– En realidad son problemas que tienen solución -les comenté.
-Sin embargo, -aclararon- estamos considerando que, si no resolvemos nuestras diferencias, y a pesar de que nos amamos, quizá lo mejor sea separarnos definitivamente y, con la buena voluntad, quedar como amigos en favor de nuestros hijos.
-Bueno, -les propuse- antes de comenzar con una terapia, es necesario aclarar ciertos errores de aplicación de los términos que han empleado que indican una visión errónea en cuanto a la solución de sus problemas.
Estos son:
- Amor conyugal.
- Buena voluntad.
- Amistad.
Sobre la buena voluntad
No se trata aquí de esa buena voluntad que se le puede tener a quien apenas se conoce, o hacia alguien de quien se tiene solo una buena percepción. Y evidentemente no pueden quedar en la condición de extraños entre sí. Se trata de la voluntad de amar a quien siempre se puede conocer más en el plano de la intimidad, para conquistar nuevas alturas en la unión, con la voluntad de amar como el otro desea ser amado.
Sobre la amistad
gualmente no se trata aquí de esa relación de afecto, simpatía y confianza, que se establece entre personas que pueden ser o no de la misma sangre, y en la que existe una cierta afinidad y vínculo afectivo. Se trata aquí de la amistad en la conciencia que se comparte entre esposos, y por la que se está siendo fiel a un proyecto y a un compromiso, cuyas propiedades esenciales son la unidad y la indisolubilidad.
Sobre el amor conyugal
Nada tiene que ver con la buena voluntad hacia extraños, o la amistad que no implica la unión de intimidades en una sola carne y un solo espíritu. El amor conyugal corre por otro camino, haciendo que dos almas no asistan solo en lo que anima o identifica, sino en lo que se ama y dispone a la búsqueda del bien del otro, hasta la abnegación y el sacrificio, como afirmación gozosa de la entrega. El amor conyugal es ante todo un amor personal, que se tiene a tal persona en cuanto varón y en cuanto mujer, al margen de sus características buenas o malas.
Por lo tanto, separarse sin luchar por el matrimonio o intentar ser solo amigos es un intento por salvar la conciencia en la que se ha desvirtuado el amor personal.
- El amor conyugal no puede depender de virtudes o cualidades, de deseos sexuales, emociones o sentimientos; como tampoco de coincidencia en gustos, aficiones, formas de pensar o de sentir.
- Tampoco del no pasar por dificultades, diferencias y pruebas.
- Es ante todo un amor de voluntad acompañada de sentimientos, por el que se establece un verdadero compromiso.
- Un compromiso que puede ser fuente inagotable de capacidades para superar los obstáculos.
Cuando el amor conyugal se descuida o se deja de luchar por él, se abren entonces las puertas a las justificaciones, por las que ya no se busca la solución a las disfunciones del matrimonio.
Es entonces cuando una o ambas partes buscan alternativas falsas, tratando de fundarlas en los malos entendidos de una amistad o buena voluntad, como sustitutos del amor conyugal con actitudes como:
- Separarse e intentar ser amigos, como una forma de final feliz, en un intento de salvar la conciencia que se traicionó y tratar de resarcir el daño. Sobre todo, las pérdidas causadas a los hijos.
- Separarse y tratarse amistosamente, para sacar adelante la forma más conveniente sobre los acuerdos tomados, y la imagen ante los demás.
- Intentar que el tiempo y los modos amistosos, borren las heridas de un amor que se quedó debiendo en justicia.
En nuestro consultorio realizamos una terapia cuyo enfoque sea precisamente para recuperar el sentido con el que verdaderamente aplican en el matrimonio los términos que ustedes mismos han empleado solo que ahora como amor conyugal, amistad en la conciencia y voluntad para amar.
Lo que les sugiero entonces, es que mediten profundamente estas verdades, y si se deciden por ellas, se vuelvan a presentar para recibir ayuda, solo que ahora con la certeza de que el planteamiento correcto es “lo que pasa, no es que no puedan hacer más”, sino que “no pueden, ni deben hacer menos por salvar su matrimonio”.
La pareja regresó decidida a un nuevo recomienzo.
Por Orfa Astorga de Lira
Consúltanos en: consultorio@aleteia.org
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