El P. José de Jesús Aguilar, canónigo de la Catedral Metropolitana de México y subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México, explica que en “el día de la Candelaria se recuerda que San José y la Virgen María, 40 días después del nacimiento del Niño, fueron al Templo de Jerusalén para presentarlo con la ofrenda de dos pichones o palomas. Con este motivo, muchos fieles después de levantar a su Niño del nacimiento lo llevan para que sea bendecido en el templo y lo hacen con mucho cariño y devoción”.
Sin embargo, lamenta, por invenciones de “personas que solo les interesa vender la ropa para las imágenes, algunos pueden caer en errores, como vestirlo de ángel o santo”.
El P. Aguilar subraya que “es suficiente que las imágenes estén vestidas en forma limpia y digna. No necesitan estrenar ropa o cambiarla cada año”.
“Los comerciantes que se dedican a vender la ropita son quienes difunden la idea de que hay que cambiarle la ropa anualmente”, dice.
El sacerdote mexicano resalta que “por lo que significan las imágenes para los fieles, deben ser tratadas con respeto y no como juguetes o muñecos que sirven para jugar o divertirse”.
También remarca que “las imágenes pueden ser veneradas pero no adoradas, porque solo a Dios se le puede adorar y Dios es mucho más que una simple imagen. Jesucristo, el Hijo de Dios, está por encima de todos los ángeles y todos le rinden culto”.
“Por lo tanto, no es correcto disfrazar su imagen ni de ángel ni de santo, porque sería rebajarlo de su dignidad”, señala.
Para el P. Aguilar, “lo mejor es vestirlo con una túnica sencilla, de preferencia blanca o quizás dorada”.
“También se puede vestir con alguna de sus advocaciones. Como por ejemplo, el Nazareno, el Señor de la Misericordia, Sagrado Corazón, Cristo Rey, Jesús Buen Pastor, Cristo Sacerdote o como la imagen del Santo Niño de Atocha, muy venerado en Zacatecas”, añade.
El P. Aguilar aconseja también que en vez de adquirir una vestimenta nueva para la imagen del Niño Dios, se comprara “ropa a un niño de verdad que viva en la pobreza. Estoy seguro de que el Niño Jesús sonreiría y agradecería tu acción al ver estas caritas sonrientes. Y la luz de la Candelaria brillará en tu corazón”.
“Conservemos nuestras tradiciones y no caigamos en el error”, alienta.
Publicar un comentario