Obispos de Perú rechazan declaraciones de ministra a favor del aborto libre

Redacción Central, 10 Mar. 22 (ACI Prensa).- La Conferencia Episcopal Peruana (CEP) expresó su rechazo total a las recientes declaraciones de la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Diana Miloslavich, quien abogó por la despenalización del aborto por violación para niñas y adolescentes en la legislatura actual.

En declaraciones al medio Exitosa el 7 de marzo, Miloslavich también expresó su deseo de que “en algún momento el aborto sea libre, gratuito y seguro en el Perú como en Argentina”.

Los obispos peruanos respondieron el 9 de marzo con un comunicado titulado “Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”.

En este rechazaron “totalmente las declaraciones de la ministra de la Mujer que pretende la despenalización del aborto”. Y a la vez proclamaron “la defensa de la vida, de todo ser humano, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural”.

La Conferencia Episcopal Peruana indicó que “el tema del aborto no es exclusivamente de índole religioso, ni social, ni político”, sino que “es un problema humano”.

“El valor de la vida trasciende la perspectiva confesional, es una cuestión de humanidad. Por eso, como Iglesia, levantamos nuestra voz”, aseguró.

En ese sentido, los obispos peruanos recordaron a la ministra Miloslavich que “el primer derecho de una persona es el derecho a vivir, que es el fundamento y condición de posibilidad para ejercer todos los demás derechos”.

“En consecuencia, su defensa debe estar por encima de cualquier otro valor social, económico, psicológico, afectivo, sanitario y familiar”, recordaron.

Los obispos también recordaron que el artículo.2 de la Constitución Política del Perú, “reconoce que la vida humana se inicia con la concepción, y señala que el concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece”.

“Y el principal de esos derechos es precisamente el derecho a la vida”, subrayaron.

Añadieron que la Convención Americana sobre Derechos Humanos —conocido también como Pacto de San José de Costa Rica—, suscrito por el Perú, ordena que: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Ese derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”.

En el comunicado se criticó, además, a quienes “se inclinan por sacrificar la vida del concebido en aras de resguardar la vida de la madre, aún en casos lamentables de violación”, ya que “parten del presupuesto de que la vida de la madre tiene mayor valor que la del hijo, lo que es arbitrario y falso, y exponen a las madres a las consecuencias de participar en el asesinato de sus propios hijos”.

“Todos los seres humanos poseen la misma dignidad y el mismo valor”, subrayó la CEP.

Los obispos aseveraron que “no existe situación, razón objetiva o dificultad humana que autorice matar a un inocente”, pues “un mal (la violación) no se combate con otro mal (el aborto)”.

“Es injusto matar al inocente, creyendo que con ello se ‘sana’ a la mujer madre que sufrió la violación. Dice el Papa Francisco: ‘¿Es justo suprimir una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar un sicario para resolver un problema? ¡No, no se puede!’”, agregaron.

La CEP recordó además que la Iglesia Católica “ha considerado siempre al concebido como alguien sagrado, y reconoce que tiene alma desde el instante de su concepción”. “Una vida que biológicamente es distinta a la vida de la madre y que, además, es irrepetible y única”.

En su comunicado, los obispos peruanos expresaron su solidaridad con las mujeres que han sido víctimas de violación.

Indicaron que en su misión pastoral “han podido acoger, atender y ayudar a tantas mujeres que, después de haber sufrido el vejamen de la violación, siguen cargando con el sufrimiento y la impotencia de ver que la justicia no ha castigado a sus agresores”.

“Por eso pedimos a las autoridades competentes implementar leyes y procesos para que los culpables de actos de violación paguen sus delitos”, exhortaron.

Finalmente, hicieron un llamado a la oración, para “que el Señor de la Vida, Él que ha dado su vida para que nosotros la tengamos en abundancia, nos inspire siempre sentimientos de amor, respeto y defensa de la vida humana en cualquier circunstancia, para que en nuestro país se implante la cultura de la vida, no la cultura de la muerte”.

 

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