Tomás Alvira fue uno de los jóvenes que cruzaron a pie los Pirineos con san Josemaría Escrivá durante la Guerra Civil española, huyendo de la persecución anticatólica para escapar a una zona donde podían practicar su fe con libertad.
En 1939, Tomás se casó con Paquita Domínguez, y juntos buscaron vivir su vocación matrimonial al máximo. Tenían nueve hijos y los tenían en alta estima quienes los conocieron, por su ejemplo de amor y generosidad. Su causa de canonización se abrió en 2009.
A continuación, su hijo Rafael Alvira describe siete maneras como sus padres cuidaron su matrimonio y educaron a sus hijos a través de su ejemplo.
Esta lista de consejos para parejas casadas está adaptada de una charla que él dio en la Universidad de Piura en Lima, Perú.
1. Entusiasmo para amar
Mis padres perseveraron en su afán de amarse hasta el final de sus vidas. Una amiga de una de mis hermanas le dijo que tenía envidia de mis padres, porque los veía caminando por la calle y podía decir que todavía se amaban como cuando estaban saliendo. A medida que pasaron los años, mis padres tenían el mismo entusiasmo que tenían el día en que se casaron, y su amor siempre aumentaba.
2. Atención a otros
Tenían una gran capacidad para estar atentos a los demás. Por ejemplo, ambos me abrían la puerta cuando llegaba. Mi madre daba un beso a cada uno de sus hijos cuando llegábamos a casa. Lo veíamos como algo normal.
3. Enseñanza a través del ejemplo
Mis padres estaban convencidos de que el factor decisivo en la educación es el ambiente en el que se desarrolla, y que la mejor pedagogía es indirecta. El buen ejemplo que nos dieron fue muy influyente. Así nos transmitieron la fe. Por ejemplo, iban a misa y los veaíamos participar con una devoción que nos dejó una marca. Nos mostraron lo que significa el amor de Dios al ganarnos con afecto; se sacrificaron sin decir nada para ayudarnos. Y su espíritu era contagioso.
4. Enseñar a los niños a amarse
Ambos nos animaron a amarnos mucho como hermanos y hermanas. Esto es algo que sigue siendo cierto hoy. Tengo un hermano y seis hermanas (mi hermano mayor murió cuando tenía 5 años).
5. Aceptar la debilidad de un gran corazón
Mis dos padres tenían un corazón muy grande. Tener gran un corazón no es tan fácil. A mi padre le costaba mucho corregir a cualquiera de sus hijos, pero se dio cuenta de que si no lo hacía, nos haría daño. Nos corrigió sin ofendernos. Para realmente amar, tienes que tener un corazón. Y lo mismo sucedió con los alumnos de mi padre. Se dieron cuenta de que los amaba; se sentían amados y estaban agradecidos.
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6. Fomentar la amistad
Mis padres tenían muchos amigos de la familia, y nos convertimos en parte de estas familias. También invitaron mucho a nuestros amigos a nuestra casa. Conocían a todos nuestros amigos. Los trajeron a nuestra casa y les permitieron experimentar nuestro ambiente familiar. No es suficiente con que los padres críen bien a sus hijos: también necesitan conocer a los amigos de sus hijos. De lo contrario, la buena educación que dan puede verse arruinada por las malas amistades que hacen los niños.
7. Respeto a la libertad
Mis padres siempre tuvieron un gran respeto por nuestra libertad. Nunca nos presionaron a tomar una decisión específica. Por ejemplo, en casa mis padres rezaban el Rosario todos los días. Pero nunca nos obligaron a rezar con ellos. Lo rezaron atentamente y, aunque nos invitaron a unirnos a ellos, nunca nos lo impusieron ni insistieron en que participáramos.
https://www.youtube.com/watch?time_continue=37&v=JeUFTU7I_N4
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