Santa Giulia Salzano: Dedicó su vida al catecismo

Cuando en 1861 regresó a casa, no se olvidó de ellas y de todo lo que había aprendido en su vida en el convento. Los siguientes años se volcó en sus estudios y consiguió el título de maestra en 1865. Giulia sabía que quería enseñar y lo hizo en Casoria, donde ejerció de profesora de religión y catequista.

Durante años, Giulia Salzano se ganó el cariño y el respeto de las personas que pasaban por sus aulas y se dio cuenta de la importancia que tenía la catequesis en las personas. Devota de la Virgen y del Sagrado Corazón de Jesús, decidió fundar una congregación cuyo fin principal fuera la difusión de la fe.

Congregación de las Hermanas Catequistas

El 21 de noviembre de 1905 fundaba la Congregación de las Hermana Catequistas del Sagrado Corazón de Jesús al tiempo que tomaba los hábitos. Desde entonces y hasta su muerte, guió los pasos de esta congregación que en la actualidad sigue viva con su labor de apostolado en todos los rincones del mundo, desde Canadá hasta Filipinas, pasando por la India, Brasil o el Perú.

El pueblo de Casoria lloró la muerte de su querida “Doña Julieta” el 17 de mayo de 1929. Ya entonces tenía fama de santidad. En 1974 fue declarada Sierva de Dios y se inició el proceso de beatificación y canonización que culminó en la Plaza de San Pedro el 17 de octubre de 2010. Fue durante la homilía en la que fueron canonizados cinco beatos más, cuando el Papa Benedicto XVI recordó la figura de Giulia Salzano con estas palabras:

“En la segunda mitad del siglo XIX, en Campania, en el sur de Italia, el Señor llamó a una joven maestra de la escuela primaria, Julia Salzano, y la convirtió en apóstol de la educación cristiana, fundadora de la congregación de las Hermanas Catequistas del Sagrado Corazón de Jesús.

La madre Julia comprendió bien la importancia de la catequesis en la Iglesia y, uniendo la preparación pedagógica al fervor espiritual, se dedicó a ella con generosidad e inteligencia, contribuyendo a la formación de personas de toda edad y posición social. Repetía a sus hermanas que deseaba impartir catecismo hasta la última hora de su vida, demostrando con todo su ser que si «Dios nos ha creado para conocerlo, amarlo y servirlo en esta vida», no se debía anteponer nada a esta tarea. Que el ejemplo y la intercesión de santa Julia Salzano sostengan a la Iglesia en su perenne tarea de anunciar a Cristo y formar auténticas conciencias cristianas”.

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