Barbara Longhi: La pintora de la Contrarreforma

Apenas quince lienzos se conservan de la pintora renacentista Barbara Longhi. Una artista de cuya vida se desconoce prácticamente todo pero cuya obra es custodiada en la actualidad por algunas de las principales pinacotecas del mundo.

Nacida en Rávena el 21 de septiembre de 1552, la vida de Barbara Longhi giró alrededor del arte. Su larga existencia, vivió hasta los ochenta y seis años, algo muy poco habitual en su época, la dedicó a la pintura. Aprendió los entresijos de los lienzos, las paletas y los pinceles de la mano de su propio padre, el maestro pintor Luca Longhi. Barbara siguió la estela de su padre, reconocido pintor que retrató a los grandes personajes de su tiempo, entre ellos varios obispos y cardenales, y centró sus cuadros en escenas religiosas. Junto a ellos, Francesco Longhi compartió el conocimiento artístico en el taller familiar. Además de sus familiares artistas, nombres como Raphael, Correggio o Parmigianino fueron algunos de los grandes pintores que influyeron en la obra de Barbara Longhi.

Además de alumna de Luca, Barbara fue también modelo en algunos de sus cuadros. Su rostro aparece como Santa Bárbara en el cuadro Madonna entronizada con santos y podría ser también una de las invitadas en Las bodas de Caná.

Se sabe que Barbara pintó retratos como su padre, aunque solamente se ha conservado uno, Monje Camaldulense, hoy en el Museo de Arte de Rávena. De los quince lienzos identificados como obra de Barbara Longhi, doce son pequeños cuadros representando a la Virgen con el Niño. Lienzos pensados para la devoción personal enmarcados en una época histórica, la de la Contrarreforma, en la que muchos pintores católicos se pusieron al servicio de la fe.

Tanto Barbara como su padre siguieron los dictados del Concilio de Trento que, ante la reacción protestante a rechazar las imágenes religiosas, potenció la recreación de pasajes bíblicos y de sus principales protagonistas, dando especial relevancia a la Virgen María.

Barbara también se pintó a sí misma representando a Santa Catalina de Alejandría en un hermoso autorretrato custodiado también por el Museo de Arte de Rávena. Su fama fue limitada a su Rávena natal pero el gran pintor e historiador Giorgio Vasari incluyó su nombre en su magna obra de artistas ilustres.

La pintora renacentista que evolucionó hacia el manierismo permaneció toda su vida en la ciudad que la vio nacer, aprendiendo en el taller familiar, copiando la obra de su padre y ayudando en la realización de grandes pinturas religiosas. Cuando falleció Luca Longhi, Barbara continuó pintando pero se desconoce si llegó a formar su propia familia o algún otro detalle de su vida privada.

El hecho de que trabajara durante tantos años en el taller familiar y que muchas de sus obras no las firmara, hizo que muchos cuadros suyos fueran atribuidos a su padre. Después de su muerte, el 23 de diciembre de 1638, su nombre permaneció oculto hasta que, poco a poco, se le fueron atribuyendo las hermosas obras en las que recrea con gran delicadeza el amor entre María y su Hijo. Obras que custodian museos como el Louvre de París, pinacotecas americanas como el Walters Art Museum de Baltimore o el Indianapolis Museum of Art o museos italianos como el de Rávena o la Pinacoteca Nazionale de Bolonia.

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