Cada persona es un regalo para los demás y puede serlo de una manera aún más brillante si logra hacer realidad lo que su Creador sueña con ella. Los esfuerzos por mejorar son muy útiles pero también pedirle a Dios su ayuda. Para ello es esta sencilla oración:
Oh Dios, omnipotente y omnisciente,
sin principio ni fin:
Tú que eres la fuente, el sostén
y la recompensa de todas las virtudes,
concédeme estar sobre el sólido terreno de la fe,
ser protegido por el escudo inexpugnable de la esperanza
y adornado con el vestido nupcial de la caridad.
Concédeme estar sujeto a Ti con justicia,
evitar con la prudencia los engaños del diablo,
ejercer la moderación con templanza
y soportar con paciencia la adversidades con fortaleza.
Concédeme que todo lo bueno que tengo
lo comparta generosamente con los que no tienen,
y todo lo bueno que no tengo
lo pida humildemente a los que tienen.
Amén.
Publicar un comentario