13 de los 24 monjes que viven en el monasterio dan positivo. Ahora son ellos los que necesitan nuestras oraciones
Durante toda esta pandemia la Comunidad Benedictina de Santo Domingo de Silos ha estado muy pendiente de las consecuencias de la Covid-19. Rezando por los fallecidos y sus familiares, por los enfermos, por los sanitarios, por todos los que están en primera línea frente al Coronavirus
Ahora son ellos los que necesitan oración. El Coronavirus ha entrado en la Abadía y, según informan algunos medios, han dado positivo 13 de los 24 monjes que viven en el monasterio. Uno de ellos, un monje joven se encuentra hospitalizado con una situación estable.
La Comunidad Benedictina ha realizado un comunicado informando de la situación: “Varios miembros de nuestra Comunidad han dado positivo en coronavirus. La situación es delicada. Agradecemos mucho la dedicación del personal sanitario así como las numerosas muestras de apoyo y afecto que estamos recibiendo”.
Por este motivo, la vida en la Abadía se ha visto modificada y se han tomado medidas de precaución: «Aunque no podemos reunirnos para celebrar juntos la oración cantada, como es propio de nuestra vocación monástica, seguimos unidos en la plegaria individual y en la esperanza cristiana, encomendando a Dios a nuestros hermanos enfermos y a cuantos están sufriendo los efectos de esta terrible pandemia».
Ahora es momento de rezar por los monjes de la Abadía de Silos, pulmón espiritual de España y lugar reconocido internacionalmente por su canto gregoriano y la belleza de su oración cantada.
Oración a santo Domingo de Silos (de la Novena)
Santo Domingo de Silos, Moisés segundo de la ley de gracia y padre cariñoso de pobres desvalidos: yo, persona más indigna de todas, pido humildemente tu ayuda, y te suplico que me alcances del Padre de las misericordias lo que necesito y le pido por tus méritos; y si mi petición no fuera recta, para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de mi alma, te ruego no atiendas a lo que mi afecto pide, sino a lo que a mi alma conviene; concediéndome constante aceptación de la divina voluntad. Amén.
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