex, llegan como un grito que debe ser escuchado y recogido para cambiar el curso de la historia.
¡Nunca más la guerra! Piensen sobre todo en los niños, privados de la esperanza de una vida digna: niños muertos, heridos, huérfanos; niños que tienen residuos de guerra como juguetes… En el nombre de Dios, ¡deténganse!
Las imágenes que utiliza el Papa Francisco son fuertes, recuerdan la muerte, la soledad. Resulta llamativo pensar en los cartuchos, en las minas antipersona que se han convertido en verdaderos compañeros de juego para muchos niños. También es llamativo pensar en el «piensen», que pone en cuestión a todo el mundo, ese «para» que es una invocación implorante.
Publicar un comentario