Así lo dijo el Santo Padre este 22 de enero, Domingo de la Palabra de Dios, antes de dirigir el rezo del Ángelus ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Al reflexionar en el pasaje del Evangelio dominical de San Mateo en el que Jesús llama a los primeros discípulos a dejar todo para seguirlo, el Papa Francisco explicó que permanecer con Cristo “requiere la valentía de dejar” todo lo que impide la vida plena que son “como anclas que nos sujetan a la orilla y nos impiden remar mar adentro”.
“Hay que dejar también lo que nos impide vivir plenamente, como los miedos, los cálculos egoístas, las garantías de estar seguro viviendo una vida mediocre. Y también hay que renunciar al tiempo que se pierde en tantas cosas inútiles”, indicó.
En esta línea, el Santo Padre puso como ejemplo el de “una familia joven, que deja una vida tranquila para abrirse a la impredecible y hermosa aventura de la maternidad y de la paternidad”.
“Se deja algo por vivir esta bella aventura. Es un sacrificio, pero basta una mirada a los hijos para comprender que era justo dejar ciertos ritmos y comodidades, para tener esta alegría, un paso más allá”, advirtió.
Además, el Papa aseguró que “antes o después llega el momento en que hay que dejarlo todo para seguirle” y añadió que se trata de “un momento decisivo para todo cristiano, porque se juega el sentido de todo lo demás”.
Por ello, el Santo Padre invitó a cuestionarnos “ante el encuentro con Jesús ¿qué hago? ¿dejo mi egoísmo, por ejemplo, para seguirlo a Él, o permanezco en mí?” porque “si no se encuentra la valentía de ponerse en marcha, se corre el riesgo de quedarse como espectador de la propia existencia y vivir la fe a medias”.
“Qué hermoso es dejar todo esto para vivir, por ejemplo, el arduo pero gratificante riesgo del servicio, o dedicar tiempo a la oración para crecer en la amistad con el Señor”, afirmó.
De este modo, el Papa Francisco señaló que “para realizar la vida hay que aceptar el reto de dejar. Y a eso nos invita hoy Jesús a cada uno de nosotros”.
“Que María nos ayude a decir, como ella, un sí pleno a Dios, a saber dejar algo atrás para seguirle mejor. No tengan miedo de dejar, si es para seguir a Jesús, siempre nos encontraremos mejor todavía”, concluyó el Santo Padre.
A continuación, el pasaje del Evangelio comentado por el Papa Francisco:
San Mateo 4, 12-23
12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. 13 Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; 14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: 15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! 16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido. 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.» 18 Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, 19 y les dice: «Síganme, y los haré pescadores de hombres.» 20 Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. 21 Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. 22 Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron. 23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
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