En el mes de octubre, el Video del Papa está dirigido a todos los católicos para que reaviven la conciencia misionera y afronten “el desafío de anunciar a Jesús muerto y resucitado”. La edición de este mes se enmarca en el inicio del Mes Misionero Extraordinario (MME) —#MissionaryOctober—, una convocatoria que Francisco anunció “con el fin de alimentar el ardor de la actividad evangelizadora de la Iglesia ad gentes”.
Desde las Obras Misionales Pontificias (OMP) se han hecho eco de las palabras del Santo Padre para buscar que este MME “sea un tiempo de gracia intensa y fecunda para promover iniciativas e intensificar de manera especial la oración –alma de toda misión–”.
“La salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia”. Existen zonas en las que la Iglesia aún está en sus inicios y necesita un apoyo especial —los llamados territorios de misión—: actualmente, hay 1109 de estos territorios que se extienden por África, Asia e islas de Oceanía y América.
Se estima que el 37 % de la Iglesia Universal es territorio de misión, es decir, prácticamente un tercio de la Iglesia Católica. Esto conlleva una labor que vive en constante evolución, ya que a medida que se crean nuevos territorios, se asignan instituciones sociales, educativas y pastorales para cubrir todo tipo de necesidades. Un enorme porcentaje del trabajo social y educativo de la Iglesia se desarrolla en territorios de misión.
En el mensaje de este video, Francisco propone “llegar a las periferias, a los ambientes humanos, a los ambientes culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio”. Se trata de un llamado hacia todos para anunciar el Evangelio como discípulos misioneros. Este renovado impulso, sin embargo, no significa hacer proselitismo, “sino una vida que comunicar: Dios, su vida divina, su amor misericordioso, su santidad. Y es el Espíritu Santo quien nos envía, nos acompaña, nos inspira: es Él el autor de la misión”.
El programa misionero parte de la alegría del Evangelio y Francisco aclara que su anuncio debe realizarse con respeto a las culturas y a las tradiciones de todos los pueblos, siendo conscientes de que “el corazón de la misión de la Iglesia es la oración”.
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