Carvativir: «No manipulen el nombre de José Gregorio Hernández»

Miembros de la Iglesia rechaza que Maduro una el dudoso fármaco a su figura: "una de las características del beato venezolano era su rigurosidad científica"

En las últimas semanas el régimen que gobierna a Venezuela ha venido promoviendo un medicamento de dudosa reputación, el Carvativir. La carrera por lograr medicamentos que puedan competir en el voluminoso mercado -que emergió con la espantosa pandemia que agobia a la humanidad- desató una feroz competencia entre firmas y laboratorios del mundo entero y cada quien pretende patentar el suyo propio.

El gobierno venezolano no quiere llegar “detrás de la ambulancia”, luego de que Cuba e Irán anunciaran una asociación para fabricar y promover una vacuna que apodaron “Soberana”. Pero también emerge una razón hasta ahora oculta.

El fármaco criollo consiste en unas gotas que según Nicolás Maduro son efectivas para tratar el Covid-19. Las llamó “las gotas milagrosas de José Gregorio” en un intento de conectar con la sensibilidad popular y “vender” un medicamento. Éste, según explicaron, deriva de una línea de investigación científica del Estado venezolano a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología; que comenzó en el mes de marzo y finalizó en diciembre.

Según voceros oficialistas, vinculados al proceso, el Carvativir es un medicamento eficaz contra el coronavirus. Afirman que “reduce el tiempo de recuperación hospitalaria porque acelera la respuesta inmunológica”. Su carácter es complementario en el tratamiento para la enfermedad.

Mezclan a José Gregorio en el potaje

Y Maduro cometió el error: metió a José Gregorio en el asunto.

En el acto, el Administrador Apostólico de la Diócesis de Barquisimeto y tercer Obispo de la Diócesis de San Felipe, Mons Víctor Hugo Basabe, estalló en su cuenta de tuiter:

«Al Dr. José Gregorio Hernández, junto a la santidad de vida, si algo lo caracterizó fue su rigurosidad científica. Es inmoral que @NicolasMaduro pretenda eludir la responsabilidad en la necesaria vacunaron del pueblo con unas «gotas» de «no sé qué», usando indebidamente su nombre.

Los tuiteros de inmediato terciaron: “Excelentísimo Monseñor, con todo respeto, me parece que las vacunas anti-COVID no reúnen el rigor científico que nuestro beato doctor exigiría para avalarlas como un medicamento. En ese tema hay más política y economía que rigor científico”, dijo César Giménez, un ingeniero electrónico, en su perfil de red. Otra dio “Gracias a Dios por fin alguien se manifiesta exigiendo respeto a JGH ya basta de manipular la población a través de la fe en su nombre”.

El cuento es otro…

Ya voces autorizadas, de alto relieve moral y probada integridad, han reaccionado a la oferta de este medicamento por lo que puede, razonablemente, asumirse que su primera motivación ha sido la relativa a las consecuencias en cuanto a la salud personal y pública.

Consecuentemente, se ha divulgado que dicho producto homeopático es un antigripal que produce un efecto placebo. Procede de extractos del corazón e hígado de patos pero no ha sido reconocido por la OMS. Fue fabricado en BioFarma-Cuba y su presentación farmacéutica es de gotas sublinguales.

Pero ha registrado muy poca aceptación, según reporte de inventarios presentado al ministro de Salud de Cuba, apenas comenzando el mes de enero de este año, correspondiente al último trimestre del 2020 de los laboratorios farmacéuticos AICA, localizados en La Habana.

Dicho reporte – según se lee en la publicación Amindra – escaló los más altos niveles del Partido Comunista Cubano y la indignación ante el revés comercial se trasladó a Venezuela, cuyo gobierno asumió la responsabilidad de pagar por el estrepitoso fracaso. El monto del pago ascendió a $2 millones “cancelados desde un fondo del ALBA-TCP cuyo aporte de capital es 100% venezolano”.

Igualmente, revelan que “se acordó secretamente que Maduro anunciaría el 24 de enero las gotas como un descubrimiento venezolano y le cambiaría el nombre al Carvativir. Igualmente los cubanos le recomendaron que asociara las gotas con el médico y beato venezolano José Gregorio Hernández”, a sabiendas de la profunda fe que el pueblo profesa por el santo doctor.

Un acto de irresponsabilidad

Maduro presentó el medicamento como “gotitas milagrosas” que neutralizan el coronavirus y bastarían 10 bajo la lengua…

Los médicos venezolanos no tardaron en pronunciarse sobre las ‘gotitas’ anti-covid de Maduro: «Es una irresponsabilidad», dijeron.

Desde la Academia Nacional de Medicina de Venezuela piden prudencia. «Cuando quieren distraer de temas importantes sacan cualquier noticia loca que suene y juegan con la esperanza de la gente», señalan desde la Asociación de Médicos Venezolanos en España.

Ni milagro ni remedio

Pero el escándalo se armó cuando el propio Maduro escribió en su cuenta de tuiter: “El Carvativir, las gotitas milagrosas de José Gregorio Hernández, neutralizan los síntomas del Coronavirus. ¡De Venezuela para el mundo! A partir de esta semana comienza la producción masiva, para que todo el Sistema Público Nacional de Salud cuente con este poderoso antiviral”.

Las redes sociales se activaron para preguntar “¿dónde están los estudios y los papers publicados en revistas científicas?. Otros, más vehementes, les espetaron: “Cómo te burlas de la gente. Cómo te burlas del pueblo al que dices defender. No hay ningún aval científico en el mundo sobre esto. Si eso fuera verdad las grandes compañías no se ocuparían de hacer vacunas. Pero prefieres mentir a la gente que aún te sigue”.

No midieron los alcances

El Papa Francisco y varios cardenales ligados, por sus responsabilidades, al tema del Covid19 han expresado en más de una ocasión su preocupación respecto de las vacunas, su distribución ética que alcance a todos y no sólo a los países pudientes, con una fórmula de calidad evitando en lo posible efectos secundarios indeseables.

Mucho ha insistido la Iglesia en la responsabilidad frente a la pandemia que se traduce en medicamentos suficientes y eficientes. También en un manejo moralmente incuestionable de este flagelo.

En Venezuela no ha sido así. No midieron el alcance de manosear el nombre del Doctor José Gregorio Hernández, un santo para este pueblo mucho antes de que la Iglesia lo declarara beato. Una falta de respeto a este personaje de nuestra historia reciente, punto de subir a los altares, tiene consecuencias y la primera de ellas es la pérdida de credibilidad para quien la comete.

Hoy por hoy, a escasos días del pomposo anuncio de las ilusorias gotitas, nadie cree que son milagrosas, ni siquiera un remedio.

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