Al cumplirse cuatro años desde aquel día en que el papa Francisco casó a una pareja de tripulantes en un avión cuando terminaba su gira por Chile, Aleteia se puso en contacto con sus protagonistas, Carlos y Paula. Fue Carlos quien rememoró aquel momento histórico y ofreció los detalles más inéditos de una noticia que dio vuelta al mundo
Carlos Ciuffardi, “El Bendito” o “El Bendecido” como se pasó a llamar cariñosamente entre sus amigos y familia, es uno de los protagonistas de la historia que generó impacto mundial aquel 18 de enero de 2018. Sucedió luego que junto a su esposa Paula Podest recibieran el sacramento del matrimonio en el vuelo que sería el último tramo de la gira que Francisco realizaba por Chile. En Iquique daría por concluida su visita para luego dirigirse a Perú.
“Hubo una premiación interna con los mejores jefes de cabina de LAN y mi esposa fue elegida como jefa del vuelo del Papa. Cuando llegó aquella noche a contármelo eso ya me había hecho muy feliz, pero cuando me informó que yo también sería parte de esa tripulación, la emoción se duplicó”, empezó a revelar a Aleteia Carlos.
Fueron meses de preparación en conjunto con personal del Vaticano, para seguir un estricto protocolo que debía cumplir con estándares de seguridad máximos, después de todo se trataba del vuelo más importante para la empresa en 30 años.
El Papa amigo
En el viaje de retorno desde Temuco (capital de la Araucanía) a Santiago, Carlos había sido designado para atender la zona A del avión, el área Papal.
“Veníamos en un vuelo tranquilo, el Papa insistía en sentarse en la ventana para poder mirar. ‘Me gusta Chile’, decía. Yo sentía que estaba en un sueño, el avión en silencio, miraba por la cortina y veía al Papa, las nubes y los obispos leyendo sus biblias”.
El sistema de seguridad que rodeaba el viaje era algo nunca antes visto, tanto en los aeropuertos como al interior de los vuelos:
“Una de las tres instrucciones precisas que nos dieron desde el Vaticano era: no se le habla, no se le mira y menos se le interrumpe y estábamos apunto de aterrizar cuando vi que no se había abrochado su cinturón, entonces yo le pedí que lo hiciera… saltándome la primera instrucción. Luego se me informa que el punto de llegada había sido cambiado, lo que retrasaría el arribo unos 15 minutos según itinerario», especificó Carlos.
«Entonces yo permanecí en mi asiento, cuando de pronto de la nada, tengo al Papa parado a mi lado y preguntando cuánto faltaba para bajar. Me puse de pie de un salto para explicarle que debía volver a su asiento, cuando me dice que necesitaba estirar las piernas. En eso mira mi piocha y me pregunta de qué parte de Italia era yo, entonces le respondí que mis abuelos eran de la Liguria y él me dice que entonces éramos como primos», indicó.
Una bendición a los pilotos
«Seguimos hablando de fútbol, de aviones, de diferentes temas de manera muy distendida, lo sentí muy cercano. Yo sentía que estaba cometiendo una falta grave, pero debía ser un buen anfitrión. En eso, me pide que quiere saludar a los pilotos, algo que estaba más que prohibido. Sin embargo, le pedí al capitán ingresar y dejé que el Papa entrara», contó Carlos.
«Tengo esa imagen grabada: el Papa parado tras los pilotos, mirando hacia delante con la luz del atardecer, una imagen divina. Cuando finalmente el avión se detuvo y el capitán se voltea, casi se desmaya del impacto. Fue un momento muy emocionante, sobre todo cuando les dio la bendición. A esas alturas, yo creí que esa era la historia de mi vida que iba a contar, que había conversado con el Papa y que él se había despedido diciendo que éramos amigos”, prosiguió Carlos.
«Al arribo, lo primero que veo fue a mi esposa que se me acerca y dice: ‘¿Qué hiciste? ¿Cómo se te ocurre?’ ¡Después vamos a hablar!’. En ese momento, pensé que hasta ahí llegaba mi carrera en LAN», confesó.
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El Espíritu Santo sopla
Esa fue una noche de insomnio donde Carlos repasó una y otra vez lo vivido, sintiendo que había cometido un terrible error. A la mañana siguiente, cuando iniciaban el trabajo en el último día del viaje papal, el dueño de LAN, Ignacio Cueto, se acercó para decirle que el Papa había quedado encantado y quería que él se hiciera cargo de ese tramo. Aquello no se concretó porque por derecho le tocaba a otra compañera asignada.
«En un momento nos indican que como tripulación podremos sacarnos una foto con el Papa y de pronto se me ocurre pedir si podíamos pasar juntos con mi esposa. ‘¿Trajiste a tu esposa al avión?‘, me pregunta Su Santidad. Y nos invita a tomar asiento a su lado para conversar», afirmó Carlos.
«Entonces yo le pedí si podía darnos la bendición. Pero cuando supo que no estábamos casados por la Iglesia dijo que no podía, porque nos faltaba el sacramento. Y fue ahí cuando le conté nuestra historia, que el día que nos íbamos a casar fue el 27/F para el terremoto en Chile y que la Iglesia se cayó al suelo, permaneciendo cerrada por un año. Y le relaté todo lo que significó eso para nosotros a modo de desahogo… después llegaron nuestras hijas y finalmente, no lo concretamos”.
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Matrimonio en el aire
La conversación llevaba algunos minutos y en el avión ya empezaban a ponerse nerviosos porque no entendían lo que pasaba con Carlos y Paula.
“Entonces el Papa me dice: ‘Yo soy el guardián del Espíritu Santo en la tierra y si te trajo frente a mí y tu me cuentas eso, debo darle un cierre ¿Ustedes se quieren casar? ¿Paula tú amas a Carlos y tú Carlos amas a Paula? Entonces no hay nada más que decir, yo los caso aquí y ahora, ¿quieren o no?«, relató Carlos.
«Me mandó a buscar un testigo y le pedí a nuestro jefe Don Ignacio. `Tomémonos de las manos, desde este momento somos familia´, nos dice el Papa. Y yo veía esa imagen y no podía creer lo que estaba viviendo. Finalmente luego de una breve ceremonia en la que nos dio algunos consejos y también tuvo tiempo para el buen humor, nos recalcó que el sacramento del matrimonio es el que más nos faltaba en la iglesia y que si esto motivaba a más parejas, ya habíamos cumplido”.
La noticia causó revuelo internacional, los periodistas abordo comenzaron a informar lo que era un hecho inédito. Cuando se abrieron las puertas para descender en Iquique, todos sabían que el Papa había celebrado un matrimonio en el avión y en minutos, Paula y Carlos pasaron a ser el centro de la noticia.
“Mucha gente me escribió de todo el mundo a mi Facebook diciendo que les daba esperanza, que habían retomado la idea de casarse, recibí muchas manifestaciones de amor, fue realmente algo muy lindo”.
HO / OSSERVATORE ROMANO / AFP
Entrega de libreta
«Un par de meses después me llamó el Nuncio Apostólico, Ivo Scapollo, para pedirme varios documentos que solicitaban desde Roma para inscribir mi matrimonio. Finalmente nos invitó un domingo en la mañana en familia a la Nunciatura. Ahí estaba el padre Carlos Cano, quien era el que nos iba a casar ese 27 de febrero. El Papa le pidió expresamente que la libreta se hiciera en esa iglesia. Fuimos con nuestras dos hijas Rafaela e Isabela y quedamos en realizar algún tipo de ceremonia cuando sea posible», dijo Carlos sobre el después de todo aquello.
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Una cena pendiente
«Cuando nos despedimos del Papa, inmensamente agradecidos y emocionados, yo le dije que el avión era como nuestra casa y que esperábamos que se hubiera sentido a gusto y bien atendido, a lo que él respondió: `Ojalá algún día yo pueda atenderlos en la mía´«, detalló Carlos.
«Así tenemos una cena pendiente en Roma, que lamentablemente se fue dilatando porque llegó la pandemia. Pero que esperamos se pueda concretar. Por ahora, solo decirle que hemos cumplido con el mandato que nos dio el día que nos casó, seguimos viviendo y trabajando por mantener una familia unida, en el amor y cuidado por el otro y con una tremenda historia por contar, que espero escribir algún día cuando sea posible”.
Hoy solo Paula sigue siendo tripulante de LATAM airlines. Carlos trabaja de manera independiente con un emprendimiento de muebles hechos a mano que él mismo fabrica a pedido en el taller de su casa. Esto le permite cuidar a sus hijas cuando su esposa se encuentra de viaje.
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