Tenía 36 años antes de morir con el cuello quebrado, víctima de la brutalidad de oficiales de policía de Tulum
Ser mujer en México es un riesgo. Diariamente se cometen en promedio diez asesinatos (les han puesto el nombre de “feminicidios”) de mujeres en el país. Su “delito”: en la mayoría, si no es que en la totalidad de los casos, ser mujeres.
La mayor parte de ellos se quedan en el silencio de la impunidad. No saltan a las primeras planas de los periódicos. El brutal asesinato por parte de la policía de Tulum (Quintana Roo) en contra de la salvadoreña Victoria Esperanza Salazar, sí ha llegado a los titulares.
Su nombre completo es Victoria Esperanza Salazar Arriaza. Tenía 36 años antes de morir con el cuello quebrado, víctima de la brutalidad de oficiales de policía de Tulum, en la Riviera Maya, quienes la sometieron –como a George Floyd en Saint Paul—hasta la muerte.
Fair use
Las fotos y los videos han dado la vuelta si no al mundo, sí a México. Es la misma escena que la de Floyd, nada más que en el Caribe mexicano. Policías aplicando la rodilla en el cuello de la detenida, inmunes a sus gritos de auxilio.
Refugiada en México
Victoria –que ahora se ha convertido en el nombre de batalla de miles de mujeres que salen a la calle para exigir justicia para ella y respeto para todas—salió de su pueblo natal de El Salvador, Sonsonate, porque era agredida por su condición de mujer.
Llegó a México en 2016, junto con sus dos hijas (en ese entonces, de once y diez años de edad). En 2017, estando en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, pidió asilo en la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (Comar), mismo que le fue concedido ese mismo año como refugiada por su condición de mujer.
En varias ocasiones, su familia dijo desconocer por qué había abandonado El Salvador y había buscado refugio en México. Sin embargo, la relación somera de los hechos que narró a la Comar, hacen pensar que había sufrido violencia machista, siendo madre soltera.
También está el tema –que no se acepta para obtener refugio—que Victoria, según declaraciones de quienes la conocían en El Salvador, simplemente huyó de su país buscando mejores oportunidades de trabajo y salario, para mantener a sus hijas.
Dolorosa paradoja
Lo cierto es que, como se narra en el portal Animal Político, Victoria salió de El Salvador buscando protección en México. Y México, a través de la Comar, se comprometió a cuidar de ella. Y en México se encontró la muerte entre cuatro policías de Tulum la tarde del sábado 27 de marzo.
Según la relatoría de los hechos a Victoria se le detuvo por estar causando desórdenes en la vía pública. Los cuatro oficiales la sometieron boca abajo, al lado de la patrulla que tripulaban, hasta quebrarle el cuello y causarle la muerte instantánea.
Los vídeos tomados por la gente que pasaba por el lugar, rápidamente difundidos por redes sociales, recogen, claramente, los lamentos de Victoria que se van apagando hasta quedar inconsciente y en silencio, tumbada e indefensa.
Victoria acababa de salir de una tienda de conveniencia cuando fue sometida por los policías que atendieron una llamada advirtiendo desórdenes en la vía pública. El informe forense indica que murió por fractura en la parte superior de la columna vertebral, producida por ruptura de la primera y segunda vértebra.
El destino incierto de las hijas
Tras conocer su muerte, la familia de Victoria, en El Salvador, admitieron que Victoria no había salido del país para ir a Estados Unidos, como tantos otros salvadoreños lo hacen. Ella quería darle un mejor futuro a sus hijas. Y por ello trabajaba, desde hace tiempo, en la industria hotelera de la Riviera Maya.
Rosibel Arriaza, madre de Victoria, dijo, con toda claridad, lo que late en el ambiente de México: “Se supone que las autoridades (policiacas) están para proteger a los seres humanos”. En verdad, eso se supone. Pero en muchos lugares de México eso, simplemente, no aplica.
“Lo siento mucho, hermana, nos harás mucha falta en nuestras vidas y dejas un vacío que nada podrá llenar jamás. Sin duda fue un acto de violencia injustificada y cobardía y lucharemos para que esto no quede impune como muchos casos más. Te amo, un beso y un abrazo estés donde estés”, dejó escrito su hermano René en su perfil de Facebook.
Los cuatro policías han sido separados de sus cargos y serán juzgados próximamente. También ha renunciado el director de la policía de esa pequeña ciudad, situada en el centro del paradisiaco Caribe mexicano. Un infierno en el paraíso. Solo por ser mujer.
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