El cardenal Baltazar Porras Cardozo, arzobispo de Mérida y administrador apostólico de Caracas, acaba de salir hacia Roma con una carga pesada sobre sus hombros: presidir el Sínodo de obispos amazónicos. Mucha tinta ha hecho correr esta reunión sin siquiera haber comenzado. Y no es para menos. Si bien los sínodos no son novedad en la Iglesia, sí lo es el que, por vez primera, la atención se centre sobre un territorio, la vasta, sufrida e indispensable Amazonía americana.
Se pensaba que el lugar escogido podría haber sido Brasil por concentrar la mayor porción de territorio selvático. Pero la sede escogida fue la Roma eterna e impertérrita, quizá para ofrecer una mayor visibilidad y autonomía para el debate de temáticas que generan las naturales asperezas derivadas de los intereses y las ideologías que serpentean entre la maleza amazónica.
El prelado venezolano asumió el reto de ser la figura clave en la terna que, por decisión papal, coordinará esta asamblea vaticana. Probablemente, justo por representar a Venezuela llevará la batuta. Cosas del Papa. Se notaba sereno y en control de la situación. Sobre todo, alegre y esperanzado por la ocasión de poder tocar fondo en una problemática que afecta a nueve países y mantiene en riesgo a varias comunidades indígenas. Una cruz que arrastra América Latina en un vía crucis que descarta a los más indefensos. Su Eminencia privilegia los temas que considera fundamentales y explica por qué a veces se desvía el foco hacia otros que distraen y confunden los objetivos. Habla con entusiasmo y responde sin la menor resistencia.
Antes de partir, nos envió esta breve misiva electrónica:
“En horas estoy saliendo para Roma. Les pido que acompañen este kairós eclesial con sus oraciones. Hoy hemos tenido la alegría de ver un pueblo desbordado en Turmero, la tierra natal, y luego en la Catedral de Maracay recibiendo a su nuevo Pastor (un salesiano, hasta ahora obispo auxiliar de Caracas, recientemente designado para esa diócesis por el Papa Francisco). Salieron varias pancartas con frases que decían: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Estoy inmensamente agradecido por la generosa entrega de Mons. Enrique Parravano como Auxiliar de Caracas. Ahora rezamos por la unción del Espíritu en esta nueva misión que el Santo Padre le confía.
Recen por mí, lo haré también ustedes.
Un abrazo.
† Baltazar”
Esa fue su despedida. Antes, conseguimos conversar sin premuras con él, a pesar de una perennemente apretada agenda que organiza para que siempre haya lugar para la prensa.
_ ¿Por qué recae en usted esa responsabilidad cuando Venezuela está entre los países con menor territorio amazónico?
Somos tres cardenales del continente seleccionados para conducir esta reunión, pero el Papa tiene decisiones a veces inesperadas. Podría ni haber figurado. Represento al país que menos Amazonía tiene…imagínate, solo el último incendio equivale a que se hubiera quemado todo el área del estado Trujillo en Venezuela. Quién sabe por qué el Papa me eligió entre ellos, tal vez por aquello de su acento en las periferias –risas-. Pero es una responsabilidad compartida.
_ ¿Cómo surge la idea de hacer un Sínodo amazónico?
Se trata de un sínodo especial y por eso llama la atención que tenga, tanto dentro como fuera de la Iglesia, una expectativa a veces controvertida. El tema ecológico es tan importante como la cuestión obrera, la paz, el desarrollo el cual, no hay que olvidarlo, desde León XIII para acá es parte de la Doctrina Social de la Iglesia. En el propio Vaticano II apenas fue un embrión, pero desde entonces, sobre todo en la Iglesia latinoamericana, ha tenido vigencia. Vivimos y sufrimos nuestros propios problemas y ya en Puebla y en Aparecida surge el problema de la ecología como un tema integral que es lo que, justamente, asume el Papa en Laudato SI. El tema de la “Casa Común” tiene como emblema la Amazonía que no solo es un pulmón para América sino para el planeta. Por ello el Papa, desde lo que ha sido siempre su perspectiva, insiste en las razones por las que hay que cuidar todo esto. ¿Y por qué? Sencillamente porque la centralidad no está en el pobre y el desvalido; más bien lo que se está haciendo es empobrecer mientras se enriquecen unos cuantos y pocos y el resto de la población sufre, se degrada el hábitat y se destruye la vegetación. Todo el ecosistema sufre y no podemos seguir viendo esto de reojo.
_ ¿Cómo miran hacia el ecosistema?
No solamente desde una perspectiva ambiental, sino que entra a jugar un rol muy importante la parte humana y la proyección para las generaciones futuras. Así como ha calado en nuestros días toda una mentalidad contraria de los combustibles fósiles –que generan riqueza pero que claramente perjudican la vida en el planeta- pues inciden sobre la capa de ozono y el cambio climático, de la misma manera el problema ecológico nos lleva más allá: el Papa lo plantea como un problema moral, no circunscrito a lo regional sino que estamos frente a una realidad que, si bien se localiza en el bioma amazónico, tiene una dimensión global. Por eso quiso que este sínodo fuera en Roma, para que adquiriera carácter universal y tratar el tema como algo que interpela a la humanidad completa.
_ Hay otras zonas en el mundo con problemas similares, como el Congo en África o los que afectan al bioma de Oceanía con la amenaza sobre las especies marinas…
Por eso el llamado a Roma, para que se tome conciencia de que no es simplemente un problema regional y de la necesidad perentoria de buscar una nueva manera de relacionarnos con el problema, de generar una nueva economía que traiga progreso porque, obviamente, no “es solo el capitalismo el que trae progreso” –como se ha afirmado- pues junto con el progreso trae también una brecha entre ricos y pobres y lo vemos en tantos países y épocas.
_ Hay quienes no comprenden esa búsqueda y reducen todo a “el Papa es comunista”. Ahora será “el cardenal es comunista”…
Algo absurdo. Calificativos contra planteamientos de fondo que a todos nos involucran. No descartamos aspectos positivos del capitalismo pero creemos que hay que ser creativos y buscar otras vías que también pueden aportar en positivo para no solo destruir y producir lucro. En el documento preparatorio de este Sínodo hay planteamientos cruciales que no tienen nada que ver con ideologías. Ante todo, respetar el ambiente y a quienes allí viven. No solamente son grupos indígenas, hay también comunidades de criollos allí que han vivido siglos respetando el ambiente, beneficiándose de lo que la zona ofrece para vivir y coexistiendo sin traumas. Nos mueve el reto de cómo hacer para generar una economía distinta a través de la cual no solo se obtenga beneficio inmediato, sino que se aproveche y explote lo que allí existe sin destruir ni el ambiente ni a las poblaciones que allí están.
_ Usted recordaba que tenemos muy poca Amazonía en comparación con otros países. ¿Cómo afecta a Venezuela?
Representamos sólo un 6%, es la parte más pequeña pero todo lo que está sucediendo en el Arco Minero, debajo del Orinoco y más allá, nos convierte en una de las zonas más depredadas. Lo que hay allí es la más inmisericorde destrucción del ambiente y la más grave agresión y desconsideración con los habitantes de esa región. Se sabe de grupos indígenas venezolanos que han emigrado hacia Brasil o Colombia por el acoso a que son sometidos. Y ellos no se consideran ni venezolanos ni colombianos, ni brasileros; son guaraos, pemones, yanomamis. Tan simple como eso.
_ Se aprecia la importancia y preeminencia de los asuntos cruciales que usted señala. ¿A qué se debe la insistencia, inclusive en sectores intraeclesiales, en temas que gravitan en la periferia, más adjetivos que sustantivos? (Sin mencionar que hay hasta obispos de Brasil que no están muy contentos con la realización de este Sínodo)
Si, aquellos señalamientos de desviaciones heréticas y contra el sentido de la Creación no hacen más que acentuar la certeza de que son interesados y no tienen nada que ver con la realidad ni con la verdadera motivación de esta asamblea de obispos. El respeto a la Creación, a la naturaleza, ¿no está en la Biblia desde el Génesis? ¿Recuerdas el relato del Diluvio? Sólo habría que sincerar si todas esas críticas o reparos no proceden de intereses económicos foráneos. Grupos norteamericano-canadienses, centroeuropeos y brasileros, lógicamente presionan las posturas de algunos gobernantes y voceros de compañías que explotan la región. No solo la Amazonía, también el Congo.
_ ¿No viene siendo este tema tratado en el CELAM desde hace muchos años?
Por supuesto. Me gusta poner siempre el ejemplo de una reunión donde asistí hace poco menos de 20 años. Un seminario donde asistieron presidentes y vicepresidentes de conferencias episcopales sobre el tema de la minería. La idea era proponer una ley-marco para todos los parlamentos o congresos de América Latina. Sólo dos artículos para garantizar que, para cualquier explotación en la región, debía aplicarse las mismas normas que las compañías o consorcios transnacionales que vinieran observaran en su país de origen. Ningún congreso respondió. De allí todo el estropicio en Chiapas, en Huancayo, Perú y otros.
_ ¿Algún ejemplo concreto?
Existía el rumor de que se proponían explotar las minas de fosfato de Bailadores –Mérida- en los Andes venezolanos. De menor cuantía económica que lo que envuelve la Amazonía, claro está. Me visitaron dos abogados, representantes de la compañía canadiense que explotaría la zona. Me dijeron: “Venimos a conversar con usted porque hemos oído que la Iglesia se opone a los planes de explotación minera en América Latina”. Respondí de inmediato: “En absoluto. Por nosotros no hay problema en explotar las minas de Bailadores. Eso es falso”. Acto seguido, preguntaron: “Y qué condiciones pondría usted?”. Una sola, respondí: que apliquen en Venezuela las mismas leyes que observan en Canadá para la explotación minera. Replicaron que eso era imposible, así que la conversación terminó allí. La idea era llegar y explotar sin la menor responsabilidad social para con el entorno. No podemos apoyar eso.
_¿Se puede hacer de una manera distinta?
En Venezuela hay un ejemplo claro. En nuestro país la explotación petrolera se hizo sin destrucción del ambiente. Eran transnacionales petroleras, concesionarias que explotaban, extraían y comercializaban el petróleo por décadas. Y se hizo bien, sin daño al ambiente, sin desplazamiento de población, sin traumas ni conflictos, tanto en Oriente como en Occidente, en el Lago de Maracaibo. Las familias vivían contentas en los campos petroleros, con una calidad de vida extraordinaria por la que respondían esas compañías que llegaron aquí a mediados de los años 10 y 20 del siglo pasado. Ni siquiera la nacionalización, que vino mucho después, representó mayor problema. Tal vez por eso los venezolanos no tenemos conciencia clara de todo ese drama. Nadie me lo ha explicado pero es un hecho que ese proceso fue tranquilo y respetuoso, sin afectar el ambiente y sin irrespetar a la gente. El Oriente del país no tenía carreteras, todas las hicieron las petroleras. Se sabe que firmaron un convenio con los pescadores: si, como consecuencia de alguna falla en el proceso se producía mortandad de peces, las petroleras los indemnizaban por daños ecológicos y/o de otro orden. En Ecuador, Chile y Perú fue otra cosa.
_ Recapitulamos: ¿puntos focales del sínodo?
A partir de una realidad, más allá de lo religioso, lograr la toma de conciencia del mundo entero de que no se puede seguir explotando lo que sea de cualquier manera. Esta Casa Común es para todos y la Amazonía es parte importante de esa Casa Común e interesa por igual a europeos, asiáticos, americanos. Y lo más importante, interesa para que pueda haber futuro para las siguientes generaciones. La existencia en este planeta tiene que tener una calidad mínima, ahora y para el futuro. Esa conciencia nos obliga moralmente pues está en juego la vida humana y eso es un asunto de la Iglesia.
_ ¿La reconversión personal y eclesial de que habla el Papa?
Eso es. Que haya grupos, incluso dentro de la Iglesia, en contra o confundidos, eso es normal porque este Papa resulta molesto, pisa callos y no teme tocar puntos álgidos. Por eso, más allá de ello, decimos que todo esto supone una reconversión porque el tema de fondo sigue allí: no podemos continuar como vamos. Estamos obligados a plantearnos que hay que cambiar. El Santo Padre habla de conversión ecológica y personal y agrega la coletilla de “integral” porque no se trata de sembrar una matica el Día del Árbol. La cosa es más seria, necesitamos construir un mundo en que podamos vivir, explotar racionalmente lo que Dios ha puesto para nuestra supervivencia, generar trabajo y bienestar para beneficio de todos.
_ ¿Por qué este sínodo es tan especial?
Porque tratará temas concretos de la gente concreta en un contexto determinado, un territorio y su problemática a través de una mirada integral. Esta vez, no es un sínodo sobre asuntos como los obispos, el clero, temas puntuales de fe, vocaciones. Entonces la gente se pregunta: “¿Y dónde está el tema religioso?”. ¡¡¡Pues en la Creación y la dignidad de la vida humana!¨!!! Causa interés por la presencia de mucha gente, no solo de obispos amazónicos, sino de especialistas en los temas que abordaremos. Lo que la Iglesia quiere no es que ellos nos digan cómo hay que hacerlo, lo cual corresponde a decisiones políticas de los gobiernos y a los expertos. Lo que dejaremos claro es que no se puede seguir haciendo lo que se está haciendo.
La Amazonía y su gente imágenes:
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