Este viernes ha sido una jornada de oración. Con todos en shock, el día se ha dedicado a rezar. Juntos, en Comunión, con el oratorio del colegio y el Santísimo expuesto como eje central en un altar lleno de flores, las niñas y sus familias han estado orando. Algunos relatan que nunca se han sentido tan unidos, como una familia. La misa de 11 en el centro ha sido especialmente emotiva.
Montealto es un colegio de Fomento, una red de colegios y universidades con identidad católica vinculados al Opus Dei. El sentimiento de pertenencia no se limita sólo a cada centro, sino a una forma de educación. Es una familia más grande. Se ha podido ver cuando los antiguos alumnos de los distintos colegios de Fomento han enviado coronas de flores. Todos se han sumado a la oración, al consuelo y al apoyo.
La poesía “De madre a Madre”
El relato de lo ocurrido y la respuesta se puede leer en esta poesía de una madre del colegio.
Sofía Cagigal de Gregorio 5 de noviembre de 2021
Tarde fría de noviembre
se paró el tiempo en dos segundos
y sonaron las sirenas.
Instante que rompe la vida en mil pedazos, lo que se tarda en ser y no estar,
paso entre el antes y el después.
Voló la noticia estremeciendo a compañeras, amigas, profesoras, familias enteras,
a toda una comunidad que no estaba preparada para el zarpazo de la vida.
Y en todos brotó la oración,
el pensamiento directo hacia vosotros,
de consuelo, de amor.
Cuatro familias rotas y unidas para siempre.
Pregunté por ti y me dijeron que estabas serena, abrazada a tu pequeña, dándole besos,
y cubriéndola de amor doliente.
Y tu imagen me llevó a la cruz,
a María abrazando a un Cristo descendido, al dolor infinito y desgarrador de una madre acunando a su hijo, que ya goza del Padre.
Te veo a ti, María, madre, entregando a esa Virgen María, – madre y María también -,
lo más preciado de tu vida;
de madre a Madre,
de tus brazos a los suyos. Profundo acto de fe,
encarnación del dolor de la Virgen en el tuyo propio,
en una acera teñida en rojo, en una tarde de otoño.
Y pienso que has sido elegida,
aunque ahora no lo veas,
aunque el desgarro de tu alma sea infinito. Pero no es casual la escena,
de María a María, de madre a Madre, abrazando a tu hija igual que Ella
lo abrazó en la cruz,
aceptando el sacrificio más intenso, entregada a la voluntad del Padre.


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