Nacer fue una lucha, luego la lucha se volvió su talento: mutilado de las extremidades por un aborto torpe, hoy tiene 22 años y es campeón de los Woodland Warriors
Existe el dicho sobre el nacer y el hacer, del tipo: señor se nace, no se hace. Del estadounidense de 22 años, Nick Hoot, se podría perfectamente decir: luchador nato, no hecho. Nacer, en su caso, fue realmente un cuerpo a cuerpo que podría haber resultado mortal.
En esta historia el deporte tiene un papel de protagonista y puede ser la ocasión para declinar el lema “lo importante es participar” en un contexto más amplio de lo normal: la vida misma es algo en lo que todos tienen derecho a participar.
Desde Rusia con furor
Los padres biológicos de Nick son de Rusia y decidieron interrumpir el embarazo en la semana 24. Era 1996 y el aborto fue ejecutado de manera torpe: el niño nació vivo. De esta violencia extrema permanecieron signos indelebles en el cuerpo del neonato: manos y piernas parcialmente formadas y el niño creció sin dedos en las manos y extremidades inferiores profundamente mutiladas. La única cosa amorosa, o quizá solo un desinterés final, de los padres biológicos fue la opción de dar ese hijo, nacido a pesar de todo, en adopción.
El primer gran vuelo de su vida, Nick lo hizo con pocos meses y de Rusia llegó a Estados Unidos, donde lo esperaba la familia Hoot. Y hay realmente un océano que separa sus esfuerzos de vida iniciales de la casa donde creció con una familia adoptiva muy especial. Los Hoot son muy numerosos: además de los 3 hijos biológicos, adoptaron otros 5 de diversas partes del mundo y todos con malformaciones físicas.
Alguien, con un tono irónico, relaciona esta gran disponibilidad a la acogida a la fe cristiana del marido y mujer, Marvin y Aprol Hoot. Conocemos bien la risita denigrante hacia ciertas locuras que solo los cristianos están dispuestos a hacer. No existen razones sensatas -aparentemente- para complicarse la vida hasta este punto. La adopción es un gesto maravilloso, pero ¿5 niños discapacitados? Son estas las objeciones conocidas y frecuentes.
La respuesta mejor es la sonrisa y la serenidad con que los cónyuges cuentan su propia historia, una mirada serena sin complacencias. Una mirada que hunde sus raíces en la vida vivida, que comporta fatigas, imprevistos sin paracaídas, pero se reserva posibilidades de alegría imposibles de imaginar a priori. La mamá April cuenta la llegada de las primeras prótesis para las piernas de Nick a los dos años y de la inesperada conquista de las capacidades de correr tras solo dos semanas de llevarlas.
Y después del béisbol llegó el baloncesto, y desde la secundaria, Nick Hoot se volvió un talento en la lucha grecorromana. “Desafío” es la palabra preferida de Nick; quizá es un rasgo natural en él, indudablemente su traumática lucha por la vida lo ha marcado y lo lleva a ser un luchador, un combatiente. Su tenacidad en el querer superar cada obstáculo es algo más profundo que una pura y simple competitividad.
Cuerpo a cuerpo
No me gustan particularmente las disciplinas de contacto, quizá porque soy ignorante y veo solo el aspecto agresivo. Me equivoco, pues es parcial pensar que la lucha sea violencia e instintiva. La historia de Nick cuenta una hipótesis diferente, de hecho. La lucha grecorromana exige una forma física excelente, aunque sea por la poca experiencia uno se imagina al luchador como un verdadero Bronce de Riace. A pesar de sus mutilaciones físicas, Nick es un luchador excelente, elemento de valor en su equipo, los Woodland Warriors.
Al verlo en el cuerpo a cuerpo con el adversario se lee en parte la rabia que lleva dentro. Es él quien se define muy enojado por su nacimiento tan traumático y que no debía ser. Dice que es un milagro. Y sigue luchando. Quiere tocar y mirar a la cara al adversario, apretarlo y tirarlo al suelo. Así es un encuentro justo, con extremidades iguales y con las reglas de respeto mutuo. Me hace pensar que cada partido es una derrota de la lógica del aborto que es un abuso, una lucha injusta e desigual. El nacimiento no debería ser una lucha entre adversarios, obviamente.
No hay nada que temer del cuerpo a cuerpo, incluso duro, si es honesto. Demasiado a menudo, cuestiones de vital importancia, como el nacimiento, terminan en la gran burbuja de las discusiones teóricas. No estoy deseando que se pase a la violencia física entre los contendientes, solo deseo que cada contendiente acepte el cuerpo a cuerpo con las evidencias pesadas de la realidad. Nick es un cuerpo viviente que lucha, lo hizo cuando tenía 24 semanas y fue expulsado a la fuerza y prematuramente del cuerpo de su madre. Es una persona de 22 años que sigue queriendo demostrar que existe, que su presencia es un acontecimiento tan concreto que te tira al suelo. Él sigue aceptando la confrontación, con un adversario leal.
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