El legado de Joseph Ratzinger supera el tiempo de su pontificado y seguirá iluminando la vida de la Iglesia en los años venideros, explica la madre María Anunciación Ros, abadesa del monasterio de monjas benedictinas de la Santa Cruz de Sahagún
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Benedicto XVI ha fallecido, pero no así su legado espiritual y teológico, explica la Madre María Anunciación Ros, abadesa del monasterio de monjas benedictinas de la Santa Cruz de Sahagún. La voz del pontífice emérito resonará imperecedera en la vida de los monjes y monjas contemplativos.
La religiosa ha dedicado totalmente su vida a Dios, pues entró a los 15 años como postulante en la Orden que fundó San Benito de Nursia. Ingresó en el monasterio a los 18 años. En el año 2003, fue elegida abadesa de este monasterio fundado en 1546.
«Con su magisterio», nos confía con emoción la madre abadesa. Benedicto XVI «quiso confirmar, afianzar, arraigar… la fe en nuestra sociedad tan globalizada y recelosa de sus orígenes cristianos. Sus escritos han iluminado y acompañado la vida de muchos contemplativos, ayudando a su vida de entrega a la oración».
Los dos maestros contemplativos de Ratzinger
En particular, la madre María Anunciación recuerdala singular vinculación de Joseph Ratzinger con dos de los grandes maestros de los monjes y monjas contemplativos.
Por una parte, Ratzinger imprimió una auténtica actualidad al pensamiento y espiritualidad de san Agustín de Hipona. Pues como la abadesa nos recuerda, como teólogo encontró en él a un «incansable buscador de la verdad» y a él dedicó su tesis doctoral sobre la Iglesia.
Por otra parte, san Benito de Nursia, inspiró su vida y pontificado hasta el punto de que de él tomó su nombre como Papa (Benedicto y Benito en latín son el mismo nombre).
En la audiencia general del 9 de abril de 2008, al presentar la figura de san Benito, fundador del monacato occidental, destacó cómo la vida del monje, capaz de inspirar la vida de todo bautizado, es fecunda cuando se convierte en una unión entre la acción y la contemplación.
La oración es primero un acto de escucha para después traducirse en una acción concreta, recordaba el pontífice.
La madre abadesa revela que Joseph Ratzinger hablaba de la vida monástica por experiencia. «Con cierta frecuencia, tanto en Alemania como en Roma, pasaba unos días en las abadías benedictinas para orar y celebrar la liturgia».
Últimas conversaciones
Para la madre María Anunciación, el libro de Benedicto XVI, Últimas conversaciones, entrevista con el periodista alemán Peter Seewald, constituye un programa para la vida contemplativa.
En particular, la monja subraya esta «frase impresionante»: «Creer, no es otra cosa que, en la noche del mundo, tocar la mano de Dios en el silencio, escuchar la palabra, ver el amor».
«El Espíritu Santo ha regalado a la Iglesia unos grandes y santos papas. Entre ellos Benedicto XVI, quizás uno de los hombres más inteligentes y cultos del siglo XX», constata María Anunciación.
«Supo conjugar plenamente la fe y la razón – añade –, con aquella frase lapidaria: ‘La razón no se salvará sin la fe, pero la fe sin la razón no será humana’».
La herencia de Benedicto XVI
Según nos confiesa la madre abadesa, en su juventud tuvo un papel decisivo el libro Informe sobre la fe. El libro-entrevista del entonces cardenal Joseph Ratzinger con el periodista Vittorio Messori.
«Me sorprendió con qué clarividencia y profundidad exponía las verdades de la vida y de la fe y la situación del mundo actual – recuerda la monja benedictina –. Lo leí por segunda vez y luego todo su magisterio. Es de una gran riqueza teológica, espiritual y moral, expuesto con sencillez y claridad».
La madre María Anunciación concluye dejándonos uno de sus pensamientos preferidos de Benedicto XVI. «Nos hemos de liberar de la falsa idea de que la fe ya no tiene nada que decir a los hombres de hoy».
Esta frase sintetiza el motivo por el cual el magisterio de Joseph Ratzinger será imperecedero.
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