Johanna Langefeld, una guardiana de Ravensbrück y Auschwitz, no fue juzgada. Huyó. Las ex prisioneras del campo iban a ayudarla en esto. Según sus relatos, era amable con ellas. “Era una mujer educada. Ella no pegaba"- recordó Wanda Wojtasik-Półtawska
24 de noviembre de 1947, Cracovia. El Tribunal Nacional Supremo debe juzgar a los criminales nazis. Los ex prisioneros de los campos de concentración y los medios de comunicación polacos y estadounidenses siguen el juicio. Los acusados son llevados a la sala de vistas. Entre ellos falta Johanna Langefeld, una ex guardiana de los campos de Ravensbrück y Auschwitz. La acusada escapó.
Las prisioneras ayudan a una guardiana de Auschwitz
Unos años después, apareció un rumor de que … alguien la ayudó a escapar. En Cracovia se oirán muchos relatos tan increíbles que serán difíciles de creer. Porque afirmar que Langefeld fue liberada de Montelupich por las ex prisioneras de Ravensbrück es, por decir algo, por lo menos, absurdo. Pero, es cierto.
¿Cómo es posible que las víctimas salvaran a la verduga? Marta Grzywacz intenta dar respuesta a esta y a muchas otras preguntas. En la historia, que culmina en descubrir quién y por qué ayudó a la ex guardiana del campo de concentración, la autora se remonta al principio: describe a Langefeld en detalle, cómo llegó a Ravensbrück, cuál fue su actitud hacia su «trabajo» y hacia ideología nazi y cómo cambió su actitud.
La historia de la guardiana Johanna Langefeld
¿Cómo era «Nuestra Señora (Guardiana) de Ravensbrück»? La autora del libro se acerca a los relatos de las prisioneras, que demuestran que disfrutó de su simpatía. ¿Cómo podría ser de otra manera, ya que cuando Langefeld regresó a Ravensbrück después de un breve descanso en octubre de 1942, las prisioneras … vitorearon en su honor? Era un espectáculo inusual incluso para los hombres de las SS: era inconcebible que los prisioneros de los campos de concentración esperaran con ansias el regreso de un guardia.
Cuando la vimos regresar, nos sentimos muy aliviadas. Langefeld nos trataba de forma muy humana. A sus ojos, merecíamos respeto porque éramos limpias y trabajadoras.Trató de evitar los castigos, y si lo hacía, eran moderados y por los delitos más graves, como el robo. Por eso, cuando la vimos regresar, nuestra alegría fue grande. Porque Maria Mandl era un monstruo, recuerda Kamilla Janowycz-Sycz en una entrevista con la autora.
La guardiana del campo. «Era calmada, no levantaba la voz»
“Nuestra Señora (Guardiana) de Ravensbrück” no solo evitaba los castigos, sino que también destruía informes presentados por guardias y funcionarios, lo que podría tener consecuencias dolorosas para las presas. Así lo confirmó Józefina Węglarska: «Destruía las denuncias penales, se mostraba reacia a aplicar castigos y siempre permitía que la presa se explicara». Y agregó: «Ella era muy calmada, no nos levantaba la voz».
Grzywacz describe al menos algunas situaciones en las que Langefeld se mostró humana. Como el 18 de marzo de 1943, cuando ocho mujeres iban a ser fusiladas y de repente empiezaron a gritar «¡Viva Polonia!». La tensión creció, la guardia Margarete Gallinat intentó calmarla sin éxito, y finalmente se produjo una pelea.
“Las polacas esperan ser diezmadas después de este evento, pero sorprendentemente, no está sucediendo casi nada, la mayoría no enfrentará ningún castigo. Serán de la opinión de que esto se debe a Langefeld, quien, en lugar de castigo en el búnker o una ejecución, negoció con las autoridades del campo el castigo de permanecer de pie por un día. Ella era inaccesible, pero no acosaba a las polacas. Y luego incluso se interesó por esta presa golpeada por Gallinat – informó Maria Dydyńska”.
«… no quería quedarme en Auschwitz»
Después de la guerra, Langefeld se mudó a una pequeña ciudad en las montañas. ¿Quizás le gustaban las montañas, o quizás quería esconderse? «… probablemente sospecha que le será difícil evitar la pena, aunque sería bueno posponer este momento por un tiempo. Es cierto que un día le dijo a Margarete Buber-Neumann que debería haber cumplido dos años de prisión- ella claramente pensaba que su pena debería ser ésta – pero serán solo palabras vacías. Johanna Langefeld se esforzará mucho para engañar a la justicia», escribe Grzywacz.
Durante el relato citado de la audiencia en Dachau, Langefeld confesó:
En Oświęcim [Auschwitz], estuve de servicio solo hasta junio de 1942. Inmediatamente la semana siguiente después de mi llegada, solicité la baja al SS Obersturmführer Pohl. Las terribles condiciones de la estancia de los presos en Oświęcim hicieron imposible que me quedara allí. Cuando me llegó el mensaje sobre el crematorio y cuando yo misma vi una vez con mis propios ojos el transporte de personas camino del crematorio, no quería quedarme allí [en Auschwitz].
Fue entonces, a petición propia, cuando fue trasladada de nuevo a Ravensbrück.
Wanda Wojtasik-Półtawska sobre Langefeld
Cuando fue encarcelada en Polonia, se corrió la voz rápidamente. También entre sus antiguas «pupilas». Joanna Muszkowska-Penson informó:
Ya no recuerdo la fecha, pero de repente se extiende la noticia entre las mujeres de Ravensbrück de que arrestaron a Langefeld, que ella está en Polonia y que hay que salvarla. Nos pidieron (…) que escribiéramos cartas en su defensa (…). Porque era relativamente humana y se sabía que moriría después del juicio.
Muszkowska-Penson está segura de que solo las ex presas de Ravensbrück podían haber ayudado a Langefeld. Las de Cracovia. “Conocían bien la ciudad, sabían a quién pedir ayuda. Y definitivamente sobornaron a los guardias. Por eso nadie la detuvo cuando se fue. De lo contrario, su escape no sería posible». Más importante que la descripción de la fuga (Grzywacz la describe en detalle), es quién ayudó a Langefeld.
“Era una mujer educada. Ella no golpeaba a nadie»
Wojtasik-Półtawska se muestra reacia a responder esta pregunta de la autora. “Solo puedo decir una cosa sobre Langefeld. Era una mujer educada. No golpeaba a nadie. No decía tacos. Pero deje este tema ya. Esto no lleva a ninguna parte”. Sin embargo, proporciona un apellido concreto. La acción fue dirigida por su amiga, Aleksandra Steuer-Walter.
¿La ayuda mostrada a la guardiana sorprende? Alicja Gawlikowska-Świerczyńska explica:
Alguien que no haya estado en un campo de concentración nunca entenderá que los criterios de lo que se considera bueno o malo eran diferentes allí. Que incluso un poco de decencia salvaba la vida de las personas y uno podría estar agradecido por ello. Por eso no me sorprende que mis amigas sintieran que Langefeld necesitaba ayuda. Y solo ellas pudieron salvarla.
*Marta Grzywacz, „Nasza Pani z Ravensbrück”, [«Nuestra Señora (Guardiana) de Ravensbrück], W.A.B. 2020
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