Al iniciar la encíclica, el Papa peregrino afirma que “la Madre del Redentor tiene un lugar preciso en el plan de la salvación, porque ‘al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, para que recibieran la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!’”.
El Pontífice explica que escribió la encíclica motivado por “la perspectiva del año dos mil”, en el que “el Jubileo bimilenario del nacimiento de Jesucristo orienta, al mismo tiempo, nuestra mirada hacia su Madre”.
El documento pontificio está dividido en tres partes: María en el Misterio de Cristo, La Madre de Dios en el centro de la Iglesia Peregrina; y Mediación Materna.
Entre otros puntos, San Juan Pablo II resalta el papel crucial de la Virgen María en la vida de la Iglesia y el mundo; a partir de las reflexiones que hizo sobre ella el Concilio Vaticano II, el evento más importante de la historia eclesial en el siglo XX.
En la encíclica, el Papa Wojtyla se refirió a la especial celebración del Año Mariano que proclamó del 7 de junio de 1987 al 15 de agosto de 1988, como preparación para los dos mil años del nacimiento de Cristo.
El Santo Padre ha sido un gran enamorado de la Virgen María, a quien le dedicó su lema pontificio: Totus Tuus (Todo tuyo).
El Papa peregrino siempre agradeció a la Virgen María, en su advocación de Fátima, por haber sobrevivido al atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro.
Puede leer la encíclica Redemptoris Mater AQUÍ.
Publicar un comentario